Al acabar el invierno algunas personas se sienten decaídas y cansadas mental y físicamente, de tal forma que pierden la motivación para realizar las tareas más cotidianas aunque sean simples. Si no hay signos de otro rango, es posible que la persona sufra lo que hace tiempo se denominó astenia primaveral –que significa cansancio primaveral- y que fue catalogada como una enfermedad más, que también tenía remedios farmacológicos. Desde hace unas cuatro décadas este término ha caído progresivamente en desuso, aunque algunos se acuerdan de él cada primavera.
Pertenece a ese tipo de alteraciones que no tienen un basamento científico fundado y por ello no está incluida en la Clasificación de Enfermedades de la OMS. Sin embargo no es raro encontrar personas que notan la llegada de la primavera, algunas como una época euforizante y otras en forma de desgana.
¿Qué es?
Se refiere a un cansancio que se da sin que medie esfuerzo previo y permanece prácticamente constante todo el día. Se pensó que tiene que ver con el cambio de la temperatura, de la luz u otros factores relacionados con el cambio estacional. De hecho, se le han atribuido múltiples causas incluyendo cambios cerebrales, alergias y predisposición individual. Se dice que es más frecuente en adultos de 30 a 50 años y más en mujeres que en hombres. Algunas referencias muestran que una persona de cada diez la sufre. De cualquier modo, hay que decir que las referencias de lo que es la astenia primaveral son contradictorias.
Se trata de un malestar leve, que desaparece después de unos pocos días. Si al cansancio se le hallara una causa definida, o su intensidad fuera relevante, o se acompaña de otros síntomas, o la incapacitación o sufrimiento fuera importante requerirá una exploración complementaria, con tratamiento si es necesario, porque posiblemente lo que se padece sea diferente de la astenia primaveral. La astenia o cansancio puede ser indicio de muchos trastornos, pero a diferencia de la primaveral aparece junto a otros síntomas. También puede ser, como el caso que hablamos, un estado físico transitorio sin causa conocida y que no tiene por qué ser una enfermedad. Una simple preocupación nos puede hacer dormir ligeramente peor y hacernos sentir un cansancio pegajoso durante el día. Ésta es una de las formas que el cuerpo y la mente tienen para llamar la atención sobre algo que nos preocupa.
¿Cómo afrontarla?
Antes de ver qué podemos hacer con esta clase de cansancio, tenemos que reseñar que hay enfoques diversos. La homeopatía y la fitoterapia son solo dos áreas que intervienen, antes lo hizo la psiquiatría y los médicos de familia. También el ginseng, el té, otras infusiones, jalea real, vitaminas y diversos tónicos han sido prescritos o recomendados, y es cierto que pueden ser útiles. Esta estrategia sirve para afrontar el cansancio y la falta de motivación de forma sencilla y ampliamente referida como ayuda a este problema.
El primer aspecto al que podemos dirigir nuestra atención es evaluar cómo dormimos, ya que no es extraño que el cansancio se inicie durmiendo mal, tanto por exceso como por defecto. Y si es así, como consejo general hay que recomendar una buena higiene del sueño, especialmente manteniendo constante la hora de levantarse y acostarse. Incluso si hemos dormido mal no deberemos levantarnos más tarde ni echar una siesta, ya que podemos desajustar el descanso del día siguiente. No va a pasar nada si durante un par de días estamos forzados con el dormir, porque es mejor que desorganizar el horario del sueño. Si las dificultades del sueño se mantienen conviene consultar al médico de familia, incluso sabiendo que usar hipnóticos no es necesariamente la forma de afrontar este problema.
Realizar ejercicio físico
Un segundo consejo, generalmente muy útil para los estados de desmotivación y astenia, es realizar algún tipo de ejercicio físico diario. Pasear de forma ligera a media tarde durante 40 ó 50 minutos puede bastar para volver a sentir el cuerpo con energía al cabo de dos o tres días e incluso puede ayudar a dormir mejor. Esta manera de abordar el cansancio es opuesta a lo que nos diría el sentido común: si estamos cansados debemos descansar. Pero en este tipo de problemas descansar más o estar más tiempo en la cama, tendrá el efecto de sentirnos agotados de forma más intensa.
La tercera cuestión importante es analizar si tenemos algún problema, preocupación o si estamos bajo estrés. Si creemos que algo que nos preocupa, el sentarse ante un cuaderno para escribir nuestras impresiones sobre ello de forma ordenada y estudiar las posibles soluciones, puede ser útil. Ver en el papel o en el ordenador descrita nuestra preocupación y el esbozo de nuestras respuestas, por ejemplo preguntándonos: ¿cómo ocurre?, ¿por qué?, ¿qué he hecho hasta ahora?, ¿qué puedo hacer?… Lo que en nuestra mente permanece pendiente y nos preocupa puede expresarse en nuestro cuerpo mediante cansancio, ansiedad y otras manifestaciones psicosomáticas molestas. Lo que tenemos psicológicamente pendiente puede comenzar a afrontarse de esta forma y si lo necesitamos, puede animarnos a buscar la ayuda necesaria.