Envejecimiento no patológico. Un acercamiento desde la Neurociencia


Jorge López Psicólogo. Col. A-01685 Centro de Psicología Sanitaria Crespo Rospir. Sección Neuropsicología (Zaragoza). Doctorando Dpto. Psicología Básica I. Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid).

Print Friendly, PDF & Email
Figura 2cabeceraLos avances socio-sanitarios logrados en las últimas décadas, el descenso de la mortalidad infantil, la adquisición de hábitos saludables, entre otros factores, han contribuido a que el grupo de población de mayores de 60 años supere los nueve millones y medio de personas en España a finales del 2014.

En la actualidad la esperanza de vida en nuestro país se sitúa en los 79 y 85 años para hombres y mujeres respectivamente. Estos datos tan positivos están asociados a nuevos retos y demandas que, desde diferentes profesiones sanitarias, debemos afrontar para además de dotar de años a la vida, dotar de vida a los años.

La demencia

Al aumento de la esperanza de vida también se le asocia aspectos menos positivos como el aumento de las enfermedades ligadas a la edad. Es decir, aquellas que tenemos más probabilidad de desarrollar en función de cumplir más años. Entre ellas, la demencia. La demencia es un síndrome caracterizado por el deterioro de la función cognitiva más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal o no patológico. De los múltiples tipos de demencia, la Enfermedad de Alzheimer es su forma de manifestación más habitual. Por tanto, podemos hacer una distinción básica: envejecimiento normal y envejecimiento patológico. En este artículo me centraré en el envejecimiento cerebral normal.

Figura 1

¿Qué le ocurre a nuestro cerebro según cumplimos años?

Desde un punto de vista de la estructura cerebral, la literatura científica señala que el lóbulo frontal y, en concreto, la Corteza Prefrontal (CPF, en adelante) es una de las estructuras más afectadas con el paso del tiempo (véase figura 1). Algunos estudios señalan una pérdida de volumen de la sustancia gris del lóbulo frontal que oscila entre 0,9-1,5% al año. Además, la pérdida de sustancia gris se ve acompañada de pérdida más acusada de la integridad de la sustancia blanca en la CPF.

Figura 2

Tanto la pérdida de volumen de sustancia gris como la pérdida de integridad de la sustancia blanca contribuyen a la aparición de cambios cognitivos (véase figura 2).
Desde un punto de vista funcional, las técnicas de neuroimagen funcional (Resonancia Magnética Funcional-RMf- o la Tomografía por Emisión de Positrones-TEP-) nos permiten observar la activación del cerebro mediante incrementos en el flujo sanguíneo y oxigenación en estructuras cerebrales específicas. Los cambios en el flujo sanguíneo en un momento dado mientras se está realizando una tarea (por ejemplo ver fotos) permiten observar qué actividad mental está ocurriendo en función de la demanda asociada a la tarea respecto a la situación previa de no tarea (reposo).
Un resultado intuitivo sería anticipar que puesto que existen disminuciones en el volumen de la sustancia gris y de la integridad de la sustancia blanca, las áreas cerebrales mostrarían una menor activación. Sin embargo, ocurre justamente lo contrario. Diversos estudios han constatado que existe activación de áreas específicas para realizar la tarea demandada pero además existe la participación extra de otras áreas.

Figura 3

Cuando se compara la activación cerebral ante una misma tarea que requiere el uso de la memoria de trabajo verbal (participación de lóbulo frontal, parietal, etc.) y comparamos la activación entre un grupo de personas jóvenes con un grupo de personas adultas mayores, encontramos que este último grupo además de mostrar activación en las mismas áreas que los jóvenes, muestran mayor activación y participación de otras áreas (véase figura 3). Otros trabajos han encontrado patrones similares en el lóbulo frontal ante otras tareas que demandan otros procesos cognitivos. En general, se acepta la idea de que el cerebro del adulto mayor recluta áreas cerebrales complementarias para compensar y mantener su eficiencia.
Desde la neurociencia cognitiva del envejecimiento se ha propuesto la “hipótesis del lóbulo frontal” como explicación, al menos en parte, de los cambios asociados al envejecimiento normal. Concretamente, alteraciones en el control ejecutivo. Es decir, esa serie de procesos que nos permiten inhibir estímulos irrelevantes, dividir nuestra atención a varios focos, manipular la información con la que estamos trabajando o incluso adquirir y recuperar nuevas informaciones aprendidas recientemente.

Figura 4

¿Qué le ocurre a nuestras funciones cognitivas según cumplimos años en el de envejecimiento normal?

Para contestar a esta pregunta, haré referencia al trabajo publicado por Park y cols. en el 2002. En esta investigación, se realizó una evaluación neuropsicológica exhaustiva a 342 participantes divididos en siete grupos de edad (década de los 20, 30… 80 años). Tal y como puede verse en la Figura 4, los resultados muestran que, en función de la edad, existe una disminución en el rendimiento en velocidad de procesamiento de la información, memoria de trabajo (verbal y visual) y memoria a largo plazo (verbal y visual). Por el contrario, las habilidades verbales relacionadas con el conocimiento semántico aumentan con la edad. Park y cols. concluyen que la disminución del rendimiento en las funciones cognitivas señaladas comienza ya en la década de los 20 años y seguirá un curso inexorable.
Como hemos podido ver, el cerebro sufre cambios con la edad y estos se traducen en cambios en nuestros procesos cognitivos. Nuestro cerebro tiene capacidad para compensar y mantener la eficiencia en tareas como hemos visto desde la neuroimagen funcional. Existe un declive cognitivo que empieza muchos años atrás.
Para terminar, es importante señalar que, a pesar de estos cambios inevitables, el adulto mayor puede ser independiente en su vida diaria cuando se da un envejecimiento cerebral normal. Cuando las alteraciones en los procesos descritos u otros empiezan a interferir en la vida diaria, modificando un nivel de actividad previo y alertando a familiares, es importante consultar con diferentes tipos de especialistas que permitan descartar o confirmar un proceso de envejecimiento patológico. También es necesario apuntar que no todos los problemas cognitivos que puedan aparecer en el envejecimiento son señal de un curso neurodegenerativo. Los problemas del estado de ánimo, algunas alteraciones endocrinas y metabólicas, pueden cursar con problemas cognitivos.