Alguien cae desplomado al suelo en la calle, parece que no respira con normalidad… la gente se acerca pero nadie sabe qué hacer. En España cada año fallecen de “muerte súbita” cerca de 25.000 personas. La mayoría de las veces, el suceso ocurre en presencia de otras personas y fuera de un medio hospitalario. La supervivencia y las secuelas van a depender en gran parte de la manera de actuar de los testigos y la rapidez con la que actúen.
Cuando el corazón deja de latir, la sangre deja de fluir y el oxígeno y los nutrientes no llegan a los tejidos. El cerebro que es el órgano más sensible a la falta de oxígeno, comienza a sufrir daños al cabo de 4 minutos, que pasan a ser irreversibles a los 10 minutos. Si nos toca presenciar en alguna ocasión una de estas escenas es muy importante que nos atrevamos a actuar y que tengamos claro los pasos que debemos seguir que son más sencillos de lo que en un primer momento nos podría parecer.
La cadena de supervivencia
Está demostrado que las tasas más altas de supervivencia después de sufrir una parada cardiaca se logran si se llevan a cabo una secuencia determinada de acciones denominadas, cadena de supervivencia (Figura 1).
Esta cadena está formada por cuatro eslabones, y todos ellos tienen la misma importancia.
Primer eslabón
Reconocer la situación de emergencia y activar los servicios de emergencias (061ó 112) es el primer eslabón. Un paciente que está inconsciente, no respira con normalidad, no tose ni se mueve está en parada cardiaca.
Segundo eslabón
El segundo eslabón es la Reanimación Cardiopulmonar (RCP) precoz. La persona debe estar posicionada “boca arriba” y sobre una superficie dura. Nos arrodillaremos junto a ella y colocaremos el talón de la mano sobre el centro del pecho y con la otra mano entrelazada, comenzaremos a hacer compresiones a un ritmo de 100-120 por minuto.
Cada 30 compresiones hay que parar para hacer 2 “respiraciones boca a boca”. Colocaremos una mano sobre la frente y con el pulgar y el índice de esa mano cerraremos la nariz. Con la otra mano mantendremos la mandíbula elevada y la boca abierta. Inspiraremos profundamente y rodeando con nuestros labios su boca insuflaremos el aire comprobando como se eleva el pecho al entrar el aire. Después dejaremos que salga el aire y repetiremos la maniobra otra vez, siguiendo de nuevo con las compresiones. Si por cualquier motivo no nos vemos capacitados para hacer las respiraciones seguiremos con las compresiones únicamente. Hay que intentar minimizar las interrupciones al máximo.
En el caso de los niños menores de 8 años la secuencia será 15 compresiones y 2 respiraciones.
Si hay dos reanimadores uno se encargará de las compresiones y el otro de las ventilaciones. Hacer una RCP eficaz supone un esfuerzo físico importante y los reanimadores deben pedir un relevo cuando perciban que se están agotando para que las compresiones sigan siendo igual de eficaces.
Tercer eslabón
El tercer eslabón es la desfibrilación precoz mediante un desfibrilador automatizado (DEA). Son aparatos ligeros, seguros y precisos que dan instrucciones por voz. Las instrucciones son sencillas, paso a paso para poder ser manejado por personas no entrenadas. No siempre estará indicado realizar una descarga, el mismo aparato nos indicará que tenemos que hacer. La RCP debe seguir practicándose salvo en los momentos en los que apliquemos la descarga si así se nos indica.
Cada vez es más frecuente que encontremos estos aparatos en lugares públicos como centros comerciales o deportivos. La probabilidad de supervivencia disminuye cerca de un 10% por cada minuto que se demora la desfibrilación, por eso es tan importante localizar el DEA más cercano y activar los mecanismos para poder utilizarlo lo antes posible.
Cuarto eslabón
El cuarto eslabón de la cadena es la asistencia avanzada por personal sanitario especializado y los cuidados hospitalarios precoces. El éxito de este último eslabón va a depender de la rapidez de la puesta en marcha de la cadena de supervivencia y de que ninguno de los eslabones se rompa. (Figura 2)