Una úlcera péptica es una herida bien definida, que aparece sobre todo en el estómago y en la porción más proximal del duodeno (los primeros centímetros de intestino delgado justo a continuación del estómago). Cuando son poco profundas reciben el nombre de “erosión”. Las úlceras se desarrollan cuando se alteran los mecanismos de defensa que protegen al revestimiento del estómago y duodeno frente al jugo gástrico.
Existen también úlceras que aparecen como consecuencia del estrés derivado de una enfermedad grave, quemaduras o traumatismos, y se denominan Úlceras de Estrés. La úlcera duodenal es el tipo más común de úlcera péptica y se localiza en el duodeno. Las úlceras gástricas, son menos frecuentes, y generalmente se sitúan en la parte alta del estómago.
En ocasiones las úlceras gástricas pueden ser cancerosas, y es entonces cuando hablamos de “úlceras malignas”. Las úlceras duodenales rara vez malignizan.
Causas
Las úlceras se producen cuando existen factores nocivos que pueden dañar el revestimiento del tracto digestivo, dando lugar a lesiones en la capa más superficial del estómago o duodeno, llamada mucosa.
Entre estos factores se encuentran la ingestión de determinadas sustancias o fármacos (como el alcohol o los antiinflamatorios) , la toma de alimentos a temperaturas extremas, algunas infecciones como la producida por la bacteria Helicobacter Pylori, la isquemia o falta de riego sanguíneo y otros factores como la secreción excesiva de ácido gástrico o el estrés. Los fármacos incluidos en el grupo de los Antiinflamatorios No Esteroideos (particularmente la Aspirina, el Ibuprofeno, Diclofenaco, Ketorolaco y los conocidos como Oxicanes) provocan erosiones y úlceras en el estómago, especialmente en las personas de edad avanzada. Dichas lesiones tienden a curarse cuando se interrumpe el tratamiento antiinflamatorio y la recurrencia de la úlcera en estos casos es poco probable, a menos de que se reinicie el mismo tratamiento.
Otro de los principales factores en la patogenia de la úlcera péptica es el Helicobacter Pylori, una bacteria que coloniza la mucosa del estómago, y que es la causa principal de la úlcera duodenal en nuestro medio.
En nuestro entorno se estima que el 60 % de la población está infectada por esta bacteria, pero tan solo una minoría de estas personas desarrolla úlceras, lo que nos hace pensar que es probable que también intervengan otros factores.
El mecanismo por el cual esta bacteria contribuye a la formación de úlceras no está del todo claro, aunque se cree que interfiere en las defensas normales contra el ácido gástrico, y que produce toxinas que lesionan las células de la mucosa.
Síntomas
Los síntomas de la úlcera péptica son muy variables y dependen de la localización de la lesión y de la edad del individuo. Por ejemplo las personas de edad avanzada pueden presentar síntomas atípicos e incluso permanecer asintomáticos. En estas circunstancias las úlceras se descubren sólo cuando se desarrollan complicaciones.
En el caso de las úlceras duodenales solamente la mitad de los afectados presentan los síntomas típicos, que incluyen dolor, quemazón, sensación de vacío y hambre.
El dolor generalmente es constante, de intensidad leve o moderada y suele localizarse en un área definida, casi siempre debajo del esternón. Es típico que aumente de intensidad cuando el individuo está en ayunas, de hecho es frecuente que el dolor despierte al paciente en la madrugada. La ingesta de leche, alimentos o antiácidos generalmente lo alivia, pero suele reaparecer 2 o 3 horas después.
Los síntomas de las úlceras gástricas a menudo no siguen los mismos patrones que las úlceras duodenales, puesto que la comida puede desencadenar o aumentar el dolor más que aliviarlo.
Algunas úlceras provocan hinchazón de la porción del estómago que se abre al duodeno, lo que puede impedir que la comida salga del estómago adecuadamente. Esto puede causar distensión del abdomen, náuseas o vómitos tras las comidas.
Además hay que tener en cuenta que toda úlcera puede complicarse y causar síntomas específicos. Las complicaciones más frecuentes de las úlceras son la penetración, la perforación, la hemorragia y la obstrucción.
Diagnóstico
El médico sospecha la presencia de una úlcera cuando la persona presenta un dolor típico en el estómago. Suele ser necesario realizar pruebas complementarias para confirmar el diagnóstico, dado que el cáncer gástrico puede producir síntomas similares a las úlceras benignas.
La gastroscopia es un procedimiento ambulatorio en que se introduce a través de la boca un tubo flexible de visualización (endoscopio) que permite observar directamente el interior del estómago y el duodeno. Con un endoscopio, se puede realizar una biopsia (obtener una muestra de tejido para su examen al microscopio) para determinar si una úlcera gástrica es cancerosa. La gastroscopia también puede utilizarse para detener la hemorragia digestiva, en el caso de una úlcera complicada. Hace unos años en el diagnóstico de la úlcera era frecuente emplear la radiografía con papilla de bario, pero con esta técnica se pueden pasar por alto un porcentaje importante de las úlceras, por lo que hoy en día esta técnica cada vez se usa menos.
Prevención y tratamiento
Uno de los aspectos del tratamiento de la úlcera péptica es el de neutralizar o disminuir la acidez producida por los jugos gástricos. Este proceso se inicia con la eliminación de posibles irritantes del estómago, como los fármacos antiinflamatorios no esteroideos, el alcohol y la nicotina. Aunque en épocas pasadas la dieta blanda ocupaba un lugar en el tratamiento de la úlcera no existen evidencias definitivas que apoyen la opinión de que tales dietas aceleren la curación o eviten las recidivas. Lo que sí deben evitarse son las comidas que puedan empeorar el dolor y la distensión. Respecto a los antiinflamatorios, es fundamental limitar su consumo,y de ser necesario su uso se recomienda que sea por periodos lo más cortos posibles, evi- t a n d o t o m a r los fármacos en ayunas y utilizando gastroprotectores. Por todo ello es imprescindible evitar automedicarse y consultar con su médico habitual ante cualquier duda sobre el uso de este tipo de medicación. Para tratar las úlceras establecidas disponemos de un grupo de fármacos denominado “Antiulcerosos”, que alivian los síntomas, promueven la curación y disminuyen el número de recidivas. Dentro de estos fármacos los más usados son los antagonistas de receptores H2 (Cimetidina, Ranitidina, Famotidina y Nizatidina) y los inhibidores de la bomba de protones (Omeprazol, Lansoprazol, Pantoprazol, Rabeprazol, Esomeprazol). Estos últimos fármacos son los más potentes, y tienen efectos de acción prolongada, por eso hoy en día son considerados el tratamiento de elección.
Por otro lado en el tratamiento médico de la úlcera péptica se incluyen las terapias para eliminar la bacteria Helicobacter Pylori, que combinan dos antibióticos con un fármaco neutralizador de la acidez gástrica. Estos tratamientos suelen mantenerse unos 7-10 días, y consiguen la curación en el 80-85 % de los casos.
Por último estaría el tratamiento quirúrgico de las úlceras, que se reserva principalmente para tratar las complicaciones de una úlcera péptica como por ejemplo una perforación, una obstrucción, una hemorragia persistente que no puede controlarse mediante endoscopia, o cuando la úlcera es cancerosa.