Para conocer mejor esta nueva entidad conocida como Obesidad Osteosarcopénica, vamos a profundizar inicialmente en la definición por separado de obesidad, sarcopenia y osteoporosis.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se define el sobrepeso y obesidad de la siguiente forma: “El Sobrepeso es una afección que se caracteriza por una acumulación excesiva de grasa. La Obesidad es una compleja enfermedad crónica que se define por una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”. Respecto al término sarcopenia, hace años, se definía como un equivalente a la baja masa muscular, siendo en 2019 cuando se introduce la Sarcopenia como una enfermedad en la que se ven afectada tres factores: la calidad del músculo, la fuerza y el rendimiento físico. Se ha visto que esta entidad conlleva un mayor riesgo de incapacidad, caídas y mortalidad, pero carece de reconocimiento clínico y de tratamientos farmacológicos. Por otro lado, la Osteoporosis es descrita como una enfermedad caracterizada por una insuficiencia de masa ósea y un deterioro estructural del tejido óseo que provoca un aumento de la susceptibilidad a las fracturas.
En 2014 aparece por primera vez el término «Obesidad osteosarcopénica” incluyendo dentro de la obesidad la Osteoporosis y Sarcopenia. Esto ocurre cuando encontramos un exceso de tejido graso, acompañado de una redistribución de la grasa hacia las vísceras (hígado, por ejemplo) y la formación de grasa en huesos y músculos, lo que provoca alteraciones en el tejido óseo y un deterioro muscular. Coexiste la obesidad y la pérdida de masa muscular y fuerza.
Según los estudios científicos, el riesgo de mortalidad se incrementa en este grupo de población. La suma de obesidad y sarcopenia supone un mayor riesgo proinflamatorio y metabólico. La obesidad sarcopénica confiere mayor riesgo cardiovascular y peores resultados en términos de funcionalidad que ser solo obeso o solo sarcopénico.
Aún no se comprende con precisión cómo influyen los distintos componentes de la dieta en esta condición. No sería suficiente con una pérdida de peso ya que esto incluso podría producir efectos adversos a nivel del músculo (con pérdida de este) y aumentar la fragilidad. Por ello, no se aconseja un tratamiento basado únicamente en dietas bajas en calorías, las cuales deben complementarse con ajustes específicos en la alimentación. En personas mayores con obesidad sarcopénica, se sugiere una restricción calórica mucho más moderada que en individuos jóvenes, aproximadamente de 200 Kcal diarias, junto con un aporte mínimo de proteínas de 1.5 g por kg de peso corporal al día. Debemos además asegurar la ingesta adecuada de calcio y vitamina D. En caso de no llegar a los requerimientos mínimos.
Este enfoque debe combinarse con un programa de ejercicio multicomponente cuya piedra angular sean los ejercicios de resistencia para mejorar y optimizar tanto la masa muscular como la fuerza, combinados con ejercicios aeróbicos. Los ejercicios de flexibilidad y equilibrio son eficaces para mejorar la funcionalidad y prevenir caídas. Un desafío significativo en este contexto es lograr una modificación efectiva de los hábitos alimentarios a través de la intervención nutricional. Se recomienda, en definitiva, una intervención sobre los aspectos dietéticos y nutricionales basados en una dieta mediterránea baja en calorías, así como sobre el ejercicio físico. Se podría complementar con suplementos proteicos pautados por su médico de referencia, pero siempre de manera individualizada, teniendo en cuenta la función renal del paciente y el ejercicio físico.
AUTORAS:
María Montero García. MIR Geriatría Hospital Nuestra Señora de Gracia, Zaragoza.
Mª Carmen Deza Pérez. Médico Atención Primaria. CS Picarral-Zalfonada, Zaragoza.