Factores protectores en la crianza de un niño


(1) Marta Rapado y (2) Natividad Iribarren

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Las probabilidades de que un niño crezca feliz, seguro y equilibrado van a ser, en cierta medida, proporcionales a los denominados «factores protectores» peri y post natales. Entendiendo por factores protectores aquellos que se derivan de la crianza y del entorno del niño y que resultan beneficiosos para su adecuado desarrollo psicosocial.

Se ha demostrado, a través de numerosos estudios, que aquellos niños que han acumulado durante su infancia «Factores Protectores» responden mejor a eventos o situaciones familiares adversas como las muerte de personas cercanas y las enfermedades propias o de algún miembro de la familia. Además facilitan un mejor rendimiento académico y una menor tasa de adicciones.

Sin embargo, sería ingenuo asegurar que la felicidad o el éxito de un niño en su etapa adulta radica tan sólo en estos factores. Hay otros «factores accidentales o fortuitos» que se escapan a nuestro control como son los traumatismos, las enfermedades, las catástrofes naturales y la muerte de uno de los progenitores o de un familiar cercano.

Definición

En términos generales, se pueden definir los factores protectores como modelos individuales o de relación, actitudes, conductas, circunstancias individuales y colectivas, que se van conformando en un medio social (familiar en el caso de los niños) y que incluyen aspectos relacionados con la salud, educación, vivienda, afectos y conductas sanas y saludables (Tabla 1).

En la vida de un niño, el medio social donde mayoritariamente confluyen todos estos parámetros es la familia. Un núcleo que para la mayoría de las personas constituye: el grupo de apoyo más importante; el fundamento para el desarrollo personal, emocional y afectivo; y el seno de construcción de la autoestima y del yo.

Cada uno de nosotros tiene una historia familiar anterior -en relación con nuestras familias de origen- y también una función propia en la nueva familia que se crea a través del matrimonio. Nuestros hijos, en cambio, nacen en la misma fase del ciclo vital familiar: la de «Crecimiento familiar o fase de expansión». Se entiende por Ciclo Vital Familiar todo el proceso que atraviesa la Familia desde su formación hasta su desaparición» (Tabla 2).

Tabla 1
Factores protectores en salud mental

  • Genéticos
  • Ambientales (Lugar de nacimiento, entorno, ambiente socioeconómico…)
  • Individuales (habilidades personales, red social de apoyo…)
  • Familiares (estabilidad conyugal, número de hermanos, calidad de las relaciones familiares…)

Tabla2
Fases del Ciclo Vital Familiar

  • Emparejamiento
  • Matrimonio
  • Expansión
  • Lanzamiento
  • Contracción
  • Ocaso

Esta fase inicial de expansión, en la que nace el nuevo niño, es muy emocionante, pero es también una fase de adaptación en la vida de una pareja, importante y dificultosa. El día a día en la crianza y educación del niño tendrá dificultades, pero estas serán menores en la medida que ten-gamos en cuenta aquellos factores de protección que pueden contribuir al mejor manejo de las situaciones complejas y, sobre todo, que ayuden al Crecimiento en todos los sentidos de este niño.

Es importante diferenciar Factores Protectores de los Sobreprotectores, que en algunos casos pueden llegar a actuar como factores de riesgo. La sobreprotección es fruto de la pasividad y del «todo vale», entendido como una preocupación desproporcionada en relación con todos los aspectos de la crianza del niño. La sobreprotección repercute en el crecimiento del niño en cuanto a la autonomía y responsabilidad adquiridas progresivamente por el infante.

Los factores protectores son los antagonistas de los factores de riesgo, es decir son aquellos que potencialmente disminuyen la probabilidad de caer en un comportamiento de riesgo.

A continuación intentaremos desglosar de una manera dinámica estos factores. Así, estos se corresponderían con todos aquellos resultado de la siguiente pregunta: ¿Qué le conviene a mi hijo?

Teniendo en cuenta estos factores podremos hacer una buena planificación de futuro, capacitando al niño para asumir responsabilidades y ser autónomo e independiente. También aprenderá a apoyarse en personas de sólida formación y experiencia y se alejará de los focos peligrosos.

En definitiva, a la hora de escoger o proporcionar a nuestros hijos los factores de protección necesarios y beneficiosos en su educación y su vida a largo plazo, es importante que nos planteemos la siguiente pregunta: ¿Es esto lo que le conviene a mi hijo?

¿Qué le conviene a mi hijo?

Factores maternos perinatales
  • Seguimiento profesional del embarazo.
  • Ausencia de enfermedad física o mental.
  • Alimentación adecuada.
  • No consumo de alcohol ni tabaco.
  • Embarazo sin complicaciones.
  • Tomar medicación sólo bajo prescripción facultativa.
  • Ejercicio físico moderado.
  • Familiaridad con la crianza de un niño pequeño.
Factores económicos
  • Estabilidad económica.
  • Vivienda digna y limpia con equipamiento básico.
  • Recursos que favorezcan el acceso a la red de atención sanitaria, guardería y medio académico.
  • Alguien que ayude en el hogar, se haga cargo del niño en ausencia de los padres o le cuide cuando esté enfermo.
Factores familiares
  • Buena relación conyugal.
  • Unidad familiar, afecto, cohesión, mutua ayuda y diálogo.
  • Identidad conjunta como pareja: patrón mutuo de relación con los hijos, amigos y trabajo.
  • Tareas del hogar compartidas
  • Arraigo al medio donde se vive.
  • Compartir las mismas creencias.
  • Adecuado nivel cultural.
Factores físicos

Alimentación:

  • Lactancia materna.
  • Nutrición adecuada.
  • Cocina sana.

Atención adecuada a la salud:

  • Acudir al pediatra; vacunas y revisiones.
  • Revisiones oftalmólogo, dentista y otros profesionales.

Prevención de accidentes:

  • Educación vial.
  • Hogar seguro y supervisado.
  • Higiene adecuada del niño y de su entorno.
  • No fumar en su presencia ni exponerle a lugares de humo.

Factores psico-educativos

  • Cariño atención y estímulo desde el nacimiento.
  • Refuerzos sociales: elogios, besos, abrazos, hablar bien del niño delante de otras personas.
  • Respetar su sueño y descanso.
  • Mantener orden en cuanto a horarios y espacios.
  • Compartir el juego y la lectura.
  • Salidas al campo, playa y vacaciones en familia.
  • Estar alerta a las necesidades específicas de cada niño: logopeda, profesor de apoyo, etc.
  • Acudir a las tutorías y requerimientos de los profesores.
  • Establecer normas y límites
  • Transmisión de valores: generosidad, sacrificio, empatía y ayuda mutua.
  • Diálogo y negociación.
  • Respeto a las normas de convivencia.
  • Educar con el ejemplo; comportamientos y actitudes que no contradigan nuestro discurso.
  • Hacer al menos una comida diaria/actividades conjuntas en familia para favorecer la comunicación y compartir experiencias.