La obesidad se ha convertido, tras el tabaquismo, en la segunda causa de mortalidad evitable. Constituye un importante problema en todos los países desarrollados, resultando evidente que la obesidad se identifique como un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas como la HTA, aumento de ácidos grasos (dislipemias) y diabetes mellitus tipo 2, aunque también se han asociado otras, como cardiopatía, accidente vascular cerebral, síndrome de hipoventilación y apnea del sueño, hígado graso, colelitiasis (piedras en vesícula biliar), artrosis por sobrepeso en articulaciones y alteraciones en la vida reproductiva de la mujer directamente relacionadas con su fertilidad, el embarazo, parto y recién nacido.
La obesidad no sólo genera un impacto sobre la morbimortalidad, sino también sobre la calidad de vida de aquellos que la padecen. La calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) del obeso está afectada en otros aspectos como problemas directamente relacionados con el exceso de grasa corporal, que condicionan tanto problemas físicos (alteración del rendimiento físico), como mentales (alteración de la autoestima, depresión) o sociales (alteración de la relación con los demás, integración social, relaciones sexuales, etc.).
El Ginecólogo, como especialista de la Mujer, está obligado a ser el punto de partida, del diagnóstico, prevención y si está debidamente capacitado, del tratamiento de aquellas mujeres obesas que así lo deseen, en las diferentes etapas a lo largo de su vida, donde se ven implicadas patologías y situaciones que tienen que ver con el sobrepeso no deseado, como son el síndrome del ovario poliquístico, anticoncepción, embarazo y puerperio y menopausia con la implicación que supone los cambios hormonales particulares en cada situación.
De manera muy esquemática, la obesidad se define como aquellas personas con Indice de Masa Corporal superior o igual a 30. Hay que saber diferenciar mediante diagnóstico apropiado, las obesidades subcutáneas o periféricas, tambien denominadas ginoides, de las obesidades abdominales o centrales (androides), para su correcto tratamiento.
Adiposidades Superficiales o Localizadas (Ginoides)
Se trata de una hipertrofia (agrandamiento de las células grasas o adipocitos) en zonas donde se acumulan y suelen estar presente de forma natural. Su distribución suele ser localizada (sobrepeso local) en forma de acúmulos delimitados, los llamados “michelines”, “rollitos”, “lorzas”, “cartucheras”… y suelen romper la armonía de la silueta. Son directamente debidos a una diferencia entre las calorías ingeridas y las consumidas.
Adiposidades Abdominales o viscerales (Androides)
La grasa visceral es la grasa que rodea los órganos internos de la cavidad abdominal. Sabemos que la grasa que almacenamos en nuestro cuerpo no es igual ni tiene las mismas características según su ubicación.
Todos tenemos algo de grasa visceral, pero algunas personas pueden desarrollar más, sobre todo aquellas con un estilo de vida sedentario y hábitos alimenticios poco saludables. La obesidad visceral es la que mayor impacto negativo tiene sobre la salud. Es propia de las personas obesas.
Celulitis
Un caso particular de adiposidad localizada, muy frecuente en la mujer con diferentes connotaciones es la Celulitis.
En medicina el sufijo “itis” significa inflamación. Sin embargo, la celulitis no es una inflamación celular, sino una alteración del tejido intersticial o, dicho de otra forma, de los tejidos que rodean a las células grasas, llamadas adipocitos.
Hay que saber y tener en cuenta que la celulitis precisa, en primer lugar, de una alteración del metabolismo y composición de ese tejido intersticial, con acúmulo de líquido (edema) y un aumento del volumen graso de dichos adipocitos.
En segundo lugar, se produce retracción y alteración de los tabiques conjuntivos o sostén de nuestro organismo, motivo por el cual da lugar a la formación de la “piel de naranja”. Finalmente, se da la retención de la sangre venosa y contenido linfático con la aparición de varicosidades y edemas en extremidades inferiores.
Por lo tanto, en la Medicina Estética, el concepto celulitis es inapropiado. Su denominación correcta es PEFS, según las tres fases de su progresión: 1. Paniculopatía, alteración del tejido adiposo; 2. Edema, retención acuosa del tejido intersticial; y 3. Fibrosa-esclerótica, alteración de los tabiques conjuntivos de sostén.
La celulitis tiene un componente de disconformidad estética muy importante en la mujer. En Ginecología Médico Estética se debe abarcar como una alteración metabólica, que precisa de su tratamiento para restablecer y mejorar el equilibrio orgánico y la figura corporal. La celulitis, en su progresión, si no es tratada oportunamente, puede convertirse en sintomática. Es decir, puede generar dolor al tacto, pesadez en la extremidades inferiores, retención líquida y retención venosa y linfática, aumentando la posibilidad de trombosis venosa, entre otros síntomas.
Es fundamental establecer un correcto diagnóstico (conocer su causa o conocer la procedencia de la disfunción orgánica) de la celulitis para ofrecer un tratamiento completo y eficaz: su localización específica o generalizada, tipo y/o gravedad.
Tratamientos
Podemos concluir muy resumidamente, que el Ginecólogo es el especialista que puede y debe diagnosticar la las diversas adiposidades en la mujer. Debe transmitirle la conveniencia de su tratamiento correcto para evitar las connotaciones negativas, que ya hemos repasado y conlleva la obesidad. El tratamiento correcto de las diferentes formas de obesidad se debe basar en un correcto y minucioso diagnóstico.
No es posible en este artículo repasar los medios diagnósticos necesarios pero si señalaremos que son de fácil aplicación (medición por impedancia, ecografía del tejido graso y vascular, termografía, analítica en sangre…).
Una vez realizado el diagnóstico preciso, los tratamientos deben ser adecuados para cada tipo de obesidad, siendo los pilares fundamentales en las obesidades generalizadas, el equilibrio de la dieta y el ejercio físico, asi como la disminución del estres oxidativo.
En las adiposidades superficiales y celulitis los tratamientos standar en resumen van dirigidos a eliminar los excesos de grasa mediante técnicas médico estéticas, como mesoterapia, ondas de choque, ultrasonidos…, sin olvidar en equilibrar dietas, encaminadas generalmente a dietas desintoxicantes y drenantes en el caso de la celulitis y el ejercicio físico adecuado en todas ellas.
Por ello, la situación ideal es que el ginecólogo esté preparado mediante capacitación adecuada, al diagnóstico y tratamiento, no sólo del tratamiento de los desajustes hormonales propios de las diferentes etapas de la mujer, sino también de aconsejar nutricionalmente una dieta adecuada con sus diferentes aportes de nutrientes, así como conocer la aplicación y fundamentos de las diferentes opciones terapéuticas (mesoterapia, ondas de choque, ultrasonidos…) minimizando al máximo los casos que precisaran de cirugía liporeductora.