La prueba de esfuerzo cardiopulmonar o “ergoespirometría” es una herramienta diagnóstica, segura, no invasiva y reproducible, utilizada en el ámbito clínico con la que evaluar el funcionamiento cardiovascular, ventilatorio, metabólico y músculo-esquelético durante el ejercicio.
Su uso se remonta a los años 60, donde Karlman Wasserman describió a través del intercambio de gases (las anteriores técnicas invasivas suponían una demora importante en el análisis de los resultados) cómo determinar el punto de acidosis metabólica como consecuencia de una mayor demanda energética al aumentar la intensidad del ejercicio. Observó que pacientes con insuficiencia cardíaca presentaban una acidosis metabólica prematura. Este punto, denominado “umbral anaeróbico”, continúa siendo uno de los mejores indicadores del éxito deportivo en las pruebas de resistencia.
La técnica mide el intercambio de gases en la respiración a través de una máscara (consumo de O2, producción de CO2 y ventilación), además de la monitorización de las señales eléctricas del corazón, presión arterial, frecuencia cardiaca y saturación de oxígeno durante una prueba de esfuerzo progresiva hasta el agotamiento.
En comparación a pruebas realizadas en reposo (espirometría, electrocardiograma, etc) la tolerancia al ejercicio es un mejor predictor del estado de salud y del pronóstico de personas afectadas por enfermedades cardiovasculares o pulmonares. Esta técnica permite conocer con mayor detalle los factores limitantes del ejercicio (como una isquemia miocárdica o limitaciones pulmonares/ventilatorias donde aumenta la ventilación requerida para eliminar una determinada cantidad de CO2).
Sin duda alguna, el protagonista con traje y corbata de la ergoespirometría es el VO2max o consumo de oxígeno máximo que puede ser captado a través del sistema respiratorio, transportado por el sistema cardiovascular y extraído por los tejidos. Mientras que una capacidad cardiopulmonar o VO2max menor a <20 ml de oxígeno por kg/min representa una afectación más severa y peor pronóstico en pacientes con enfermedades cardiopulmonares (>50% de posibilidades de infarto de miocardio, ictus o muerte cardiovascular en pacientes con insuficiencia cardíaca con un VO2max <10ml/kg/min), los atletas de élite como el corredor de montaña español Kilian Jornet, gozan de un sistema cardiopulmonar que puede llegar a consumir hasta 92 ml/kg/min de oxígeno.
Firma invitada: Erreka Gil Rey. Dr. en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Profesor del grado de CAFyD en la Universidad de Deusto. Rehabilitador en la Clínica TDN