Marcos es un niño de 4 años que fue diagnosticado de leucemia linfoblástica aguda hace tres meses. Viene a las nueve de la mañana acompañado de sus padres, preparado para iniciar una nueva fase de su tratamiento, llamada fase de consolidación.
Cuando fue diagnosticado se le colocó un acceso venoso central de larga duración (reservorio), que facilita la canalización de una vía y evita el deterioro de sus venas, lo que ha supuesto una mejora en la calidad de vida de estos niños. Este se encuentra debajo de la piel, en un lugar discreto del tórax, por lo que Marcos puede hacer vida con él con total normalidad.
Antes de acudir al hospital de día, sus padres le aplican una pomada anestésica en la zona del reservorio para evitar el dolor en la zona al pincharle.
A su llegada lo pesamos y tomamos constantes (tensión arterial, frecuencia cardiaca y saturación de oxígeno), pinchamos el reservorio y sacamos una analítica. Mientras llegan los resultados (1 hora aproximadamente), Marcos se entretiene pintando un dibujo de la Patrulla Canina y jugando con algunos de los otros niños.
Ha venido en ayunas, ya que si los valores de la analítica lo permiten, se le administrará quimioterapia intratecal (mediante una punción lumbar, el tratamiento se inyecta en el espacio intratecal, que contiene líquido cefalorraquídeo) e intravenosa.
Antes de la punción lumbar
Los resultados de la analítica han llegado, y la médica, tras explorar a Marcos, confirma el tratamiento. Los valores de la hemoglobina y defensas son los adecuados, pero la cifra de plaquetas es inferior a la requerida, por lo que decide administrar media aféresis de plaquetas antes de la punción lumbar. Previamente se extrae una analítica a Marcos y se manda al Banco de Sangre, donde se realizan las pruebas necesarias (pruebas cruzadas) para asegurar la compatibilidad de las plaquetas antes de la transfusión. Mientras llegan las plaquetas, administramos a Marcos medicación para evitar posibles reacciones transfusionales, y le tomamos las constantes antes y después de la transfusión.
Una vez que tenemos el tratamiento quimioterápico de Marcos en el Hospital de Día suministrado por el Servicio de Farmacia, avisamos a los anestesistas, ya que, en el caso de los niños (a diferencia de los adultos), este tipo de procedimientos se realizan bajo sedación para que sufran lo menos posible. Los padres de Marcos permanecen a su lado hasta que se queda dormido, con su juguete favorito en la mano, y también están con él cuando despierta.
Se informa a los padres de Marcos que tiene que permanecer al menos una hora tumbado boca arriba y en ayunas. Para facilitarlo se le ponen sus dibujos animados preferidos en la televisión y, pasada una hora se le ofrece algo de comida y bebida (unas galletas, zumo, un yogurt…) que tolera bien. Durante su reposo en la cama, se le administra el tratamiento de quimioterapia intravenosa que le corresponde hoy por protocolo. La duración es de dos horas, y parte de ese tiempo juega con su amigo Miguel (niño de 6 años que también ha venido hoy para la administración de tratamiento) y Ana (voluntaria de la Asociación de ayuda a Niños con Cáncer de Navarra), mientras sus padres aprovechan para tomar un café.
Una vez acabado el tratamiento de Marcos, aunque quiere seguir jugando, le decimos que le tenemos que quitar la vía para que se vaya a casa. Pregunta por qué a Miguel no, y le explicamos que él tiene que volver al día siguiente para continuar con su tratamiento y le dejamos la vía puesta, protegida, y le ponemos medicación para que no se obstruya.
En el momento de despinchar a Marcos, le animamos a que sople como si fuera a apagar las velas de su tarta de cumpleaños. Le explicamos y suministramos a sus padres la medicación pautada por la médica en caso de que tenga náuseas en casa, y también les recordamos que es mejor que Marcos pase la tarde tranquilo descansando.
Como ya hemos acabado todo, Marcos se va contento y él y sus padres nos dicen adiós desde la puerta.