Síncopes en pediatría


María Erroz Ferrer. MIR de Pediatría y Áreas Específicas. Hospital Universitario de Navarra. Patricia Martínez Olorón. Cardióloga Infantil. Hospital Universitario de Navarra

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Los síncopes son un motivo frecuente de consulta en Cardiología Infantil. La mayoría de veces su origen es benigno y no requiere tratamiento, pero es importante conocer los signos de alarma para sospechar si es de origen cardiogénico y en ese caso, derivar al Cardiólogo Infantil para valoración.

Un síncope es una repentina y breve pérdida de conocimiento asociada a una pérdida del tono muscular. Ambos se deben a una disminución global y transitoria del flujo sanguíneo al cerebro. En ocasiones no se llega a perder el conocimiento pero se experimenta una sensación de desfallecimiento inminente, lo que denominamos presíncope.

Los síncopes son más frecuentes en la adolescencia y en las mujeres jóvenes, pudiendo estar relacionados con los cambios hormonales en ambos casos. Suelen ser episodios breves, autolimitados y frecuentemente precedidos de un desencadenante (visión de sangre, agujas, golpe de calor…etc.).

Síncope vasovagal

Son múltiples las causas que pueden producirlos. En primer lugar y más frecuente estaría el síncope vasovagal, que es aquel episodio típico de pérdida de conocimiento precedido de síntomas como: palidez de cara, sudoración, sensación del latido rápido del corazón, pérdida de fuerza en las piernas, náuseas o visión borrosa.

Estas situaciones siempre tienen un desencadenante previo, por ejemplo el más conocido es el visualizar sangre o agujas, debido a la gran aprensión que genera en algunas personas. También puede ocurrir en otras situaciones que generen ansiedad o temor, o asociado al dolor intenso, o al estar en lugares multitudinarios o en lugares muy calurosos y húmedos.

En general, hay personas que tienen mayor susceptibilidad a padecerlo que otras, aunque es más fácil que ocurra si se está en ayunas o con pocas horas de sueño. El mecanismo que lo desencadena no es del todo claro, pero se cree que está relacionado con alteraciones en el sistema simpático (aquel que es parte del sistema nervioso y actúa de forma involuntaria aumentando la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la frecuencia respiratoria y el tamaño de las pupilas, además de hacer que los vasos sanguíneos se estrechen y disminuyan los jugos digestivos).

En personas susceptibles, los diferentes estímulos mencionados anteriormente generan una supresión paradójica de la actividad simpática en sus organismos, con la secundaria dilatación de los vasos sanguíneos y descenso de la tensión arterial.
Este tipo de síncopes no requiere tratamiento específico, aunque si se dan unas recomendaciones generales. En primer lugar, se deben evitar factores predisponentes como calor extremo, deshidratación o aglomeración de personas. En segundo lugar, se recomienda reconocer los síntomas premonitorios para que, en caso de que éstos ocurran, se adquieran posturas para evitar la pérdida de conocimiento. Estas posturas son o bien tumbarse y elevar las piernas por encima de la cabeza, o bien sentarse en una silla y bajar la cabeza colocándola entre las piernas.

Síncope después de la actividad física intensa

En segundo lugar, otro síncope muy frecuente es el que ocurre después de actividad física intensa en personas desentrenadas. Parece estar en relación con el remanso de la sangre en las piernas (debido a la vasodilatación que ocurre con el deporte), asociado frecuentemente a una hidratación inadecuada y calor ambiental.

La manera de evitar este tipo de síncopes sería no frenar repentinamente cuando queremos finalizar el ejercicio, sino disminuir paulatinamente la actividad. De esta manera, damos tiempo a la frecuencia cardíaca y tensión arterial a regularse y a disminuir progresivamente, evitando así los cambios bruscos que puedan provocar las pérdidas de conocimiento.

Síncopes por la postura, micción y de origen cardiogénico

Existen otros dos tipos de síncopes determinados por la postura. Por un lado, están los provocados por hipotensión ortostática, que se deben a cambios bruscos de posición al levantarse repentinamente de la cama o del sofá.

Éstos suelen precederse de una sensación de mareo sin otros síntomas (para diferenciar del vasovagal), que cesa a los pocos segundos. Para evitarlos, se recomienda asumir con lentitud la posición erguida, utilización de medias elásticas o dietas con alto contenido en sal.

Por otro lado, existen síncopes que ocurren tras estar un tiempo prolongado de pie. En este caso, se explicarían porque el sistema nervioso simpático provoca aumentos repentinos en la frecuencia cardíaca cuando detecta que la sangre se acumula en las piernas tras excesivo tiempo estando de pie. Estos pacientes suelen tener intolerancia al ejercicio, sensación de palpitaciones, sudoración o náuseas estando de pie. Se recomienda valoración en estos casos por especialista, por si precisa tratamiento.

Otros tipos de síncopes se asocian a situaciones muy específicas. Por ejemplo está el relacionado con la micción (justo antes, durante o inmediatamente después). Suele ocurrir al levantarse para orinar tras llevar tiempo dormido. También hay otros asociados a la defecación; episodios de ataque de tos; estiramiento o arreglos del pelo… etc. Y también existe uno debido a la toma de fármacos como algunos antihipertensivos o antiarrítmicos.

Por último, cabe destacar el síncope de origen cardiogénico, que es aquel cuya causa está en un problema a nivel cardíaco que precisa valoración temprana por el especialista. Signos de alarma que deberían hacernos pensar en él son: síncope producido durante el ejercicio; síncope en situaciones de estrés o peligro; síncope asociado a la natación o al despertarse por la mañana bruscamente por el ruido del despertador o alarma del móvil; síncope estando tumbado; si existen antecedentes de cardiopatías en la familia o antecedentes familiares de muerte súbita; síncope asociado a dolor de pecho o palpitaciones; o en los casos que los que las pruebas complementarias como el electrocardiograma estén alteradas.

En caso de encontrar cualquiera de estos signos de alarma en contexto de síncope, será preciso contactar con un médico para valorar la derivación a Cardiología Infantil donde se descartarían alteraciones cardíacas y se ampliaría el estudio del síncope si precisara.