El factor predisponente más importante para la infección urinaria nosocomial es la cateterización urinaria, que perturba los mecanismos de defensa del huésped (longitud de la uretra y la propia micción) y proporciona un acceso más fácil de uropatógenos a la vejiga urinaria.
Los dispositivos invasivos urinarios alteran sustancialmente estos mecanismos de defensa naturales, favoreciendo la formación de biofilm en los catéteres y la fijación y persistencia de los microorganismos.
Las vías por las que los gérmenes alcanzan la vejiga son tres
- Extraluminal: más frecuente en mujeres y circuitos cerrados. Precoz: durante la inserción (1% en personas sanas, 30% en ancianos). Tardía: capilaridad
- Intraluminal: más frecuente en hombres y circuitos. Falta de integridad del sistema de drenaje cerrado, las conexiones, forma ascendente desde la bolsa recolectora
- Hematológica: Aureus, candida spp
La duración de la cateterización es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de bacteriuria asociada a catéter, seguido de:
- La falta de tratamiento antibiótico sistémico
- El sexo femenino
- La colonización del meato uretral con uropatógenos
- La colonización microbiana de la bolsa de drenaje (desconexión)
- La inserción del catéter fuera del quirófano
- Enfermedad subyacente grave
- La edad avanzada
- La diabetes
- La creatinina sérica elevada
Si se utiliza un sistema de drenaje cerrado, la incidencia de bacteriuria aumentará 3 – 8% por día y alcanzará 100% a los 30 días. Si se utiliza un sistema abierto, el 100% de los pacientes tendrá bacteriuria a las 72 horas. El 90% de las bacteriurias son asintomáticas, por lo que precisan ser tratadas. Y la presencia de piuria no siempre es sinónimo de infección urinaria. Las infecciones ocasionadas por sondas apenas producen síntomas, no se acompañan de fiebre y a menudo remiten al retirar la sonda.