Adicción a internet


Iñaki Lorea Conde . Psicólogo Clínico. Fundación Argibide

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La adicción a Internet es un trastorno emergente sobre el que se estudia y debate en todo el mundo. La investigación actual está tratando de clarificar unos criterios diagnósticos y protocolos de tratamiento que demuestren eficacia. Más allá de estas consideraciones, al hablar de adicción a Internet nos referimos a un uso excesivo de la navegación por la red, que afecta a los objetivos personales, sociofamiliares y académicoprofesionales de un sujeto. Analizar los mecanismos biológicos que están implicados en este trastorno, delimitar las características individuales y sociales que actúan como factores de riesgo y de protección y desarrollar programas de prevención eficaces son otras líneas de investigación relevantes en el abordaje de este complejo fenómeno.

Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en general e Internet en particular están revolucionando los modos de comportamiento y relación del ser humano. Nuevas formas de comercio, de transmisión del conocimiento o de establecer relaciones con personas son ejemplos destacados de ello. No obstante, junto a estas innegables ventajas se están acumulando un número creciente de consecuencias negativas derivadas del uso abusivo de Internet, de tal manera que en los últimos años varios grupos de investigación clínica han propuesto la existencia de un “trastorno por adicción a Internet”, de características similares a otras conductas adictivas.

Concepto

Las primeras propuestas estructuradas de diagnóstico fueron realizadas en 1996 por Kimberly Young, que definía el trastorno como “la realización de un uso excesivo de internet que genera una distorsión en los objetivos personales, familiares o profesionales del sujeto afectado”. Aunque en la actualidad los estudios empíricos no han consensuado unos criterios diagnósticos para la adicción a internet, los más reseñados se refieren a: a) “tener en mente” la red constantemente, b) un uso creciente de internet para obtener bienestar, c) realizar esfuerzos infructuosos para controlar su uso, d) experimentar malestar al cesar su uso y e) permanecer conectado más tiempo del que se había previsto. Además, uno de los tres siguientes criterios debe estar presente: 1) el uso de Internet afecta las relaciones familiares, el trabajo o los estudios, 2) algún familiar, amigo o allegado muestra su preocupación por el uso que el sujeto hace de Internet y 3) el uso de la red se convierte en una forma de afrontamiento de problemas o de estados de disforia.

Una cuestión relevante respecto al concepto de “adicción a internet” es delimitar si la adicción es a la red o a sus contenidos. En este sentido, se ha observado que las aplicaciones en las que el usuario no necesita identificarse, como los chat o los juegos de rol, son más propicias para perder el control del uso de la conexión a la red. Parece que en dichas aplicaciones la posibilidad de asumir una identidad falsa tiene la capacidad de proporcionar mayor satisfacción que el verdadero yo, lo que proporciona la sensación de “escapar de sí mismos” a los internautas y este aspecto adquiere grandes propiedades de refuerzo, principalmente en sujetos con una mayor vulnerabilidad psicológica.

Epidemiología y factores de riesgo

Sin embargo, no todas las personas que navegan por internet, ni siquiera las que usan chats o juegos de rol, desarrollan una adicción. Si bien se estima que la práctica totalidad de los estudiantes en nuestro ámbito utilizan las TIC en la actualidad, los estudios de prevalencia arrojan datos entre el 3% y el 6% de abuso de Internet en población estudiante, es decir, sólo una minoría de los que navegan por la red hace un uso abusivo. Desde un punto de vista individual, rasgos principales de impulsividad, estado de disforia, baja tolerancia a la frustración, elevada búsqueda de sensaciones, timidez y retraimiento extremos aumentan el riesgo de engancharse a un uso abusivo de Internet. Desde un punto de vista social, la cohesión familiar débil o las relaciones sociales empobrecidas incrementan las probabilidades de riesgo, sobre todo si se combinan con un hábito de recompensas inmediatas o con presión grupal hacia “estar conectado”.

Neurobiología

Un aspecto de particular interés en el estudio de la adicción a Internet es el análisis de los cambios que ocurren en el cerebro durante el desarrollo de este trastorno. Las primeras evidencias señalan que, de manera similar a otras conductas adictivas (adicciones a sustancias y al juego principalmente), se observan alteraciones en el funcionalismo de la transmisión dopaminérgica en el sistema de recompensa cerebral. Asimismo se encuentran cambios estructurales en regiones como la corteza orbitofrontal y el giro cingulado anterior, cambios que se han asociado a una mayor atribución de saliencia a los estímulos relacionados con Internet y a una peor regulación de la conducta de “estar conectado”. Como resultado, el comportamiento del sujeto cambia y se instaura la conducta adictiva con todos sus componentes: alteración del humor, saliencia, tolerancia, abstinencia, interferencia ambiental-funcional y recaídas.

Tratamiento

En la actualidad no existen protocolos de tratamiento con la suficiente calidad metodológica que hayan demostrado su eficacia en el tratamiento de la adicción a Internet. Sin embargo, existe consenso en que la abstinencia del uso de la red no es un objetivo general de tratamiento, sino que ha de circunscribirse a las aplicaciones objeto de mayor abuso. Asimismo, los clínicos que trabajan en el ámbito de la adicción a Internet han sugerido algunas estrategias de tratamiento que incluyen: a) modificar los patrones horarios de uso del ordenador, b) planificar actividades que limiten el tiempo de uso de Internet, c) evitar totalmente el uso de las aplicaciones más problemáticas, d) clarificar costes y beneficios del abuso de Internet y de un uso adecuado, e) clarificar las oportunidades que el paciente pierde cuando abusa de “estar conectado”, f) participar en grupos de autoayuda y g) implicar a la familia en el tratamiento.

Prevención

Dada la innegable utilidad de las TIC en general e Internet en particular, las estrategias de prevención abogan por comprometer a padres, educadores y adolescentes en su uso y conocimiento. Por una parte, el uso compartido entre padres, madres e hijos puede servir para que éstos adiestren a los padres y madres en el uso de las nuevas tecnologías. Por otra parte, padres y madres tienen la oportunidad de enseñar a los jóvenes a utilizar las TIC de manera adecuada y en su justa medida. Se han sugerido una serie de recomendaciones a la familia para prevenir el abuso de Internet, a saber: a) limitar el uso y pactar el tiempo de utilización del ordenador, b) ubicar los ordenadores en lugares comunes de la vivienda, c) controlar los contenidos a los que los jóvenes acceden (sobre todo al inicio), d) fomentar las relaciones cara a cara, e) potenciar las aficiones y la implicación en deportes, actividades lúdicas, de equipo y de voluntariado y f) favorecer la comunicación y el diálogo en la propia familia.