Las náuseas y los vómitos aparecen con relativa frecuencia en el postoperatorio de las intervenciones quirúrgicas. Son un problema, ya que comportan una disminución del bienestar de los pacientes y aumentan el riesgo de presentar algunas complicaciones. Tradicionalmente, el saber popular ha atribuido el origen de las náuseas y los vómitos postoperatorios a la anestesia. Si bien hay cierta verdad en esta afirmación, no es cierto todo lo que se dice sobre este tema. Este artículo pretende aclarar ciertas cuestiones al respecto.
¿Es cierto que la anestesia se expulsa del organismo mediante el vómito?
No. El vómito no es una ruta de eliminación de fármacos. Los fármacos anestésicos siguen diversas vías para abandonar el organismo. Los agentes anestésicos intravenosos son generalmente metabolizados por el hígado, y los productos de dicho metabolismo son eliminados gradualmente a través de la orina. Los agentes anestésicos inhalatorios (gases anestésicos) se eliminan por vía respiratoria, mediante la exhalación. Los pacientes no perciben estos procesos, por lo que no suponen para ellos ninguna molestia.
Entonces, ¿Cuál es la causa de las náuseas y los vómitos en el postoperatorio?
Tanto la sensación nauseosa como el vómito son mecanismos de defensa ancestrales para el ser humano que tienen como finalidad evitar la ingestión de sustancias tóxicas. Se desencadenan cuando dichas sustancias entran en contacto con ciertos sensores presentes en el aparato digestivo y el cerebro. Algunos fármacos anestésicos, en la medida en la que son elementos ajenos al organismo, son capaces de estimular directamente dichos sensores y desencadenar náuseas y vómitos. Los analgésicos derivados del opio, como la morfina, son fármacos de uso habitual en el postoperatorio que también poseen esta propiedad. Además existen causas no farmacológicas que pueden desencadenar la aparición de náuseas y vómitos en este periodo (hipotensión, dolor mal controlado, ansiedad, etc.)
Si los fármacos anestésicos pueden inducir el vómito, ¿No es esto peligroso para los pacientes durante la cirugía?
Cuando el paciente está consciente existen reflejos protectores, como la tos, que evitan un posible paso del contenido digestivo expulsado durante el vómito a la vía respiratoria. Estos reflejos protectores desaparecen durante la anestesia general. No obstante, si la cirugía se lleva a cabo de forma programada el contenido gástrico es mínimo o inexistente, ya que se habrá guardado un periodo prudencial de ayuno. En cualquier caso el anestesiólogo, que es el médico encargado de velar por la seguridad del paciente durante el acto anestésico, tomará siempre las precauciones necesarias para asegurar la vía respiratoria y minimizar este riesgo.
¿Existen cirugías con mayor riesgo de presentar náuseas y vómitos en el postoperatorio?
Aunque no es una opinión unánime, generalmente se acepta que en determinadas cirugías el riesgo de presentar náuseas y vómitos es mayor. Entre ellas se cuentan la cirugía abdominal (laparoscópica o abierta), cirugía de mama, cirugías plástica y maxilofacial, cirugía ginecológica, cirugía de tiroides y algunos tipos de cirugía oftalmológica (corrección del estrabismo).
¿Qué pacientes pueden presentar con más frecuencia náuseas y vómitos en el postoperatorio?
Podemos distinguir los siguientes factores de riesgo en pacientes adultos:
- Sexo femenino
- No-fumadores
- Historia previa de náuseas y vómitos en el postoperatorio
- Historia previa de cinetosis (mareo acompañado de náuseas y/o vómitos durante los viajes en avión, barco, tren o vehículos por carretera)
- Utilización de morfina o derivados en el postoperatorio
La probabilidad a priori de presentar náuseas y vómitos si no está presente ninguno de estos factores es del 10%, y aumenta un 15% por cada factor que se vaya sumando. Si un paciente presenta todos los factores de riesgo, su probabilidad de presentar estas complicaciones se cifra en torno al 80%.
¿Pueden los niños presentar náuseas y vómitos en el postoperatorio?
Los niños constituyen un grupo de riesgo especial, ya que en ellos se estima que la incidencia es el doble que en adultos. Además, durante la infancia más temprana el niño no puede o no sabe expresar correctamente de manera verbal la sensación nauseosa. Los padres atribuyen a los vómitos en el postoperatorio un carácter banal, por estar acostumbrados a ver al niño vomitar durante procesos de otra índole (por lo general gastroenteritis), por lo que generalmente no solicitan tratamiento al personal sanitario. Todo esto hace que las náuseas y vómitos postoperatorios en la edad pediátrica constituyan un problema de mayor magnitud aún que en la edad adulta, que además es experimentado por el niño como una situación especialmente angustiosa.
¿Pueden prevenirse?
Afortunadamente, las náuseas y los vómitos postoperatorios son prevenibles. Existen estrategias anestésicas y fármacos específicos que permiten minimizar el riesgo de que aparezcan. El anestesiólogo es el médico encargado de valorar el riesgo individual que cada paciente presenta para desarrollar estas complicaciones. En la consulta anestésica obtiene del paciente la información pertinente para calcular dicho riesgo, el cual hace constar en el informe preoperatorio. En quirófano, el anestesiólogo es el responsable de elegir la técnica anestésica que más se adecue a cada paciente. En caso de encontrarse ante un paciente con un riesgo aumentado para presentar náuseas y vómitos postoperatorios, procurará que la técnica anestésica que elija suponga el menor incremento del riesgo para él. Además de elegir la estrategia anestésica más adecuada, existen fármacos específicos para prevenir las náuseas y vómitos que el anestesiólogo puede administrar en quirófano durante la anestesia. La prevención farmacológica ha cambiado drásticamente la situación en los últimos años, ya que con la aparición de nuevos y más eficaces fármacos se ha conseguido disminuir la incidencia de las náuseas y los vómitos postoperatorios considerablemente (de un 80% a un 20% en pacientes de alto riesgo).
¿Y si, pese a todo, las náuseas y los vómitos aparecen?
Lamentablemente, la prevención farmacológica no es eficaz en todos los casos. Además, aunque las náuseas y vómitos postoperatorios suelen presentarse con más frecuencia durante las primeras 24 horas tras la intervención, es posible que aparezcan también entre las 24 y 72 horas. No obstante, los mismos fármacos que sirven para prevenir estas complicaciones son útiles también para tratarlas. Tanto en las salas de reanimación posquirúrgicas y unidades de cuidados intensivos, como en las plantas de hospitalización, los profesionales sanitarios pueden utilizar dichos fármacos para poner fin a las náuseas y vómitos. En aquellos pacientes en los que hayan aparecido náuseas y vómitos a pesar de la prevención, puede instaurarse un tratamiento de base durante los días sucesivos para evitar que vuelvan a aparecer.