Durante mucho tiempo, día tras día, mañana tras mañana, regreso a pasear por los mismos rincones a lo largo del Paseo del Arga. Son precisamente estos lugares que siento mágicos los que me han inspirado a crear el presente proyecto.
Tras más de dos años, de dura lucha sanitaria he experimentado en mi puesto de trabajo una etapa llena de barreras, incertidumbres, excesos laborales, imprevistos, situaciones desconocidas, nervios, cansancio, tristeza, desasosiego y mucho insomnio.
Y a pesar de todo lo vivido cada día, conseguí no rendirme y seguir adelante y fue precisamente el estrés el motor que me ayudó a seguir sin desfallecer.
Sé de sobra que el estrés no es buen compañero de viaje y lo sé, porque consiguió ocultarme todo lo bueno que me rodeaba, que miraba pero no veía, que oía pero no escuchaba.
Dejarse llevar y sentir es fácil, solo hay que encontrar el momento propicio para hacerlo. Yo lo encontré justo enfrente, delante de mis narices, porque siempre estuvo a mí alrededor aunque estaba tan cerca que ni lo veía.
Necesitaba volver a sentir escuchando el canto de los pájaros, el susurro del agua, el zumbido de un mosquito.
Necesitaba sustituir y escuchar algo más que las sirenas de ambulancias o el ruido del traslado de las camillas.
Necesitaba volver a percibir el aroma de las flores e incluso los excrementos de los perros y caballos en vez de continuar embotada con el olor de la lejía y el gel hidro-alcóholico.
Necesitaba volver a sonreír al escuchar las risas de los adolescentes en sus canoas o los gritos alegres de los niños en bicicleta paseando con sus familias.
Necesitaba valorar el esfuerzo de los corredores, del trabajo diario en la huerta o del castor royendo los árboles para crear su madriguera.
Necesitaba detenerme y observar silenciosa a la garza pensativa y fue así como lo hice, me tomé mi tiempo y pensé, reflexioné como la garza.
Y por fin hoy puedo decir que vuelvo a dormir relajada tal y como lo hacen los patos, descansar tranquilamente mientras la ardilla vigila celando mis sueños.
Por que como decía John Muir (Dunbar, Escocia 1838 – Los Ángeles 1914), considerado el Padre de la Naturaleza: “En cada paseo por la naturaleza, uno recibe más de lo que busca“.
Desde la Trinidad de Arre caminando hasta las pasarelas del Club Natación os invito a ver / escuchar / oler / tocar y sobre todo a sentir cada rincón que nos ofrece nuestra madre naturaleza.
Agradecimientos
Agradezco a todas las personas que han compartido sus momentos con mi cámara y conmigo.
Agradezco a Luis, mi profesor de fotografía porque no solo me ha enseñado a crear un proyecto, también me ha enseñado a sentir el proyecto y como no, a preguntarme: “¿Qué me aporta esta imagen?”
Y por último, agradezco a mi familia por su paciencia y su apoyo.