Me han detectado un cáncer de próstata, ¿qué opciones tengo? ¿Me pueden operar con robot?


Mónica Sanz del Pozo, Ángel García de Jalón Martínez, José Manuel Sánchez Zalabardo, Ángel Borque Fernando y María Jesús Gil Sanz

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El cáncer de próstata es un tumor maligno de la próstata. La mayoría de ellos tienen un crecimiento lento y no causa síntomas. La edad media en la que se diagnostica es en torno a los 65-70 años. Su detección ha mejorado en los últimos años debido al desarrollo de las nuevas herramientas diagnósticas.

Las posibilidades de tratamiento van a ser diferentes según el estadio en el que se halla diagnosticado el cáncer. Nos vamos a centrar en el cáncer de próstata localizado, aquel que se encuentra limitado a la próstata. Puede tratarse con vigilancia activa, radioterapia o cirugía con prostatectomía radical.

El cáncer de próstata localmente avanzado es aquel en el que el tumor se ha extendido más allá de la próstata a las estructuras vecinas (vesículas seminales, cuello vesical) o ganglios linfáticos próximos. Suele tratarse mediante radioterapia y hormonoterapia, o también mediante cirugía con prostatectomía radical.

Si hay extensión en otros órganos, huesos, o en ganglios linfáticos distantes, se conoce como cáncer de próstata metastásico. El tratamiento es médico mediante hormonoterapia, quimioterapia y en ocasiones radioterapia de las metástasis.

La cirugía del cáncer de próstata es la prostatectomía radical. Consiste en la extirpación de toda la glándula prostática junto con las vesículas seminales (dibujo 1). Si se trata de un cáncer de alto riesgo es necesario extirpar también los ganglios linfáticos de la zona.

Tras la extirpación de la próstata, se debe reconstruir el paso de la orina, mediante una sutura entre el cuello de la vejiga y la uretra, lo que se llama anastomosis (dibujo 2), dejando una sonda que facilita la salida de la orina e impide que esta fugue por la anastomosis durante los primeros días.

La próstata está muy próxima al esfínter que evita que se escape la orina. Además, los nervios que llevan la información para producir la erección pasan completamente pegados a ambos lados de la próstata. Por ello, los efectos secundarios más frecuentes de esta cirugía son la incontinencia de orina y la impotencia.

La prioridad de esta cirugía es acabar con el cáncer. En cánceres poco agresivos, podemos aproximarnos todo lo posible a la próstata con la intención de intentar respetar los nervios de la erección; en cánceres agresivos no podemos acercarnos tanto a la próstata porque corremos el riesgo de dejar márgenes afectados por el tumor.

La técnica de la prostatectomía ha evolucionado con el tiempo

Inicialmente se realizaba por vía abierta con una incisión desde debajo del ombligo hasta el pubis, en la actualidad sigue realizándose así si hay antecedente de cirugías previas, casos de gran complejidad, dependiendo del hábito del cirujano, etc.

La cirugía laparoscópica es desde hace tiempo la técnica de elección en muchas cirugías, también en la prostatectomía. Consiste en introducir una cámara dentro de la cavidad abdominal y los instrumentos de trabajo a través de incisiones pequeñas. Al ser menos invasiva reduce el riesgo de infección de la herida, al amplificar la imagen reduce el riesgo de sangrado, y esto permite acortar el tiempo que debe permanecer el paciente en el hospital después de la cirugía.

La cirugía robótica es un avance más. El sistema de trabajo es similar a la laparoscopia, pero los instrumentos y la cámara que se emplean permiten más libertad de movimiento al cirujano, así como una visión mucho más amplificada y en 3 dimensiones, lo que hace que tenga una mayor precisión en la cirugía. Esto potencia aún más las ventajas que ya aportaba la cirugía laparoscópica frente a la abierta.

En la prostatectomía radical, el empleo del robot tiene especial interés en aquellos pacientes en los que queremos preservar los nervios de la erección, ya que, al aumentar la precisión en la cirugía, conseguimos una recuperación más rápida de la continencia y la potencia frente a las técnicas clásicas.

AUTORES

Mónica Sanz del Pozo, Ángel García de Jalón Martínez, José Manuel Sánchez Zalabardo. Adjuntos.

Ángel Borque Fernando. Jefe de Sección.

María Jesús Gil Sanz. Jefa de Servicio.

Hospital Universitario Miguel Servet.