OBESIDAD
El tratamiento de la obesidad en la edad pediátrica se basa en la modificación de los hábitos dietéticos y el aumento de la actividad física y cambios de conducta, todo ello apoyado en una educación nutricional correcta del paciente y de la familia. Está absolutamente contraindicado el empleo de productos hormonales y anorexígenos.
La dieta debe ser reducida en el aporte de energía, equilibrada nutricionalmente para permitir el mantenimiento de la masa magra y el adecuado crecimiento lineal y, por supuesto, debe ser aceptada por el niño. Las limitaciones dietéticas muy estrictas presentan varios y graves inconvenientes:
- Riesgo de no cubrir los requerimientos básicos de diversos nutrientes, afectando seriamente el desarrollo.
- Puede acarrear trastornos de la conducta alimentaria y otros efectos psicológicos adversos.
- No puede mantenerse una dieta tan restringida prolongadamente, presentando marcado efecto rebote tras el cese de la dieta.
Aspectos prácticos en la dieta recomendada para niños obesos:
- Comer en menor cantidad: suele ser útil indicar que coman lo mismo que los demás miembros de la familia pero en plato de postre.
- Evitar las comidas fuera de hora.
- Suprimir el consumo de dulces y refrescos azucarados.
- Aumentar el consumo de fibra con idea de lograr sensación de saciedad (pan integral, frutas con piel, legumbres, etc.).
- Utilizar leche desnatada.
- Recortar la grasa visible (pollo sin piel, etc.).
Aumento de la actividad física
La intervención dietética en combinación con programas de ejercicios físicos obtiene un resultado sensiblemente superior que la manipulación dietética exclusiva. La actividad física sola, sin rectificación dietética, no es efectiva en la reducción del peso. Hay que huir de ejercicios físicos intensos pero ocasionales; es recomendable el ejercicio físico programado con actividades que diviertan y que estén incluidas dentro del tratamiento global de cambio de vida, por lo que tiene que ser compaginado con la vida escolar. Es útil subir y bajar escaleras sistemáticamente.
Modificación de conducta
Es fundamental la colaboración del niño y su familia. Si uno o los dos padres son obesos y no están motivados para perder peso es prácticamente imposible el éxito del tratamiento. Medidas tan simples como reducir el tiempo dedicado para ver televisión o para jugar con videojuegos pueden contribuir de forma significativa en la disminución de peso.
Prevención de la obesidad Los resultados del tratamiento de la obesidad una vez establecida son poco gratificantes. Por ello, los esfuerzos deben dirigirse hacia la prevención, que en la actualidad es el método más eficaz para solucionar este grave trastorno nutricional. Las medidas preventivas deben iniciarse lo antes posible con el fin de involucrar a la familia en la corrección de hábitos dietéticos y en el estilo de vida. Las medidas generales van dirigidas a todos los niños desde recién nacidos, pero deben intensificarse en niños de riesgo (inicio de sobrepeso en períodos críticos, y en niños hijos de padres obesos):
- Promoción de la lactancia materna.
- Retraso en la introducción de la alimentación complementaria.
- Favorecer la masticación.
- Evitar el picoteo no nutricional entre comidas.
- Promover el ejercicio físico.
- Evitar la actitud sedentaria (reducir horas de televisión y de videojuegos).
DIARREA/GASTROENTERITIS AGUDA
Se entiende por gastroenteritis la infección gastrointestinal que clínicamente produce vómitos, diarrea, dolor abdominal y fiebre. La alimentación del niño con gastroenteritis aguda será lo más precoz posible y una vez que se sobrepase la fase de rehidratación (mediante soluciones de rehidratación oral hiposódicas), ya que evita la malnutrición. Es muy importante por lo tanto no mantener un ayuno prolongado e innecesario, ya que el reposo intestinal y la ingesta inadecuada pueden perpetuar la diarrea aumentando el riesgo de malnutrición. Desde el principio se ha de ofrecer comida, sin forzarle. En lactantes alimentados al pecho, se debe reanudar la alimentación tras el período de rehidratación. Si está con lactancia artificial, debe mantenerse la misma fórmula sin diluir. Las fórmulas diluidas o sin lactosa no presentan ninguna ventaja en la mayoría de los casos. Sólo cuando se agrava la diarrea y se demuestra la intolerancia a dicho disacárido, está justificada la utilización de las fórmulas sin lactosa. Los alimentos que se suelen tolerar mejor son: cereales (arroz, trigo), patata, pan, carne magra, verdura, pescado, yogur y fruta. La tendencia actual es el uso de una dieta normal para la edad del paciente evitándose los alimentos y las bebidas con alto contenido en azúcar, las comidas flatulentas y las de alto contenido en grasa.
ESTREÑIMIENTO
El estreñimiento es un síntoma derivado de una defecación difícil y/o de una retención fecal anómala. Consiste en el paso de heces duras, defecación dolorosa o con una frecuencia inferior a 3 veces por semana, acompañándose o no de incontinencia fecal.
Intervenciones dietéticas
La principal recomendación respecto a los hábitos alimentarios es establecer una ingesta adecuada de fibra y líquidos, en el contexto de una dieta equilibrada.
Fibra de la dieta
Es la porción comestible de los vegetales. La fracción soluble de la fibra se encuentra, sobre todo, en las frutas, legumbres y cereales como cebada y avena. La fibra insoluble la componen principalmente los cereales integrales, el salvado (sobre todo de trigo, centeno y arroz) y los vegetales. La indicación actualmente más aceptada de ingesta de fibra en población pediátrica es de 0,5 g/kg/día hasta la edad de 10 años, aunque resulta menor en edades posteriores. El límite superior correspondería a las indicaciones de 10-12 g/1.000 kcal. Se recomienda, además, que esta cantidad se alcance mediante el consumo de alimentos que aporten también minerales y vitaminas, como son las frutas, vegetales, legumbres y cereales, más que con suplementos de fibra purificados. En lactantes se indica, a partir de los 6 meses, una introducción progresiva de fibra dietética en forma de frutas y vegetales. El aumento en la ingesta de fibra ha de acompañarse de un aumento en la ingesta de líquidos, para favorecer el incremento en la retención de agua en el bolo fecal. Los hidratos de carbono como el sorbitol, presente en los zumos de ciruela, pera y manzana, pueden producir un aumento en la frecuencia y el contenido de agua de las heces, aunque se discute si el poder laxante de estos zumos no está más relacionado con la concentración relativa de fructosa y glucosa. En los últimos años se discute el que el estreñimiento en niños pequeños pueda ser una manifestación de intolerancia a las proteínas de leche de vaca, aunque todavía no hay estudios que lo demuestren.