En la actualidad se entiende por “discapacidad” la restricción de la capacidad funcional del ser humano. Es por lo tanto, aquella condición bajo la cual ciertas personas presentan alguna deficiencia física, mental, intelectual o sensorial, que a largo plazo afectan a la forma de interactuar y participar plenamente en la sociedad. Discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación.
El modelo de discapacidad de la OMS vigente está representado en la Clasificación Internacional del Funcionamiento (CIF) de la discapacidad y de la Salud.
La CIF fue aprobada por la OMS en el 2001 para ser empleada de manera internacional. Las dos versiones anteriores (CIDDM, 1980) y CIDDM2 1990 contemplaban las consecuencias de la enfermedad, mientras que la CIF ha evolucionado hacia una clasificación de “componentes de la salud” en la que se hace un abordaje biopsicosocial.
Esta visión facilita hacer una diferenciación entre los diferentes componentes de la discapacidad como las deficiencias, actividades personales y la participación en la sociedad. También se describen factores ambientales y personales, componentes que van a influir en la adaptación en la sociedad de las personas.
La ley de dependencia
La “dependencia” es la necesidad de ayuda o asistencia importante para las actividades de la vida cotidiana. Tres factores concurren en esta definición: la existencia de alguna limitación física o mental que merma las capacidades de la persona, la imposibilidad de realizar actos corrientes de la vida diaria y la necesidad de cuidados por parte de otras personas.
La Ley de Dependencia, es una Ley Universal a la que tienen derecho todos los ciudadanos y ciudadanas españoles que no pueden valerse por sí mismos por encontrarse en situación de dependencia. Con esta Ley nace el cuarto pilar del Estado de Bienestar, que configura el Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia, conocido como el SAAD. A través de esta ley se pretende alcanzar la autonomía personal de las personas dependientes y de sus cuidadores. Para ello, el Estado y las Comunidades Autónomas, se han dotado de unos recursos y prestaciones a los que podrán acceder todas aquellas personas que cumplan los requisitos establecidos en la Ley de Dependencia.
Informe Olivenza de 2017
Según el Informe Olivenza de 2017 acerca de la situación general de la discapacidad en España, el número de personas con discapacidad en España es de 1.774.800 en edades comprendidas entre los 16 y 64 años. Un total de 608.000 (15%) con discapacidad viven solas en su domicilio. 1,39 millones de personas no pueden realizar alguna de las actividades básicas de la vida diaria sin ayuda.
Los cambios demográficos experimentados en las últimas décadas en España han traído consigo profundas transformaciones en la pirámide poblacional, entre ellas un proceso de envejecimiento notable. Uno de los posibles efectos es el aumento de las personas con discapacidad y dependencia, ya que la edad es un factor determinante en la aparición de este fenómeno.
Para atender a las necesidades del colectivo de personas con discapacidad y dependencia, se hace indispensable conocer sus circunstancias: cuántos son, qué limitaciones tienen o si disponen de ayudas y cuidados. Además, es importante comprender la realidad social y la calidad de vida de estas personas, como su acceso al empleo, el apoyo familiar, la discriminación o las barreras a las que se enfrentan.
La mujer y la discapacidad
Según la encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el 2008, el 58,9% de personas con discapacidad son mujeres aumentando este porcentaje a medida que vemos un envejecimiento poblacional. La discapacidad más frecuente es la patología osteomuscular afectando a la movilidad de los pacientes.
El perfil del cuidador
En relación al perfil del cuidador principal de las personas con dependencia, tres de cada cuatro cuidadores principales son mujeres de entre 45 y 64 años, que residen en el mismo hogar que la persona a la que prestan cuidados. Estos cuidados van a suponer una sobrecarga del cuidador principal manifestándose como cansancio físico y sobrecarga osteomuscular hasta alteraciones emocionales que puedan requerir en algún momento atención médica. La sobrecarga del cuidador se relaciona con el grado de deterior físico y cognitivo de la persona a la que cuidan.
Todo lo anterior pone en evidencia la necesidad de promover actuaciones multidisciplinarias encaminadas a apoyar a los cuidadores tanto de forma preventiva como de soporte.