Síndrome de Intestino Irritable (SII)


Dra. Susana de la Riva Onandía

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El síndrome de intestino irritable (SII) más conocido popularmente como colon irritable o colon espástico, es un trastorno intestinal que se define por la presencia de dolor abdominal y cambios en el hábito defecatorio que aparece sin alteraciones demostrables por ninguno de los métodos diagnósticos actuales.

El SII es uno de los motivos más frecuentes para acudir al médico, representando hasta una de cada cuatro consultas por problemas digestivos.

El dolor abdominal se caracteriza por mejorar tras defecar y reaparecer posteriormente mientras que los cambios en el ritmo intestinal pueden consistir en diarrea, estreñimiento o una forma de defecar irregular alternando periodos de diarrea con otros de estreñimiento. Estos síntomas pueden presentarse de forma continua o discontinua pero siempre deben de tener un curso prolongado (mayor a 12 semanas en el último año).

Síntomas

Los síntomas más frecuentes (dolor abdominal y alteraciones en el hábito defecatorio) se suelen acompañar de otras manifestaciones intestinales y no intestinales. Entre las primeras destacan: hinchazón abdominal, moco en las heces, digestiones lentas y pesadas, dolor anal, sensación de evacuacion incompleta o constante. Entre los síntomas no intestinales los más frecuentemente asociados son; dolor de cabeza, cansancio generalizado, dolores óseos y musculares. Además con una frecuencia relativamente elevada existe una situación basal de ansiedad, estrés, depresión y/o angustia o preocupación excesiva por la enfermedad.

Suele ser una afección crónica y acompañar al paciente a lo largo de su vida unas veces con síntomas leves y otras suponiendo un importante transtorno en su vida diaria.

Diagnóstico

Es un trastorno funcional y por lo tanto no existe ninguna prueba específica para su diagnóstico.

Actualmente su diagnóstico se basa en la presencia de los síntomas característicos durante un tiempo prolongado, la normalidad de la exploración física y la negatividad de las pruebas realizadas.

El estado psicológico acompañante deduciendo estados de ansiedad, estrés o depresión apoyan esta impresión diagnóstica.

No obstante, y puesto que existe patología orgánica que se puede presentar de forma similar, se han establecido una serie de síntomas de alarma que aconsejan un estudio más exhaustivo por parte del médico de referencia:

  • Pérdida de peso.
  • Inicio de los síntomas después de los 50 años.
  • Hª familiar de cáncer de colon.
  • Presencia de fiebre asociada.
  • Síntomas de predominio nocturno.
  • Sangrado rectal.
  • Historia previa de polipos de colon.

La presencia de alguno de ellos obliga a realizar exploraciones complementarias entre las que se incluye la colonoscopia.

Tratamiento. Régimen de vida y alimentación

Aunque no existen unas medidas dietéticas determinadas que mejoren los síntomas, uno de los principales detalles a cuidar son los hábitos alimenticios con el fin de facilitar los periodos digestivos.

Está comprobado que pasar demasiadas horas en ayunas debilita nuestra capacidad digestiva y por eso es aconsejable realizar 5-6 comidas al día de menor cantidad y así evitar periodos de ayuno prolongados.

Se debe de comer despacio ensalivando y masticando adecuadamente los alimentos puesto que la digestión comienza en la boca.

No existe una dieta claramente establecida a seguir o evitar puesto que cada paciente de forma individual puede presentar hipersensibilidad a alimentos variados. Lo que sí se ha observado es que debido a esta hipersensibilidad los cambios bruscos de dieta o hábitos asi como la ingesta de comidas y bebidas que producen gases intestinales son mal tolerados.

Basándose en esta intolerancia variada, se han logrado establecer grupos de alimentos a los que estos pacientes pueden ser hipersensibles y por lo tanto se deben de evitar: el gluten de trigo, cebada, centeno, levaduras, leche, café, cafeina, té, bolleria, chocolate, bebidas con gas, grasas y alcohol.

Además es aconsejable suprimir la leche de vaca y utilizar la vegetal: soja, almendra, avena, arroz, o avellana.

Los yogures se suelen tolerar bien y mejor aquellos que contienen bífidus o lactobacillus. Algunas personas mejoran con el aumento de fibra en su dieta (las que tienen estreñimiento) y otras muchas en cambio empeoran (si predomina la diarrea). Como norma general si se quiere emplear más fibra en la dieta, que no sea la de trigo, es mejor la de avena, verdura, psillium y fruta.

Se deben eliminar todas aquellas bebidas que contengan gas y acostumbrarse a beber solo agua con las comidas.

La toma de suplementos dietéticos que promueven las diferentes funciones del sistema digestivo nos pueden ayudar a suplir las posibles carencias de nutrientes producto de las alteraciones en nuestra dieta y cambios en el estilo de vida:

  • Complejos polivitamínicos: fundamentalmente vitaminas del grupo B.
  • Probióticos: ayudan a repoblar la flora intestinal.
  • Fibra: ayuda a la formación de heces regulando y favoreciendo la motilidad intestinal.
  • Alimentos o aguas minerales ricas en magnesio: mejoran el tránsito intestinal y tiene efecto anti-estrés.

Algunos productos naturales también pueden ser de gran ayuda, reduciendo los espasmos gastrointestinales y favoreciendo la expulsión de gases. Entre los más destacados cabe nombrar a la manzanilla, o infusiones de jengibre, melisa o anis verde.

Otro de los apartados importantes en el paciente diagnosticado de SII es el estado emocional de la persona. Los niveles altos de estrés o ansiedad pueden ser los desencadenantes de una crisis intestinal por ello se deben de identificar y evitar las situaciones estresantes. Es aconsejable realizar ejercicio físico adecuado a la edad y que les resulte agradable evitando el sedentarismo. Cualquier otra técnica relajante puede ser de gran ayuda.

Medicación

No existe tratamientos definitivos o curativos para esta enfermedad. Los tratamientos existentes se dirigen a atacar y prevenir las crisis. Por este motivo la utilización de fármacos debe de ser por indicación del médico de referencia, durante un tiempo limitado y cuando la intensidad de los síntomas así lo aconseje y pueden ser: inhibidores de los espasmos, estimulantes de la motilidad, antidiarreicos, laxantes, antidepresivos y ansiolíticos.