Según la Real Academia Española, la resiliencia se define como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o a un estado o situación adversos.
Por su parte, la American Psychological Association explica la resiliencia como un proceso para recuperarse de experiencias difíciles y adaptarse bien ante la adversidad, el trauma, la tragedia, las amenazas y los factores relevantes de estrés.
Efectos psicológicos de la pandemia
La pandemia (COVID-19) se está manifestando (i) no solo como agente perturbador (la enfermedad per se), sino también (ii) como situación extremadamente adversa (escenario socio-sanitario). Somos conscientes de que estos dos factores constituyen una amenaza clara y tangible para todos los seres humanos, ya que ponen en riesgo nuestro sentido básico de seguridad e incrementan los síntomas de angustia. Durante estos largos meses, estamos viviendo en un estado de incertidumbre en el que muchas personas se ven obligadas a adaptarse a una nueva realidad dominada por el miedo, el duelo, la enfermedad y la frustración. Un objetivo psicológico clave consiste en promover la resiliencia tanto a nivel individual como a nivel de sistema familiar con el fin de lograr un estado psicopatológico estable y adaptativo.
Promover la resiliencia humana
La investigación actual indica que la resiliencia individual es uno de los mejores predictores para hacer frente a las amenazas de la COVID-19. Contribuye de manera significativa a la hora de predecir tanto la posible emergencia de síntomas de depresión-ansiedad como el uso beneficioso de estrategias de afrontamiento del estrés. Varios factores promueven la resiliencia: la personalidad optimista, el apoyo social, los vínculos, el consumo adecuado de la información (sin sobreexposición), el uso de estrategias de distracción, y la reducción del aislamiento social (vía comunicación en línea). Para aquellas personas que padecen la enfermedad resulta importante aumentar las conductas de búsqueda de ayuda y mantener el cuidado físico continuo para mantener la resiliencia.
Respecto a la resiliencia en el sistema familiar algunos factores estudiados y que mejoran la capacidad de adaptación son la cohesión familiar, una buena comunicación interpersonal, y una gestión económica adecuada. El buen funcionamiento familiar para resistir y recuperarse -como sistema- ante la adversidad favorece la resiliencia individual ya que muchas personas están experimentando períodos de cuarentena junto a miembros de la familia.
Los enfoques terapéuticos orientados a promover la resiliencia ante la pérdida y el duelo buscan (a) contextualizar la angustia; (b) atender a los desafíos, sufrimientos y conflictos emocionales de las familias; y (c) fortalecer los procesos relacionales que apoyan el afrontamiento, la adaptación y el crecimiento emocional.