La disfunción eréctil


Satur Napal Lecumberri

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La disfunción eréctil debe considerarse un aviso de infartos agudos de miocardio y de otras enfermedades vasculares. La disfunción eréctil, llamada de forma inapropiada “impotencia”, se define como: “La incapacidad repetida de lograr o mantener una erección lo suficientemente firme como para tener una relación sexual satisfactoria”.

Como lo de “relación sexual satisfactoria” es muy subjetiva, existe otra definición más ajustada a la realidad y que sería: “La incapacidad para lograr una rigidez del pene suficiente para lograr una penetración vaginal y mantenerla durante un periodo de tiempo”.

Prevalencia de la disfunción eréctil

Los estudios epidemiológicos dicen que más de dos millones y medio de varones padecen disfunción eréctil en España, pero que sólo unos 300.000 se someten a su estudio y tratamiento.
La principal razón por la que se produce esta elevada falta de diagnóstico es por la “vergüenza” que experimentan los varones a la hora de reconocer su problema y que determina que muchos eviten ir al médico pensando que es una consecuencia “lógica” del envejecimiento.
La disfunción eréctil tiene importantes repercusiones en la autoestima y en la calidad de vida de los varones y también en sus relaciones de pareja.

Causas de la disfunción eréctil

Antes se pensaba que el origen de la disfunción eréctil estaba “en la mente”, que las causas eran psicológicas, pero en la actualidad se tiene la seguridad de que los factores de riesgo cardiovascular, como se irá comentando en esta presentación, son comunes en los varones afectados.
Existirían unas causas psicológicas de disfunción eréctil: educación moral y religiosa restrictiva, problemas generales en la relación de pareja, experiencias sexuales traumáticas, sentimientos de culpabilidad, trastornos mentales como la depresión y otros muchos más.
Pero cada vez existen más certezas que confirman que la disfunción eréctil es, en la mayoría de los varones, un trastorno de los vasos sanguíneo y que en muchos de los varones en el origen de su disfunción eréctil estarían implicados los mismos factores de riesgo cardiovascular que los de la enfermedad vascular ateroesclerótica: Tabaco, Hipercolesterolemia, Hipertensión arterial, Sedentarismo, Obesidad y Diabetes.
La disfunción eréctil y la enfermedad vascular se pueden interpretar como dos situaciones diferentes de una misma alteración.
La disfunción eréctil es un buen “avisador” de riesgo de infarto y de otras enfermedades vasculares.
Los últimos estudios epidemiológicos han comprobado que la disfunción eréctil constituye un buen indicador de riesgo cardiovascular (síntoma centinela), anticipándose en 2 o 3 años a eventos tan severos como la isquemia coronaria aguda, infarto de miocardio o el ictus, al aceptarse que en muchos cuadros de disfunción eréctil subyace una etiología vascular.
El debut de un cuadro de disfunción eréctil muchas veces constituye una buena oportunidad para evaluar el riesgo cardiovascular del paciente y por todo esto en estos pacientes estaría indicado sistemáticamente el rastreo de enfermedad vascular.
La disfunción eréctil suele anticipar a la enfermedad coronaria y, en general, esta última se acompaña de disfunción eréctil.

Tratamiento de la disfunción eréctil

El tratamiento de la disfunción eréctil es integral e individualizado, y se dirige tanto a aspectos orgánicos como a psicosexuales.
Es recomendable implicar a la pareja en la discusión y elección del tratamiento.
El objetivo, por todo lo dicho con anterioridad debe de ser doble. Conseguir que la experiencia sexual sea satisfactoria para el varón y para su pareja. Corregir los factores de riesgo cardiovascular, si los hay.

Mejoría del estilo de vida

Es importante concienciar a los varones sobre la importancia de llevar a cabo un estilo de vida saludable, ya que de esta forma se puede reducir la aparición del problema y, también mejorar la repuesta al tratamiento en aquellos casos en los que ya ha sido necesario empezarlo:
• Dieta saludable
• Pérdida de peso.
• Incremento de actividad física
• Abandono del tabaco
• Reducción de la ingesta de alcohol y de las demás sustancias de abuso
• Control adecuado de la diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y todas las enfermedades imbricadas en la disfunción eréctil.
Todo este control de hábitos tóxicos beneficia a los pacientes con disfunción eréctil, mejorando su función endotelial y ayudando a la terapia farmacológica.

Terapia farmacológica

Es muy efectiva y se basa en los cuatro inhibidores de la fosfodiesterasa 5 que están en el mercado: sildenafilo, vardenafilo, tadalafilo y avanafilo.
Todos precisan de receta medica y un estudio previo por el médico y, la elección de cada uno de ellos, dependerá tanto del perfil del paciente y sus expectativas sexuales como de sus características farmacológicas: duración y rapidez del efecto, interacción con los alimentos…

Campañas de educación sanitaria

La disfunción eréctil se puede prever y reducir, pero es necesario que haya más campañas de educación sanitaria, igual que se hace con la patología vascular (infarto agudo de miocardio u otras), máxime cuando sabemos que la disfunción eréctil es consecuencia e indicadora de dicha patología.

Formación continuada a los sanitarios

Encuestas recientes han desvelado que el 35,4 por ciento de los pacientes afectos de disfunción eréctil consultan información relacionada con ella a través de Internet, y por delante del médico de Atención Primaria.
Por todo esto habría que promover la formación continuada a los médicos de Atención Primaria y otros estamentos sanitarios en el abordaje de la disfunción eréctil y, al mismo tiempo, elaborar material informativo para los propios médicos y cuestionarios específicos para el diagnóstico.
Sería interesante realizar campañas de formación continuada a estos profesionales sanitarios por parte de especialistas, ofreciéndoles información sobre la prevalencia de la enfermedad, los medios de diagnósticos y las posibilidades de tratamiento.