Desde hace unos años hemos asistido, en el ámbito de la odontología, a lo que ha sido un cambio de modelo de servicio, de modelo de negocio. Con la aparición de las franquicias y cadenas de clínicas dentales, se ha normalizado el acceso de estos servicios a gran parte de la población, llevando consigo la creación de numerosos puestos de trabajo. Muchas clínicas privadas han adoptado y adaptado algunos conceptos de estos modelos con el fin de adecuarse al mercado.
Esto ha traído cosas buenas, pero también algunas cosas no tan positivas; algo nos hemos dejado por el camino. Hemos descuidado el aspecto médico integral del paciente, se le ha “deshumanizado” y se ha convertido en una ficha, un número de historia clínica, se ha separado la boca del resto del cuerpo,… en una profesión con importantes connotaciones dentro de lo que es la salud general del paciente, es decir, el paciente no es solo la boca, o el empaste, o el implante, es una unidad y como tal debe ser tratado. Además, el aspecto quirúrgico de la profesión se ha banalizado de forma preocupante, perdiendo su rigor y en muchos casos generando numerosas complicaciones, fracasos, así como yatrogenias.
Algunos centros odontológicos hemos trabajado en la línea de recuperar el carácter médico quirúrgico de la profesión, humanizar y particularizar al paciente. Desde el primer contacto, la primera visita, la realización de la anamnesis, la monitorización, la interconsulta con profesionales de las diferentes ramas de la odontología, y con otros profesionales especialistas de la medicina: internistas, anestesistas, cardiólogos, reumatólogos, etc. Todo ello, con el fin de realizar diagnósticos más completos para poder establecer pautas de tratamiento protocolizadas en un entorno de seguridad sanitaria. Esto supone “redescubrir” la profesión, revolucionar los diagnósticos y tratamientos en un entorno más médico, más quirúrgico, más seguro; en definitiva, un entorno de bioseguridad sanitaria.
Además, un entorno de bioseguridad debe incluir rigurosos protocolos de esterilización, implementación de las EPIS adecuadas al paciente y al profesional.
La realización de tratamientos “ARO” (Alto Rendimiento Odontológico) la experiencia en el dentista se transforma en una vivencia relajada y de gran seguridad, en la que permite abordar los casos desde los más sencillos hasta los más complejos con la tranquilidad y la confianza que puede aportar el entorno de un “hospital dental”.
Hoy más que nunca la bioseguridad sanitaria es un valor en auge. Este tipo de situaciones (Covid19) hacen que todos estemos más sensibles, más alertas y que busquemos entornos seguros, preparados que den respuestas sólidas a nuestros problemas de salud dental, general, y con un trasfondo más humano.