El dolor neuropático es un tipo de dolor causado por daño en los nervios o un problema en el sistema nervioso. Suele provocar ardor, hormigueo, y ser intenso o punzante pudiendo ser permanente o aparecer y desaparecer. En general, empeora al descansar y por la noche. A veces, las personas sienten mucho dolor con estímulos que normalmente no lo causan, como el roce de un bastoncillo en la piel de la zona afligida.
Puede ser grave y afectar la vida diaria. Por ejemplo, puede impedir que las personas duerman o se alimenten bien, lo cual puede provocar depresión y ansiedad.
En algunos casos, este dolor desaparece por sí solo, pero en otros, puede durar más tiempo.
¿Cuáles son sus posibles causas?
Existen múltiples causas, algunas de ellas son difíciles de determinar. Las más frecuentes suelen ser:
• La neuropatía diabética: es una afectación en pacientes con diabetes de larga evolución, la cual puede afectar la sensibilidad en la parte más distal de las extremidades (como manos y pies). Es una de las más frecuentes.
• La neuropatía posterior a un accidente cerebro-vascular o ictus: como consecuencia de esto, puede haber un territorio nervioso donde la sensibilidad dolorosa quede alterada.
• La neuralgia posherpética: aparece después de la infección por el virus herpes zóster. Suele afectar al territorio de un nervio periférico, con frecuencia en el tórax.
• La neuropatía postraumática o compresiva: suele afectar a un nervio periférico. Puede ser de presentación tanto aguda (después de un traumatismo) como crónica (por ejemplo, por compresión de un nervio debido a una degeneración de los huesos de la columna o los elementos circundantes).
¿Existe una única prueba para diagnosticarlo?
No, el diagnóstico se basa en una exploración exhaustiva por el profesional de salud, pudiendo solicitar algunas pruebas para apoyar su sospecha.
Algunas de ellas son la analítica de sangre, las pruebas que valoren la función de los nervios y/o las pruebas de imagen.
¿Existe algún tratamiento?
No existe un tratamiento único, ni tampoco existe una terapia que funcione en todas las personas. Éste, suele ser una combinación de varias herramientas, no siendo los fármacos las únicas que utilizamos.
Los fármacos empleados, suelen ser medicamentos que se utilizan para tratar otras patologías dolorosas, junto con otros que se usan para tratar la depresión. Se ha visto que estos últimos son ventajosos porque hacen su efecto en áreas del cerebro que procesan este dolor. Adicionalmente, es habitual prescribir fármacos que regulan la conducción nerviosa.
Otras medicinas se aplican sobre la piel, por ejemplo, en forma de cremas, parches o spays.
También se pueden realizar infiltraciones (con anestésicos y/o antiinflamatorios entre otros) localizadas en la zona de dolor.
Otras herramientas que han demostrado efectividad son la fisioterapia, corrientes, acupuntura y un apoyo psicológico que nos ayude a comprender, entender y aceptar nuestro dolor.
¿Hay algo que pueda hacer por mi cuenta que me ayude?
Si el dolor es muy localizado en una zona concreta puede ser apropiado utilizar aditamentos que disminuyan el apoyo o roce en el área afectada como almohadillas. Asimismo, puede ser beneficioso el uso de calor o frío local.
Está ampliamente demostrada la efectividad de distintas técnicas de relajación. Por ejemplo, ejercicios de respiración profunda o el llamado mindfulness.
Finalmente, no podemos olvidarnos del ejercicio físico. Éste aporta múltiples beneficios, no solo para mejorar la percepción que tenemos de nuestro dolor, también mejora nuestra condición física, previene distintas enfermedades y mejora la calidad del sueño.
Es importante que acuda a su profesional sanitario de referencia si cree que puede tener dolor neuropático.