La incontinencia urinaria consiste en la pérdida involuntaria de orina que ocurre durante la fase de llenado de la vejiga, y que supone un problema social e higiénico para la persona que la padece.
La incidencia de la incontinencia aumenta linealmente con la edad. Se estima que la prevalencia global de la incontinencia de orina es del 15%, superando en número de afectados a otras patologías más conocidas como la diabetes. Actualmente, 6,5 millones de españoles la padecen, pudiendo alcanzar los 14 millones en el año 2068, debido al progresivo envejecimiento de la población.
Tipos de incontinencia
Existen tres tipos de incontinencia según los síntomas que producen:
- Incontinencia urinaria de urgencia (IUU): está precedida de “urgencia” definida como un súbito deseo imperioso de expulsar la orina, el cual es difícil de postponer. Se debe a la hiperactividad del músculo de la vejiga o a la baja capacidad de distensión de ésta y no se relaciona con el esfuerzo o la actividad física. Sin embargo, suele asociarse a actividades de la vida cotidiana tales como: llegar al ascensor, tocar agua, colocar la llave en la cerradura al llegar a casa… de ahí que esta incontinencia de orina sea también conocida como la incontinencia de “las llaves”.
- Incontinencia urinaria de esfuerzo (IUE): se asocia a un esfuerzo físico (toser, reír, correr o andar) que provoca un aumento de la presión abdominal lo que condiciona una pérdida de orina. Alcanza su incidencia máxima en la quinta década de la vida.
- Incontinencia urinaria mixta (IUM): se trata de la suma de las dos anteriores
Vejiga “hiperactiva”
La incontinencia de urgencia va de la mano del “síndrome de vejiga hiperactiva”. Se trata de un conjunto de síntomas, entre los que destaca la urgencia miccional, que puede ir acompañado o no de incontinencia. La vejiga hiperactiva (VH) asociada a incontinencia urinaria se conoce como “VH húmeda”. Este síndrome es frecuente tanto en varones como en mujeres, y puede ser causado por lesiones nerviosas, obstrucción, inflamación de la vejiga, malfuncionamiento del músculo detrusor de la vejiga, entre otros, o ser yatrógena (producida por la actuación médica).
Diagnóstico
El diagnóstico de la incontinencia de orina y del síndrome de VH se realiza principalmente a través de una historia clínica detallada, una exploración física, el diario miccional, así como pruebas de análisis de orina e identificación de causas modificables. Si el tratamiento inicial fracasa o se presentan alteraciones complejas (como prolapso de órganos pélvicos, dolor, sangre en la orina persistente…) es recomendable realizar estudios urológicos más especializados (pruebas de urodinámica, revisión vesical endoscópica…).
Tratamiento
El tratamiento inicial de la incontinencia de orina de urgencia consiste en medidas conservadoras (modificaciones en el estilo de vida, entrenamiento vesical y del suelo pélvico), y tratamiento farmacológico. Otros tratamientos más especializados se recomiendan a pacientes en los que ha fracasado el tratamiento inicial o para aquellos que sufren trastornos complejos.
- La modificación del estilo de vida incluye: control de líquidos, ya que la ingesta de grandes cantidades de líquido puede aumentar la incontinencia urinaria, la pérdida de peso, evitar el estreñimiento, la reducción de consumo de cafeína, teína y tabaco…
- Los ejercicios de entrenamiento consisten en: los ejercicios de suelo pélvico para reforzar la musculatura pélvica (esfínteres…) y la reeducación vesical y la promoción del vaciado. A través de unas ligeras nociones sobre anatomía y fisiología, se enseñará al paciente a rellenar un “diario vesical”. Este diario se emplea para enseñar a los pacientes la función y la capacidad normal de su vejiga, y sirve para establecer unos objetivos reales. La forma más habitual de reeducación vesical consiste en realizar micciones programadas que buscan un incremento progresivo del intervalo entre micciones, siendo el objetivo final conseguir orinar cada 3 – 4 horas.
- En cuanto al tratamiento farmacológico: está indicado cuando las medidas conservadoras no han sido suficientes para mejorar la sintomatología urinaria. En el momento actual, existen dos grupos farmacológicos principales que se emplean para el tratamiento de la IUU: los anticolinérgicos y los fármacos agonistas de los receptores adrenérgicos. Ambos poseen más o menos el mismo grado de efectividad, comenzando a notarse los efectos beneficiosos de los mismos aproximadamente a las 4 semanas de comenzar el tratamiento.
Uno de los principales motivos por los que fracasa el tratamiento con fármacos es la baja tasa de adherencia por los efectos secundarios que estos producen, o por el desconocimiento por parte del paciente de necesidad de tratamiento crónico. Los efectos secundarios más frecuentes y sobre los que se debe advertir a los pacientes son:
- De fármacos anticolinérgicos: la sequedad de ojos y boca, el estreñimiento, el dolor de cabeza y la somnolencia. Asimismo, deben utilizarse con precaución en pacientes ancianos, por riesgo de disfunción cognitiva.
- De fármacos agonistas de los receptores adrenérgicos: la hipertensión arterial, la rinofaringitis y la infección urinaria.
- El tratamiento de segunda línea para pacientes que no responden al tratamiento farmacológico incluye: la inyección vesical de toxina botulínica (Botox) y la estimulación del nervio sacro, recurriendo en muy pocas ocasiones a procedimientos quirúrgicos más invasivos.
Conclusión
La IUU y la VH constituyen un problema de salud con alta prevalencia y afectan de manera directa en una disminución de la calidad de vida de los pacientes que las padecen, repercutiendo negativamente en aspectos psicológicos, laborales, socio-familiares y en la esfera sexual.
Sorprende, por otro lado, el escaso número de consultas médicas que se generan por este motivo. Esto se achaca a que muchos de los pacientes que la padecen utiliza absorbentes como método de control de su incontinencia, acto fomentado desde medios de comunicación y publicidad, lo que conlleva un cuantioso coste en términos económicos y ecológicos (empleo masivo de celulosa), hecho que convierte la IUU en un problema de salud pública.
AUTORES
Clara Camprubi Polo, Pablo Gómez Castro, Elena Sánchez Izquierdo. Médicos Residentes de Urología. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza
MªJesús Gil Sanz. Jefa de Servicio de Urología. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza