¿Por qué mi bebé se chupa el dedo?


Ana Fábrega López. Logopeda. Especialista en Atención Temprana y Lactancia Materna.

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El uso del chupete y la succión digital (de dedos) es un tema que genera controversia y polémica entre los diferentes miembros de la familia y algunos profesionales.

Para abordar este tema es importante saber que, tras el nacimiento, el recién nacido tiene que volver a adaptarse a un medio nuevo, fuera del vientre de su madre y que esta adaptación tiene que hacerla con el único recurso que tiene disponible y bajo control: la succión.

Se pueden diferenciar dos tipos de succión: succión nutritiva y succión no nutritiva.
La succión nutritiva: Es una coordinación de reflejos (respiración- succión- deglución) gracias a la cual, el bebé recibe los nutrientes necesarios para su desarrollo. Los recién nacidos necesitan que los reflejos estén coordinados para poder extraer y tomar leche, ya sea de biberón o del pecho materno.
Por otro lado, la succión no nutritiva: Es calmante y autorreguladora, la utilizan los bebés, para conocer y explorar el medio que les rodea. No necesitan una coordinación tan precisa de reflejos, ya que no extraen líquido por lo que la deglución es menor y la respiración es más continua. Para llevar a cabo la succión no nutritiva precisan de un pecho vacío, un chupete o un dedo.
En resumen, el uso de chupetes y la succión de dedos, es una buena opción durante el primer año de vida, pudiendo alargar como máximo hasta los dos primeros años de vida, cuando la alimentación del bebé continúa siendo principalmente por succión. A partir de este tiempo, se desaconseja su uso continuado, ya que puede tener consecuencias negativas para la formación del paladar, maxilares (mandíbulas), musculatura facial, dentición y desarrollo del habla.

Uso adecuado del chupete

Para un uso adecuado del chupete, el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de pediatría, ha recogido diferentes recomendaciones de las cuales se muestra un resumen a continuación:
• En los recién nacidos amamantados es mejor evitar el chupete durante los primeros días de vida hasta que la lactancia materna esté establecida y no desaconsejarlo a partir del mes de vida, edad en la que comienza el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante.
• Los profesionales deben conocer que en ocasiones el uso del chupete es un marcador de que existen dificultades en la lactancia, por lo que deben identificar estas situaciones y adquirir las habilidades necesarias para ayudar adecuadamente a las madres, tanto con la técnica de la lactancia como infundiéndoles confianza en sí.
• En las unidades neonatales en relación con los procedimientos dolorosos, si no existe la posibilidad de que el niño mame, se le debe ofrecer como método de analgesia no farmacológica la succión de un chupete.
• En los niños lactados artificialmente la recomendación del uso del chupete es especialmente importante, ya que presentan otras características que pueden aumentar el riesgo del Síndrome de muerte súbita del lactante. (SMSL)
• Para evitar otros efectos adversos del uso del chupete se recomienda, en todos los niños, limitar su uso hasta el año de vida, lo cual incluye las edades de máximo riesgo del SMSL y aquellas en las que el lactante tiene más necesidad de succionar.
• Los profesionales de la salud deben conocer e informar a las familias que, además del chupete, existen otras maniobras para calmar a un bebé como son el contacto piel con piel y otros métodos de succión no nutritiva.
La retirada de la succión del dedo es más compleja aún que la retirada del chupete, ya que el dedo forma parte del cuerpo del bebé y lo tiene disponible más fácilmente. En adición, los malos hábitos provocados por la succión del dedo, tienen unas secuelas más severas que el uso del chupete.
Para ayudar en su retirada, se recomienda:
• Intentar sustituir por el chupete, o por otros estímulos como piel con piel o juegos de interés.
• No castigar, usar distracciones.
• Si el niño es mayor, se puede llegar a un acuerdo.
Si los problemas persisten y se alargan en el tiempo, es recomendable acudir al especialista: pediatra, logopeda, odontopediatra y en algunas ocasiones también al otorrinolaringólogo.