El hiato esofágico es un orificio que existe en el diafragma (músculo que separa el tórax del abdomen), a través de este pasa el esófago para unirse posteriormente al estómago. La hernia se produce cuando una porción del estómago protruye hacia arriba penetrando en el tórax.
La aparición de esta patología, en la mayoría de los casos, suele asociarse a pérdida de fuerza, flexibilidad o laxitud de los músculos y ligamentos abdominales, elevada presión abdominal, aunque en ocasiones la causa primaria está relacionada con malformaciones congénitas.
La prevalencia exacta es difícil de cuantificar, aunque su incidencia es directamente proporcional a la edad y la obesidad, se da con más frecuencia en mujeres multíparas, personas que realizan esfuerzos repetitivos con la musculatura abdominal o con patologías asociadas.
Clasificación
• TIPO I o deslizantes: Se produce un deslizamiento del cardias hacia la zona del mediastino, en la mayoría de los casos debido a la pérdida de fuerza del ligamento freno-esofágico, son las más frecuentes (80-90% de los casos).
• TIPO II, paraesofágicas o rodantes: Se mantiene la unión gastro-esofágica pero el hiato es más grande y deja que las vísceras atraviesen hacia el mediastino quedando en paralelo al esófago.
• TIPO III o mixtas: Se dan cuando se combinan el tipo I y II.
• TIPO IV: La herniación puede ser combinación del estómago con otros órganos herniados son más grandes, intestino delgado o grueso, bazo, páncreas o solamente de estos últimos.
Los síntomas de la hernia de hiato pueden controlarse disminuyendo los factores de riesgo extrínsecos como; evitar el sobrepeso, comidas copiosas y abundantes, levantar objetos pesados, estreñimiento, etc.
Existen casos en los que las medidas higiénicas no son suficientes y hay que introducir productos farmacológicos como antiácidos, que reducen la acidez estomacal mediante la neutralización, inhibidores de la bomba de protones o de histamina-2 que reducen la formación y secreción de ácido por las glándulas del estómago.
Cuando los síntomas no pueden ser controlados o aparecen complicaciones graves es conveniente plantearse la cirugía. Esta intervención se puede realizar mediante técnica laparoscópica o cirugía abierta y su objetivo final es cerrar el hiato, reducir el tamaño de la hernia y recolocar los órganos afectados en su lugar.
La pérdida de peso es una de las medidas más efectivas ya que reduce considerablemente la presión abdominal, realizar comidas más ligeras y aumentar el número de ingestas facilitara el proceso de la digestión.
Se desaconsejan alimentos ricos en grasa como; mantequilla, nata, embutido, carnes y pescados grasos, queso curado, evitar legumbres con piel, chocolate, café, alcohol, especias y picantes. Utilizar técnicas culinarias como vapor o plancha, frutas y verduras mejor cocinadas que crudas, introducir alimentos ricos en fibra para evitar el estreñimiento y lácteos desnatados. Tener en cuenta que los alimentos muy fríos o muy calientes favorecen la irritación.
Realizar la última comida dos o tres horas antes de ir a la cama, si es necesario se puede dormir con el plano de la cama 30ª, esto evitara el reflujo.
AUTORES:
Ana Belén Mongio Pardo. Enfermera de especialidades médicas. H.G.San Jorge. Huesca
Lucía Rivarés Garasa. Enfermera de especialidades médicas. H.G. San Jorge. Huesca
Óscar Sambía Novellón. Enfermero de especialidades médicas. H.G. San Jorge. Huesca
Esmeralda Lobera Salvatierra. Enfermera de urgencias. H.G. San Jorge. Huesca
Nieves Otín Guarga. Enfermera de especialidades médicas. H.G. San Jorge. Huesca