Con frecuencia pacientes afectados por artrosis u otras patologías articulares, preguntan a los sanitarios acerca del uso de suplementos de colágeno. La existencia de estos productos y su publicidad, donde se alegan beneficios para las articulaciones, ha generado la necesidad y el deseo de su consumo. Como veremos, su eficacia no está probada y su uso puede generar sensación de estar abordando el problema, abandonando otras medidas científicamente demostradas, con su consecuente riesgo.
¿Qué es el colágeno?
Es un grupo de proteínas animales con una importante función estructural. Forman parte de los huesos, piel o cartílago articular. En cocina es la responsable de la textura gelatinosa que se nota al comer bacalao al pilpil, patitas u orejas de cerdo.
El colágeno y todas las proteínas están compuestas por una cadena de aminoácidos unidos a modo de cuentas de collar. La diferencia entre ellas viene marcada por el orden y la cantidad de aminoácidos de la cadena, que modifican su estructura tridimensional, de donde viene su función biológica.
¿Cómo actúa en el organismo?
El colágeno, al igual que la mayoría de proteínas, no puede pasar entero al torrente sanguíneo y debe ser digerido en el tubo digestivo. En este proceso la molécula se rompe, perdiéndose su estructura tridimensional y su función asociada. Desde un punto de vista fisiológico, los aminoácidos y péptidos resultantes no van específicamente a la articulación dañada a formar nuevo colágeno, sino que se reparten por todo el organismo cumpliendo diferentes funciones, como su unión para la producción por parte del metabolismo humano de sus propias proteínas.
La proporción aminoacídica del colágeno tampoco es la ideal para la formación por parte del organismo humano de sus propias proteínas, ya que la molécula es deficitaria en aminoácidos esenciales, lo cual quiere decir que el cuerpo no podrá sintetizarlos a partir de otros y si faltan, no podrá construir la cadena proteica. En nutrición existen diferentes índices que evalúan la calidad de las proteínas de los alimentos atendiendo a diferentes criterios, como por ejemplo el valor biológico o el índice NPU, donde el huevo y la leche tienen una posición destacada. Por tanto, el colágeno es una proteína de mala calidad nutricional. Además, los requerimientos de ingesta proteica en la población española están de sobra cubiertos, según indican distintos artículos, lo cual implica que no se precise de suplementación.
¿Qué dicen las instituciones y la evidencia científica al respecto?
Está establecido que una empresa que desee alegar que su producto ofrece un determinado beneficio para la salud, debe someterlo antes a una revisión científica y dictamen por parte de un organismo europeo llamado EFSA. Dicha entidad no autoriza a día de hoy ninguna alegación sanitaria con respecto al colágeno, ya que no existe evidencia científica de su eficacia.
¿Por qué entonces estos productos se están publicitando bajo alegaciones para la salud no aprobadas?
Existe un truco legal y publicitario consistente en añadir al producto componentes para los que la EFSA tenga aprobadas alegaciones similares a las deseadas. En los suplementos de colágeno, suele agregarse vitamina C y magnesio. No obstante, el consumo de vitamina C es tremendamente superior al recomendado, no siendo necesaria la suplementación. Con el magnesio tampoco existen prácticamente problemas de consumo en la dieta de la población española, todo ello atendiendo a los estudios y a las recomendaciones. Asimismo, el magnesio está presente en gran variedad de alimentos y en mayor proporción en algunos de ellos que en suplementos comerciales, siendo además estos más económicos.
¿Qué podemos hacer?
El primer paso es no consumir este tipo de productos y el segundo realizar otras acciones como llevar una dieta saludable y practicar ejercicio físico, que si se han demostrado beneficiosas. La salud y la cartera lo agradecerán.