Prevención del ictus


Eduardo Martínez-Vila, Pablo Irimia y María Carmona Iragui

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Con la palabra “Ictus” nos referimos a un trastorno de la circulación cerebral, de comienzo súbito, que originará la destrucción de una parte del cerebro, y se manifestará por síntomas muy graves e incapacitantes.

Hay dos tipos de Ictus:

  • Ictus Isquémico o Infarto cerebral. Se produce al quedar sin riego sanguíneo una parte del cerebro, debido a la obstrucción de una arteria.
  • Ictus Hemorrágico o Hemorragia cerebral. Se produce por la rotura de una arteria cerebral, y la consiguiente hemorragia en el interior o la superficie del cerebro.

El 80% de los ictus son infartos cerebrales, y el 20% son hemorragias. El ictus es una urgencia neurológica que requiere ingreso en una Unidad de Ictus.

¿Cuál es la importancia del Ictus?

En España, el ictus constituye la primera causa de muerte en las mujeres y la segunda en los varones. Representa tambien la 1ª causa de discapacidad grave en el adulto y es la 2ª causa de demencia.

Tras un Ictus, alrededor del 20% de los pacientes fallecerá a lo largo del primer mes. A los 6 meses, el 44% de los supervivientes quedará en una situación de dependencia funcional, y sólo el 41% serán independientes. En Navarra se producen aproximadamente 1100 ictus nuevos cada año, lo que equivale a que cada 8 horas en algún punto de Navarra, un paciente sufre un ictus.

¿Cómo se manifiestan los ictus?

Los síntomas con que puede presentarse un ictus son muy variados, y dependen de la zona del cerebro lesionada. Los más frecuentes son:

  • pérdida de fuerza o de sensibilidad en la mitad del cuerpo.
  • pérdida de visión transitoria o permanente, en un ojo.
  • dificultad para hablar o para comprender el lenguaje.
  • dolor de cabeza muy intenso, de inicio brusco y distinto del habitual.

¿Cuáles son los factores de riesgo del ictus?

Los ictus pueden presentarse a cualquier edad, aunque son mucho más frecuentes a partir de los 60 años y algo más en los varones. Sin embargo, hasta un 15% de los ictus ocurren en pacientes menores de 45 años.

El ictus se presenta generalmente en personas portadoras de los llamados Factores de Riesgo Vascular (FRV). De todos los FRV para el ictus, la hipertensión arterial (HTA) es el de mayor importancia, tanto para el infarto como para la hemorragia cerebral.

Los FRV clásicos para el infarto cerebral, además de la HTA, son el aumento del colesterol o triglicéridos, la diabetes, el tabaquismo, la ingesta excesiva de alcohol, hiperuricemia, el sedentarismo, la obesidad, etc. Estos factores facilitan el desarrollo de la arteriosclerosis, y la formación de “placas de ateroma” en la pared de las arterias, pudiendo llegar a obstruir el paso de la sangre. Recientemente se ha incluido entre los FRV el síndrome de apnea del sueño.

Por otra parte, las enfermedades hematológicas que aumentan la coagulación de la sangre, y sobre todo enfermedades cardiacas, como la fibrilación auricular, facilitan que se formen coágulos en la circulación que pueden obstruir las arterias del cerebro. Los ictus en adultos jóvenes son cada vez más frecuentes, y a menudo en relación con el consumo de drogas (cocaína, anfetaminas, drogas de diseño). En mujeres jóvenes, la asociación de tabaquismo, migraña e ingesta de anticonceptivos orales, es un FR para infarto cerebral.

Los Ataques Isquémicos Transitorios (AIT) son el signo de alarma más fiable y FR más importante de la inminencia de un infarto cerebral. Consisten en síntomas transitorios como debilidad del brazo y pierna de un lado del cuerpo, dificultad para hablar, o pérdida brusca de visión por un ojo, que duran escasos minutos o muy pocas horas, y están “avisando” que una parte del cerebro quedó breves momentos sin “riego”. Dado que casi un 30% de los Infartos cerebrales se preceden de estos síntomas de “aviso”, su identificación y tratamiento constituyen una importante medida para prevenir el infarto cerebral.

Para la Hemorragia cerebral, el FRV más importante es tambien la HTA, destacando luego en importancia el mal control del tratamiento anticoagulante oral (Sintrom). Si los pacientes que toman Sintrom, tienen además un mal control de la HTA, su riesgo de hemorragia es muy superior. También, se asocian a un mayor riesgo de ictus hemorrágico, las enfermedades hematológicas que predisponen al sangrado, las malformaciones arteriovenosas cerebrales y los aneurismas. En estas malformaciones vasculares, la hemorragia cerebral se produce por rotura de la pared arterial, que se encuentra muy debilitada y frágil.

¿Se puede prevenir el ictus?

El ictus con frecuencia puede prevenirse o al menos reducir notablemente el riesgo de sufrirlo. La prevención es esencial. Dado que el ictus se presenta de forma súbita, y generalmente sin síntomas de aviso, lo fundamental es identificar y tratar los FRV y hábitos de vida nocivos, para corregirlos. El tratamiento urgente de los pacientes que han tenido un AIT representa una medida preventiva de la mayor importancia para evitar un infarto cerebral.

Control de factores de riesgo vascular. La adecuada identificación y control de los distintos FRV (HTA, diabetes, dislipemia, fibrilación auricular, etc), siguiendo las indicaciones terapéuticas específicas para cada paciente, las recomendaciones de régimen de vida y alimentación, y las revisiones periódicas establecidas por su Médico de Familia son de la mayor importancia.

El consumo moderado de vino, la realización de ejercicio físico de forma habitual, evitar el sobrepeso, la supresión de forma absoluta del tabaco, la ingesta de frutas, verduras, pescados y aceite de oliva, o la reducción de grasas animales, azúcares refinados, y el exceso de sal en la dieta, son todas medidas higiénicas de aplicación general.

Tratamiento de los AIT. El reconocimiento y tratamiento precoz de los AIT es una de las medidas más importantes eficaces para prevenir un infarto cerebral, ya que son el “signo de alarma y aviso” más fiable de riesgo de ictus en las horas o días siguientes. Los pacientes con AIT requieren una evaluación neurológica urgente, a fin de establecer el diagnóstico y tratamiento adecuado.

Los pacientes con AIT debidos a una cardiopatía embolígena, sobre todo la fibrilación auricular, se tratan con anticoagulantes orales (Sintrom). Este tratamiento debe ser controlado por su Médico de Familia con análisis de sangre cada mes para determinar el INR, (mide el “grado de anticoagulación”), que debe estar entre 2 y 3.

Los pacientes con AIT de otras causas (generalmente en relación con la arteriosclerosis), se tratan con antiagregantes plaquetares (aspirina, triflusal, o clopidogrel). Cuando los AIT se deben a la obstrucción de una arteria carótida, puede ser necesario además extirpar quirúrgicamente la placa de ateroma (endarterectomía) o aplastarla contra la pared (angioplastia) para mantener la arteria permeable.