Tanto la vigilancia activa como el tratamiento radical, donde se incluye la prostatectomía radical y la radioterapia, constituyen el tratamiento de elección en el cáncer de próstata localizado.
La terapia focal (TF) busca establecerse como una alternativa fiable de tratamiento a medio camino entre la vigilancia activa y los tratamientos radicales, minimizando los efectos adversos a la vez que mantiene un buen resultado oncológico.
Por ello, esta opción constituye una alternativa de tratamiento fiable en el cáncer de próstata de riesgo intermedio, eliminando gran parte de los efectos adversos que se producen tras un tratamiento radical, como son la disfunción eréctil y la incontinencia urinaria de esfuerzo.
Esto se debe a que la TF tiene como objetivo tratar la zona de la glándula prostática en la que se encuentra la lesión clínicamente significativa, sin afectar a los órganos adyacentes, de forma que la morbilidad y los efectos secundarios se ven reducidos. El fundamento de la TF se basa en la teoría de que la lesión con mayor índice de malignidad es la que determina el riesgo de metástasis y, por tanto, el pronóstico del paciente.
En las últimas décadas, se han desarrollado diferentes tipos de terapia focal, entre las que se encuentran el ultrasonido de alta intensidad (HIFU), electroporación irreversible (IRE), crioterapia, terapia fotodinámica (PDT), ablación con láser focal (FLA) o termoterapia intersticial con láser, ablación por radiofrecuencia (RFA) y braquiterapia focal.
Además la mejora en la imagen, principalmente la resonancia magnética (RM), ha permitido mejorar la precisión diagnóstica y localización de zonas de interés para el tratamiento dirigido.
Al ser una técnica novedosa, todavía no existe consenso sobre los criterios de selección y de exclusión, así como sobre protocolos de evaluación y seguimiento
La vigilancia tradicional basada en la monitorización de los niveles del antígeno prostático específico (PSA) no es aplicable en el caso de la TF, ya que existe tejido prostático variable que permanece sin alteración.
Por otra parte, la resonancia magnética, puede ser utilizada no sólo para dirigir la terapia sino también para evaluar el alcance de la ablación de la próstata y observar posibles complicaciones. Algunos autores han sugerido que la resonancia magnética, junto con la monitorización del PSA, podría implementarse con éxito en el seguimiento de la TF.
Se han desarrollado múltiples estudios que tienen como objetivo estandarizar la interpretación de las imágenes de resonancia tras el tratamiento focal para mejorar el seguimiento por imagen de estos pacientes. Sin embargo, la interpretación de la resonancia magnética después de la ablación se basa en la experiencia del radiólogo, y es complicado definir unos criterios claros que ayuden a identificar lesiones en una próstata artefactada previamente por el tratamiento focal.
AUTORES
Inés Giménez Andreu, Ana Aldaz Acín, Amaia Arrizabalaga Solano, Marta Burbano Herraiz. Médicos Internos Residentes de Urología. Hospital Universitario Miguel Servet.
Mónica Sanz del Pozo. Médico adjunto de Urología. Hospital Universitario Miguel Servet
María Jesús Gil Sanz. Jefa de Servicio de Urología. Hospital Universitario Miguel Servet