Mastitis, el lado oscuro de la lactancia


Miren García Chavero, Ainara Pascal Sangari e Irantzu Lizarraga Buldain

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Durante la lactancia, la madre puede sufrir diversos problemas en los pechos que con frecuencia son motivo de destete precoz por el intenso dolor y malestar que producen. Uno de ellos es la mastitis, y aunque su incidencia en nuestro entorno es inferior al 10%, desde el punto de vista médico, es considerada la principal causa de abandono de la lactancia.

La mastitis es la inflamación de uno o varios lóbulos de la mama que puede acompañarse o no de infección. En el 75-95% de los casos sucede en las primeras doce semanas, aunque puede ocurrir en cualquier momento de la lactancia.

Mastitis no infecciosa

La mastitis no infecciosa u obstrucción de conductos se presenta como consecuencia de una retención de leche. Se siente un bulto duro y doloroso que puede acompañarse de febrícula.
Todas las situaciones que desencadenan el drenaje insuficiente son factores predisponentes: ingurgitación, grietas, técnicas de lactancia restrictivas, obstrucción debido al uso de ropa muy ajustada.
Esta situación requiere el vaciado eficaz de la mama aumentando la frecuencia de las tomas. El masaje en dirección al pezón y la aplicación de calor local antes de dar el pecho, facilita la salida de la leche y alivia el dolor. Es importante cambiar la posición del bebé al mamar, favoreciendo la postura en la que su barbilla esté colocada hacia la zona afectada, ya que se vacía mejor el área que está en contacto con la lengua .Por este motivo las obstrucciones suelen producirse en la parte más alejada, hacia la zona de la axila.
Si el bebé no vacía bien el pecho conviene terminar de extraer la leche retenida con un sacaleches o mediante extracción manual.

Mastitis infecciosa

Una obstrucción local que no se trata a tiempo puede convertirse en una mastitis infecciosa; pero también hay mastitis que comienzan como tales desde el primer momento.
En la mama se encuentra de forma fisiológica una flora bacteriana formada por estafilococos, estreptococos y bacterias lácticas. Cuando sucede la mastitis se produce una alteración microbiana con un aumento del germen causal y desaparición del resto de bacterias.
La mastitis clásica, se caracteriza por la presencia de una zona de color rosada en la mama, dolorosa, caliente e inflamada; acompañado de fiebre de 38,5ºC o superior, molestias generales de tipo catarral y, en ocasiones, nauseas y vómitos. S. Aureus es el germen más frecuentemente relacionado con estos cuadros.
El tratamiento debe ser precoz y no se tiene que suspender la lactancia. La leche del pecho enfermo es ligeramente más salada y el niño puede rechazarla; pero siguiendo las medidas físicas para favorecer el vaciado de la mama y alivio de dolor, acompañado de la toma de antiinflamatorios y antibioterapia, el curso de la enfermedad suele ser breve.

Mastitis subclínica

Puede haber cuadros de mastitis con frecuencia infradiagnosticados, cuyo único síntoma es dolor al mamar, con sensación de quemazón y pinchazos como agujas, sin llegar a tener fiebre.
El germen principalmente vinculado en infecciones crónicas, insidiosas y/o recurrentes es S. Epidermidis.
Ante un dolor de pecho injustificado, grietas y/o mastitis recurrente es recomendable recoger una muestra de leche para hacer recuento de leucocitos, cultivo y antibiograma. Pero en nuestro país, hoy por hoy, no hay costumbre de realizar estos análisis. Es necesario utilizar en estos casos el antibiótico pertinente, al que no sea resistente el germen.
El uso de bacterias probióticas cuidadosamente seleccionadas puede ser una estrategia alternativa o complementaria a la antibioterapia, ya que la leche humana parece ser una fuente idónea y varias cepas se encuentran en estudio.
La mastitis es una experiencia dolorosa y frustrante en la madre, siendo el apoyo por parte de los profesionales y sus consejos, las armas terapéuticas más importantes para superar esta situación, y contribuir a que la experiencia de dar el pecho vuelva a ser satisfactoria.