Primavera tras primavera, los medios de comunicación bombardean al ciudadano con infinidad de productos que prometen la figura deseada en tiempo récord y sin esfuerzo. La “prueba bikini ó del bañador” es todo un filón para los amigos del fraude.
Desde todas las instancias sanitarias se ha dado la voz de alarma, y no solo por el perjuicio económico que provoca al que los consume, sino por que en algunos casos supone importantes perjuicios en la salud.
Los reyes del fraude son los productos “supuestamente adelgazantes”, pero podemos encontrar desde los que con un simple masaje hacen que desaparezca cualquier tipo de dolor e incluso los que son capaces de acabar con el cáncer.
El ansia de una sociedad que cada día quiere ser mas bella y perfecta es el caldo de cultivo perfecto para que sigan proliferando este tipo de “fraudes”.
Todo producto que nos promete una solución inmediata y sin esfuerzo podemos considerarlo, de entrada, sospechoso y si a eso añadimos el hecho de que suelen tener un coste económico importante, es seguro que nos encontramos ante un producto “milagro” ó como deberíamos llamarlos “fraudes”.
Cada día es mas frecuente escuchar en los medios de comunicación, y en muchos casos publicitado por presentadores o artistas famosos, las excelencias de productos para adelgazar, para que salga el pelo, pulseras magnéticas o plantillas que harán desaparecer todos los dolores, cremas o artilugios que nos proporcionan una musculatura fuerte y pérdida de grasa en poco tiempo…. y se preguntarán ¿por qué si todo eso es mentira, no hay leyes que lo impidan? Pues bien, sí hay leyes y la verdad es que muchas, pero la fuerza de los medios de comunicación y la dificultad en el control de estos hace que empresas sin escrúpulos utilicen estos medios y en tiempo record convencen a unos cuantos que con el alto costo de los productos justifican los posibles riesgos legales en los que puedan incurrir.
La legislación que regula la publicidad de estos productos existe (RD 1907/199 de 2 de agosto) pero es muy limitada en cuanto a la prohibición de su comercialización y prácticamente lo que hace es impedir determinados calificativos en su promoción, lo cual la hace poco efectiva.
¿Cómo detectarlos?
Intentando encontrar la efectividad de esta norma, que en su actuación puede no ser tanto, podríamos ayudarnos de ella para detectar cuando estamos ante un fraude. Así, debemos sospechar de un producto y rechazarlo cuando:
- Se destine a la prevención, tratamiento o curación de enfermedades transmisibles; de cáncer, insomnio, diabetes y otras enfermedades del metabolismo.
- Se utilice para describir sus virtudes, el termino natural vinculado a pretendidos efectos preventivos o terapéuticos.
- Asegure alivio o curación cierta de alguna afección.
- Utilice como respaldo cualquier clase de homologaciones o controles de autoridades sanitarias de otro país.
- Pretenda sustituir la utilidad de los medicamentos o productos sanitarios legalmente reconocidos, o la consulta o intervención de los profesionales sanitarios.
En el caso de los productos supuestamente adelgazantes, el RD tiene como pautas a tener en cuenta para detectar un producto milagro y por tanto deberíamos desecharlo, que:
En el caso de los productos supuestamente adelgazantes, el RD tiene como pautas a tener en cuenta para detectar un producto milagro y por tanto deberíamos desecharlo, que:
- Atribuya a los productos cosméticos o a los alimentos propiedades distintas de las reconocidas a los mismos conforme a su normativa especial.
- Sugiera propiedades adelgazantes o contra la obesidad.
- Aporte testimonios de profesionales sanitarios, personas famosas o conocidas por el publico, o pacientes supuestos o reales, como medio de inducción al consumo.
- Aluda a su venta en centros sanitarios o farmacias.
En general, aluda a propiedades preventivas o terapéuticas, sin el respaldo científico o técnico reconocido expresamente por la Administración Sanitaria.
Si revisamos esta larga lista, comprobamos que cuando escuchamos publicidad de uno de estos productos en los medios de comunicación, son fácilmente reconocibles las señales que podrían dar la voz de alarma, pero a pesar de ello, año tras año se siguen detectando productos que obtienen más y más beneficios en menor tiempo.
Desde los sectores sanitarios (médicos, farmacéuticos…), lo que mas nos preocupa son los posibles efectos adversos que pueden producir estos productos y especialmente los que prometen la curación de una grave enfermedad ya que, en algunos casos llegan a provocar el abandono de la medicación que el paciente esta tomando controlado por su médico, produciendo un agravamiento e incluso consecuencias peores. Probablemente no maten de forma inmediata, ni todos sean lo mismo, pero tampoco conocemos el alcance de sus efectos en el tiempo.
Un fraude
Los productos milagro son un fraude y debemos acabar con ellos y con los que comercian con nuestra salud.
Sabemos que no es fácil y que los amigos del fraude encuentran todo tipo de resquicios para comercializar productos que si tuvieran que pasar los controles de los medicamentos que tenemos actualmente en el mercado, no lo conseguirían; por ello salvan estos contratiempos consiguiendo registros sanitarios alimentarios o cosméticos con los que consiguen promocionar sus productos con eslóganes como “natural”, “avalado por..”, etc., algo que jamás podrían hacer si los controles que pasasen fueran los de un medicamento.
Ustedes pensaran que es lógico ya que no son medicamentos, pero en muchos casos son una serie de plantas que asociadas pueden ser una autentica “bomba” para nuestro organismo, sobre todo si además estamos tomando otros medicamentos para la tensión, la diabetes, el colesterol, el hipo ó hipertiroidismo….., y estamos nombrando afecciones que cualquiera de nosotros puede padecer.
No consuman productos de este tipo si consultar a su médico o farmacéutico, nos tienen cerca y ante la duda siempre podemos buscar respuestas.