Hace tan solo seis meses Sanidad confirma los dos casos de fiebre Crimea-Congo en Madrid. Y ahora bien…
¿Qué es esta enfermedad?
Se trata de una enfermedad febril que puede acompañarse de hemorragias, producida por un virus del género Nairovirus (familia de los Bunyaviridae). Es transmitida por la picadura de garrapatas duras infectadas.
Se detectó por primera vez en la guerra de Crimea en 1944 y más tarde en 1969 se detectó un caso aislado en un niño del Congo, por lo que desde entonces pasó a conocerse como Crimea-Congo.
Tras el dengue, esta enfermedad transmitida por garrapata, es una de las de mayor extensión en el mundo, afectando así a África, Asia, Europa del Este y Oriente medio.
¿Por dónde se distribuye?
Se distribuye por los países situados por debajo de los 50º de latitud norte, es decir, coincide con la distribución global de la garrapata.
En Europa es endémica en la región de los Balcanes, se han notificado casos en Albania, Bulgaria, Grecia, Kosovo, Turquía y los países de la antigua Unión Soviética.
Turquía sería el país más afectado de la región con más de 1000 casos confirmados al año.
¿Cómo se transmite esta enfermedad?
El virus circula en la naturaleza en un ciclo garrapata-vertebrado-garrapata. Las garrapatas se infectan al alimentarse de la sangre de un hospedador infectado. Una vez infectadas pueden transmitir el virus durante toda su vida.
En el ciclo vital de las garrapatas interviene gran variedad de animales, ya que las formas inmaduras de la garrapata se alimentan de pequeños vertebrados (liebres, erizos, ratones) dando lugar a hospedadores amplificadores. Y las formas adultas se alimentan de animales domésticos (vacas, cabras, ovejas, etc) y animales salvajes (ciervos, camellos, jabalíes…etc).
El ser humano es hospedador accidental de la garrapata y es el único que desarrolla la enfermedad. El mayor grupo de riesgo serían los ganaderos, agricultores, veterinarios, trabajadores de mataderos y cazadores de regiones endémicas.
Puede darse la transmisión de persona a persona por contacto directo con los fluidos biológicos (sangre, orina, saliva, semen, vómitos) de personas infectadas, o contacto con ropa u objetos contaminados.
El mayor riesgo de infección se encuentra en el personal de laboratorio y hospitalario por inoculación accidental o contaminación de piel o mucosas con fluidos de pacientes sintomáticos.
¿Cuándo es el período de mayor transmisibilidad?
Sobre todo durante el período de viremia que coincide con el sintomático. Este riesgo aumenta a medida que progresa la enfermedad, donde hay mayor carga viral de paciente y aparición de síntomas que favorecen el contacto con secreciones y fluidos de los pacientes.
No hay evidencias de transmisión durante el período de incubación en ausencia de síntomas.
¿Cuáles son sus manifestaciones clínicas?
Varios estudios serológicos realizados en países endémicos indican que la infección en el ser humano puede cursar de manera asintomática. La mayoría de las veces que una persona es infectada por una garrapata portadora de esta enfermedad, no desarrolla las manifestaciones clínicas de la fiebre hemorrágica.
Las manifestaciones clínicas más frecuentes en persones que sufren picadura por esta garrapata son inespecíficas y autolimitadas (desaparecen en días-semanas). Una de cada 5 personas desarrolla el cuadro clínico de fiebre hemorrágica.
Su clínica se dividiría en 4 fases:
• Período de incubación: desde la picadura de la garrapata hasta la aparición de los primeros síntomas, con una duración entre 3-7 días, dependiendo de la carga viral y la vía de transmisión del virus.
• Período prehemorrágico: con una duración aproximada de 4-5 días. Se desarrollaría un cuadro inespecífico con fiebre, cefalea, sudación, dolores musculares, manifestaciones digestivas (náuseas, vómitos y diarrea), produciéndose así también descenso del número de plaquetas, leucocitos y aumento de las transaminasas hepáticas.
• Período hemorrágico: desde petequias hasta grandes hematomas en piel y mucosas. Los principales lugares de sangrado son la nariz, el aparato digestivo, útero, tracto urinario y respiratorio. Hepatoesplenomegalia, mayor descenso del número de plaquetas, aumento de CK y LDH. Además de posibilidad de insuficiencia renal, hepática o respiratoria.
• Período de convalecencia: aquellas personas que sobreviven entran en este período a partir de los 10-20 días del inicio de la enfermedad. Pudiendo aparecer taquicardia, disnea, astenia intensa incluso pérdida de memoria.
¿Cuál es su tasa de mortalidad?
Aproximadamente del 30%, la muerte sobreviene a partir de la segunda semana.
¿Cómo se diagnostica?
Se basa en la sospecha clínica. Paciente con fiebre que le ha picado una garrapata en un país que se tenga constancia de la presencia del artrópodo vector, y en el que circula el virus, deberemos solicitar analítica: hemograma + coagulación + enzimas hepáticos.
Es fundamental el diagnóstico diferencial con otras enfermedades transmitidas por garrapatas que provocan síntomas similares como son la fiebre botonosa o exantemática mediterránea, la enfermedad de Lyme, Debonel/tibola, la turalemia, la babebiosis o la anaplasmosis humana.
¿Cuál sería su tratamiento?
No existe tratamiento específico, ante su sospecha se debe iniciar un tratamiento intensivo de soporte, con mantenimiento del balance de fluidos y electrolitos, volumen circulatorio y presión arterial.
Están contraindicadas las inyecciones intramusculares, la aspirina, los antiinflamatorios no esteroideos y las terapias anticoagulantes.
Se han llegado a utilizar algunos antivirales (ribavirina), aunque no hay ensayos clínicos que demuestren su eficacia.
El diagnóstico precoz y la terapia de soporte mejoran la supervivencia de los pacientes.
Por último… ¿Existe riesgo en España de esta enfermedad?
Existe un riesgo potencial dada su ubicación geográfica por su proximidad a África, lugar de tránsito obligado de aves migratorias, amplia presencia del vector implicado en la transmisión, condiciones climáticas similares a las zonas donde se ha evidenciado la circulación del virus.
Durante los años 2011 hasta 2014 se ha detectado el virus en garrapatas procedentes de Cáceres cerca de la frontera con Portugal. Además la detección de un caso autóctono tras ser picado por una garrapata en un pueblo de Ávila, hace suponer que en esta zona está circulando el virus.
Por todo ello, sería necesario reforzar la vigilancia en vectores y hospedadores en las zonas de riesgo identificadas.