Inteligencia emocional y hábitos del paciente


Cristina Caballero García, Piedad Fleta Cubero, Ricardo Castellano Sánchez y Ana Cristina Lasheras Ginés.

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Los profesionales sanitarios están en contacto directo con los pacientes y sus familiares en los momentos difíciles o de gravedad e incertidumbre por los que estos pasan, exponiéndose emocionalmente a ellos. Tanto los médicos como las enfermeras, así como otros profesionales sanitarios, pueden presentar un elevado nivel de estrés diariamente, al que hay que añadir el estrés causado por la propia ansiedad que sufren los pacientes y sus familiares ante situaciones difíciles. Estas circunstancias pueden desencadenar también un mayor nivel de desgaste profesional o de burnout entre algunos colectivos de profesionales sanitarios, caracterizándose por una sensación de cansancio a la vez que por desinterés profesional y decepción; lo que redunda, a su vez, en un mayor absentismo laboral, despersonalización, insatisfacción e incluso afectación a nivel familiar y social.

El autocuidado del profesional es esencial para adquirir una experiencia saludable ante las propias emociones y para atender las necesidades de uno mismo en este sentido, que mejor repercuta también en el cuidado y en la atención que se presta al paciente. Los avances técnicos y científicos conseguidos en el área de la salud no se han producido con el mismo alcance en el área psicológica o de la esfera emocional, por lo que es importante prestar atención a las disciplinas relacionadas con el conocimiento y la gestión de las propias emociones.

Las emociones representan un papel muy importante en los fenómenos sociales en los que están inmersos los seres humanos. El término “emoción” se refiere a un estado afectivo que aparece de manera inmediata como una reacción subjetiva o psicofisiológica, a algún factor, bien sea una persona, suceso, lugar, o un recuerdo como adaptación al entorno.

En el ser humano existen diferentes tipos de emociones, así como muchas definiciones que intentan explicar lo que son y representan las emociones en las personas. Pero no existe una clasificación única de las mismas, dándose diferentes grupos o dimensiones de las emociones. Las diferentes clases de estados afectivos se podrían clasificar asimismo entre emociones primarias y secundarias. Las emociones primarias se refieren a aquellas respuestas que son universales, fisiológicas e innatas. Ejemplos de este tipo serían el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. Por el contrario, las emociones secundarias pueden resultar como una combinación de las anteriores y están condicionadas tanto social como culturalmente. Ejemplos de este tipo serían la culpa, el amor, o la decepción, entre otras.

Qué se entiende por inteligencia emocional   

La inteligencia emocional tiene sus raíces en el concepto de inteligencia social identificado por primera vez en 1920 por Thorndike, quien definió la inteligencia como la capacidad de entender, gestionar y actuar con prudencia en las relaciones humanas. 1 A partir de ahí, surgieron otros modelos, pero fue el de Goleman en 1995 el más relevante. Según Goleman la inteligencia emocional consiste en reconocer los sentimientos propios y ajenos para poder manejar bien las emociones y conseguir tener mejores relaciones personales.

Una persona se considera emocionalmente inteligente cuando:

  • Evalúa sus propias emociones. Es decir, tiene la capacidad para entender sus emociones más profundas y es capaz de expresarlas naturalmente.
  • Evalúa y reconoce las emociones en otras personas, percibiendo y entendiendo las emociones que le rodean.
  • Sabe utilizar las emociones para facilitar y mejorar su rendimiento.
  • Regula y controla sus propias emociones y temperamento.

En la gestión emocional, el orden de los factores sí que altera el producto. Es fundamental empezar por uno mismo, gestionando las propias emociones y sentimientos.

La inteligencia emocional está compuesta por una serie de capacidades y habilidades emocionales, que permiten crear un estado de ánimo o sentimiento a partir de las ideas que se tienen sobre lo que ocurre. Solo conociendo qué pensamientos y comportamientos provocan nuestros estados de ánimo, se podrán gestionar mejor y solucionar los problemas que ellos generen.

La inteligencia emocional se entiende como la capacidad de una persona para hacer uso de sus emociones, dirigiéndolas hacia actividades constructivas y de desempeño personal.

La importancia de las emociones

La emoción es un estado afectivo que aparece de manera inmediata como reacción subjetiva a un factor desencadenante, sea una persona, un acontecimiento, un lugar, o un recuerdo.

Los estados afectivos se pueden clasificar en emociones primarias y secundarias.

  • Las emociones primarias se refieren a las respuestas consideradas universales, fisiológicas e innatas (miedo, ira, tristeza, felicidad, etc.).
  • Las emociones secundarias son una combinación de las primarias, y suelen estar condicionadas por factores sociales y culturales (culpa, amor, decepción, etc.).

Es importante estar en contacto con las emociones, pero, sobre todo, es más importante tener una buena autorregulación. Aprender a regular las emociones es esencial para conseguir adaptarse a las circunstancias que se viven en cada momento.2

La inteligencia emocional es la capacidad de solucionar problemas adaptándose a las circunstancias.

La experiencia, el conocimiento técnico y el coeficiente intelectual son fundamentales en el trabajo. Sin embargo, una alteración emocional puede anular la capacidad de las personas a la hora de enfrentarse a determinadas situaciones y actuar adecuadamente. En consecuencia, es importante disponer de aquellas competencias emocionales que permitan sacar el máximo partido según las posibilidades de cada individuo.

En el caso de los profesionales sanitarios, las competencias emocionales hacen referencia principalmente a saber reconocer y gestionar las emociones que aparecen diariamente en el trabajo, tanto en pacientes y familiares, como en el resto de compañeros y personas con las que se tiene relación.

La gestión de las emociones facilita la adaptación al medio y puede ayudar a resolver problemas.

Beneficios de la inteligencia emocional en Atención Primaria   

En el ámbito de la salud, la inteligencia emocional tiene un impacto positivo en diferentes aspectos:

  • Influye positivamente en el desempeño, implicación y satisfacción profesional de médicos y profesionales sanitarios.
  • Contribuye al entrenamiento y desarrollo de habilidades relacionadas con la comunicación clínica. Los profesionales muestran mayor optimismo y son más sensibles a las emociones de los pacientes.
  • Fortalece la relación médico-paciente, mejorando la calidad de las interacciones, el cuidado, la adherencia a los tratamientos y la satisfacción de los pacientes.
  • Mejora la salud física y mental de los profesionales sanitarios, disminuyendo el cansancio emocional y los síntomas psicosomáticos.
  • La inteligencia emocional en el ámbito de la salud es clave para que las relaciones con los pacientes y otros miembros del equipo sean un éxito.

Además, en términos de bienestar y autocuidado, la inteligencia emocional puede ser una de las claves para reducir el síndrome de Burnout en las consultas de Atención Primaria.

La inteligencia emocional en las consultas

La inteligencia emocional y las competencias emocionales son básicas para manejar el estrés de una forma más saludable, potenciar el autocuidado como primer eslabón preventivo y mejorar la calidad del trabajo con los pacientes.

Lo más importante de la inteligencia emocional se refiere a las habilidades que permiten reconocer, comprender y utilizar las emociones de forma beneficiosa y productiva para conseguir los objetivos deseados.

Las seis acciones que entran en juego en el ámbito de las relaciones interpersonales en la práctica clínica son:

  • Preguntar para descubrir posibles miedos, dudas, expectativas, objetivos o deseos.
  • Escuchar con interés y atención.
  • Empatizar con las razones y emociones de los pacientes.
  • Sintetizar las palabras, ideas y conceptos más relevantes
  • Reforzar los logros y los esfuerzos de los pacientes.
  • Retroalimentar para evaluar la comunicación y poder optimizarla.

– Es mejor preguntar que presuponer.

– Es mejor escuchar que hablar demasiado.

– Es mejor empatizar que acusar.

– Es mejor sintetizar y simplificar que complicar y enredar.

– Es mejor reforzar que menospreciar.

– Es mejor retroalimentar y flexibilizar que ser inflexible y rígido.

Algunas de las recomendaciones más importantes para poner en práctica son:

  • Escucha activa. Para saber escuchar, hay que saber manejar los silencios, no solo para que el paciente tenga el tiempo suficiente para explicarsetambién para poder analizar en profundidad toda la información que se recibe y evitar quedarse en una capa superficial. En general, se recomienda ir más allá del motivo inicial de la consulta.
  • Lenguaje fácil de entender. Es importante utilizar un lenguaje sencillo que el paciente pueda entender con facilidad, sin caer en la infantilización del paciente ni en la pérdida de la profesionalidad del médico. Se trata de simplificar el mensaje, cuidar las palabras y tener en cuenta los posibles efectos que éstas pueden provocar en los pacientes. 
  • Ser asertivo y evitar las etiquetas. Ser asertivo implica saber moverse entre el “sí” y el “no” ante las peticiones de los pacientes, intentando mantener una conversación fluida, sin alteraciones ni enfados. Además, se recomienda no prejuzgar ni poner etiquetas a las personas.
  • Comunicación de malas noticias. Es importante aprender a dar las noticias poco a poco, dando voz al paciente sobre qué es lo que quiere saber y cuándo lo quiere saber. El momento de dar una mala noticia es irrecuperable y el impacto puede ser tan grande, que hay que saber controlar el momento para no provocar daños innecesarios.

Formación en inteligencia emocional, la clave para la optimización de la Atención Primaria   

Para poder afrontar las propias emociones ante determinadas situaciones o pacientes, es clave la formación y el aprendizaje en técnicas de autocontrol, asertividad, relajación y autoconocimiento.

La incorporación de la inteligencia emocional en la formación académica supone adquirir aquellas competencias necesarias para que el médico pueda relacionarse con él mismo y con los demás. En general, se trata de que los profesionales sanitarios se acerquen a la inteligencia emocional y a las competencias emocionales, además de potenciar el autocuidado profesional como primer eslabón preventivo del estrés en el trabajo.

Los principales objetivos del aprendizaje sobre inteligencia emocional en la formación médica son:

  • Conocer los fundamentos de la inteligencia emocional.
  • Identificar las propias emociones y su base neurobiológica, profundizando en el propio autoconocimiento.
  • Dotar al médico de recursos necesarios para poder regular adecuadamente las emociones más comunes presentes en las consultas, principalmente el miedo y el enfado.
  • Saber aplicar estrategias de autocuidado profesional en las situaciones de estrés en la consulta.
  • Saber apoyar a los pacientes a entender sus propias emociones.
  • Conocer las herramientas que ayudan a optimizar la relación médico-paciente, principalmente las habilidades de comunicación y conexión con los demás.
  • Conocer las bases del trabajo en equipo y su aplicación desde un liderazgo emocionalmente inteligente.

Durante las últimas décadas se han conseguido importantes progresos técnicos y científicos, sin embargo, no se ha producido el mismo avance en la esfera emocional y psicológica, a pesar de que el concepto de inteligencia emocional ha adquirido una base científica muy sólida. Para poder responder eficazmente ante los nuevos retos del sistema sanitario, es fundamental prestar atención a todas las disciplinas relacionadas con el conocimiento y la gestión de las emociones.

AUTORES:

Cristina Caballero García. Auxiliar Administrativo. Hospital Nuestra Señora de Gracia

Piedad Fleta Cubero. Celadora. Hospital Nuestra Señora de Gracia

Ricardo Castellano Sánchez. Celador. Hospital Royo Villanova

Ana Cristina Lasheras Ginés. Enfermera. Hospital Clínico Lozano Blesa

BIBLIOGRAFIA

1 [Internet]. Disponible en  https://www.carm.es/edu/pub/18178_2018/1_4_contenido.html

2 [Internet]. Disponible en  https://www.psicologiaymente.com