Como es conocido, el sentido de la vista tiene gran relevancia para el desarrollo y la función de relación del ser humano. Por lo tanto algunas enfermedades oftalmológicas, pueden causar gran repercusión en nuestra calidad de vida y salud.
Una de estas enfermedades, de especial relevancia por tratarse de una urgencia médica, son las uveítis, es decir la inflamación de la capa media del globo ocular, la úvea (formada a su vez por el iris, el cuerpo ciliar y la coroides).
Si la uveítis es anterior (el tipo más frecuente), el ojo (a veces los dos ojos) toma una coloración roja de forma difusa, y además duele. El “ojo rojo” puede no estar presente, si la inflamación abarca las capas más internas de la úvea (lo que se denomina uveítis posterior). Por tanto, las uveítis posteriores son más difíciles de detectar por el paciente, y tienen mayor riesgo porque pueden afectar a la retina o al nervio óptico, ocasionando severas pérdidas de visión. Otros síntomas son: visión borrosa, molestias con la luz, visión de halos o moscas volantes o manchas fijas en el campo de visión.
Hay otras causas de “ojo rojo”, de mayor prevalencia y habitualmente de menor gravedad, como son las conjuntivitis, queratitis y otras enfermedades, por lo que no debemos alarmarnos, pero sí conocer la importancia potencial de las uveítis para poder recibir tratamiento precoz.
Enfermedades reumáticas
En la mayoría de los casos, es un proceso con buen pronóstico, que no recidiva y no deja secuelas.
Algunos casos son más graves al ser persistentes o recurrentes, y requieren un seguimiento estrecho y un tratamiento inmunosupresor, ya que las secuelas de la uveítis son una de las principales causas de pérdida de visión adquirida e incluso ceguera en los países desarrollados.
La mayoría de los casos ocurre en personas entre los 20 y 45 años y con una frecuencia similar en hombres y en mujeres.
Excluyendo los casos de origen puramente oftalmológico y otras enfermedades, podemos diferenciarlas en infecciosas y no infecciosas (enfermedades de origen autoinmune). Si bien, hasta en la mitad de los casos no se encuentra la causa de la uveítis, suponiéndose en estos casos también mecanismos autoinmunes como los causantes.
Entre las causas de uveítis no infecciosas, están las enfermedades reumáticas autoinmunes. El “reuma”, puede extenderse más allá del aparato locomotor, ya que gran parte de las enfermedades que tratamos los reumatólogos son inflamatorias (por una activación inapropiada del sistema inmune) y su afectación puede ser sistémica, es decir, afectar a varios órganos o sistemas de nuestro cuerpo, entre ellos los ojos.
Entre estas enfermedades reumáticas se encuentran, entre otras, las espondiloartopatías, la artritis idiopática juvenil, la sarcoidosis, o algunas vasculitis como la enfermedad de Behçet. También puede ocurrir en el Lupus Eritematoso Sistémico o en la enfermedad de Sjögren. También, otras enfermedades de origen inflamatorio-autoinmune pueden ser las causantes, como la enfermedad inflamatoria intestinal o la esclerosis múltiple.
Así, los pacientes con estas enfermedades pueden presentar uveítis a lo largo de la vida, o bien ser la uveítis el primer síntoma por el que se llega al diagnóstico de estas enfermedades. De ahí, no sólo la importancia del tratamiento precoz para evitar las secuelas de la uveítis, sino también la relevancia de realizar el estudio correspondiente para llegar al diagnóstico de otras enfermedades.
También es recomendable consultar y ser informados por nuestro médico si padecemos alguna de las enfermedades que se asocian a la uveítis, para poder identificar los síntomas y acudir con premura al Oftalmólogo.
Tratamiento
Es el oftalmólogo el que diagnóstica y trata las uveítis. El tratamiento inicial se realiza con tratamiento tópico (colirios) y en ocasiones con inyecciones perioculares. Pero, según la gravedad y la recurrencia de la uveítis, es necesario utilizar fármacos inmunosupresores (orales). Además, en determinados casos de uveítis que no responden a los inmunosupresores convencionales, y en los que existe riesgo de grave deterioro de la agudeza visual o de la calidad de vida del paciente, se requiere el uso de la denominada “terapia biológica”, ampliamente utilizada en reumatología.
Por tanto, la colaboración con el reumatólogo es muy útil para participar en el diagnóstico de los procesos sistémicos y en la instauración de tratamiento a largo plazo para evitar nuevos episodios.
De esta progresiva relación entre oftalmólogos y reumatólogos surgen las unidades multidisciplinarias de uveítis, como la que desde hace 5 años funciona en el Hospital Universitario Miguel Servet, con el objetivo de regular y optimizar la asistencia de estos pacientes.