Se acaban las vacaciones y se impone la vuelta al cole para iniciar o retomar un nuevo curso de esa larga vida escolar. Para nuestros hijos e hijas el periodo vacacional supone tener más de dos meses disfrutando de la ausencia de responsabilidades escolares, disponibilidad de tiempo para realizar actividades de ocio y sobre todo falta de horarios rígidos, pero… es necesario empezar de nuevo.
¿Les cuesta esa vuelta al cole?
Desde mi experiencia en el mundo educativo puedo decir que, en general, no se percibe que los niños y niñas de Infantil y Primaria o los adolescentes de Secundaria la vivan de forma negativa. Salvando las diferencias de una etapa a otra, ese primer día suele estar lleno de ruido, risas y voces en alto.
El reencuentro con compañeros, profesores y personal no docente provoca nerviosismo, descargas emotivas, la sensación de volver a empezar y sentimientos contradictorios ante la incertidumbre sobre el profesorado que les va a dar clase, el grupo de compañeros, las nuevas actividades que podrán elegir como extraescolares, la rutina de las horas de estudio.
Todo es vivido con gran emoción pero no necesariamente de forma negativa.
¿Qué podemos hacer los padres?
La forma de afrontar las situaciones nuevas de la vida no es algo innato sino que se aprende del modelo de referencia de los progenitores y de las propias experiencias vividas.
La actitud de los padres ante el comienzo del curso escolar deberá proyectar los aspectos más positivos. La familia debe evitar transmitir la incomodidad de volver a horarios regulares, la pereza de madrugar, el gran coste económico del material escolar, dudas sobre el profesorado o el centro, la idea de que la familia descansa por el tiempo que pasan en el centro escolar y donde van a tener que asumir una disciplina y normas sociales de forma más estricta que en la propia familia. Si todo ello es lo que se transmite difícilmente nuestros hijos e hijas van a vivir la vuelta al colegio con ilusión.
Para que los alumnos y alumnas perciban ese regreso de forma positiva necesitan que se les ilusione con el reencuentro de compañeros y compañeras que no han visto en el verano, con la posibilidad de hacer nuevos amigos y amigas, con la disponibilidad de nuevos materiales para adquirir mayores conocimientos y la posibilidad de realizar actividades que responden a intereses personales: actividades deportivas, artísticas, musicales, etc.
Sólo potenciando los aspectos positivos del cambio de vida lograremos que afronten esta situación con mejor actitud.
No obstante, nos podemos encontrar con determinados alumnos y alumnas que sí les puede costar adaptarse y presentar conductas de rechazo a esa vuelta al cole.
Lo pueden pasar peor los que son nuevos (por empezar su etapa educativa, por cambio de centro o incluso de país), los que tuvieron alguna experiencia negativa el curso pasado o los que por cambios en su vida personal pueden tener repercusiones en la escolar. Estos son los que real-mente necesitarán que tanto la familia como el personal del centro educativo estén coordinados y establezcan un plan conjunto para mejorar su adaptación. Los demás sobrevivirán a estos primeros días de estrés sin mayores problemas, lo mismo que hacemos los adultos cuando volvemos al trabajo después de los días de vacaciones.
Como padres podemos contribuir a que todo discurra de una manera más ajustada. Conviene restablecer los horarios de comidas, ocio y sueño, por lo menos una semana antes de empezar el colegio.
El hacerles partícipes de la compra de nuevos materiales escolares, hablar con ellos sobre lo que les preocupa del curso próximo, poder quedar días antes con algunos de los compañeros para retomar relaciones, todo ello puede ayudar.
Una vez iniciado el curso es necesario estar atentos sobre su actitud, cambiar impresiones sobre lo que van percibiendo, ayudarles a organizar el horario de estudio y ocio y establecer actividades extraescolares que permitan sobre todo su socialización y formación integral y, sólo si es necesario, de materias puramente académicas. Siempre teniendo en cuenta las aptitudes, la exigencia del curso o los intereses de los propios hijos e hijas a la hora de elegir actividades tanto en cuanto a la calidad como a su cantidad.
Nuestros hijos deben tener tiempo para todo y fundamentalmente todos debemos tener tiempo para estar en familia encarando el día a día.
Recomendaciones según las etapas educativas:
- Etapa Infantil: en la mayoría de centros escolares se organiza un proceso de adaptación al inicio de curso, en el que a cada niño o niña se le asigna un horario de incremento gradual de permanencia en el centro. Se propicia un espacio de intercambio de información entre educador, educadora y familia al principio y final de jornada para comentar las incidencias y proponer los ajustes necesarios.Es importante transmitir al niño o niña en el momento de la separación que se tiene confianza en el personal que lo recibe y asegurarle que pasado un rato se volverá a recogerlo. Se debe evitar vivir la separación como algo duro, que sea larga y emitir conductas ansiosas.
- Etapa Primaria: es habitual que ya hayan estado escolarizados antes de esta etapa por lo que su actitud ante el inicio de curso es diferente. Supone la vuelta a encontrarse con compañeros, iniciar o afianzar la lecto-escritura que les servirá para adquirir el resto de aprendizajes y en esta etapa se forja el desarrollo de las relaciones de sociabilidad que irán formando su personalidad.Es el momento de transmitir la importancia de la vida escolar para crecimiento intelectual y personal, el interés por la cultura y especialmente dar una imagen positiva del trabajo del profesorado y del centro en general.
- Etapa Secundaria: en el inicio de esta etapa se produce generalmente el cambio de centro escolar. Es preciso contar con su opinión para elegir el nuevo centro. Si en este cambio nuestros hijos tienen compañeros de la etapa anterior la integración será más fácil. Si no es así sería conveniente el contar con la ayuda del profesorado del nuevo centro, tal como se ha comentado anteriormente.El inicio de curso a lo largo de esta etapa incide más en todos aquellos aspectos relacionados con los hábitos y técnicas de estudio. Los padres debemos proporcionarles un lugar adecuado para ello, ayudarles en el la organización del horario y comprobar que saben utilizar adecuadamente las técnicas de estudio.