Cada vez se diagnostican más casos de intolerancia y/o alergias alimentarias y quién las padece seguro que al principio se presenta con muchas dudas sobre cómo debería de ser a partir de ahora su alimentación. En primer lugar habría que diferenciar entre alergia e intolerancia. En la alergia alimentaria existe una reacción del sistema inmunológico mientras que cuando se da una intolerancia alimentaria el sistema innmunológico no juega ningún papel, sino que el problema es metabólico y digestivo.
Para hablar de intolerancia a la fructosa, primero hay que saber qué es la fructosa.
La fructosa es un monosacárido (azúcar simple que se encuentra en las frutas y verduras). Aunque también podemos ingerirlo en forma de sacarosa, ya que la sacarosa está formada por glucosa y fructosa, que tras ser absorbida, da estas dos moléculas. También hay que prestar atención a los alimentos que contienen sorbitol (E-420), un edulcorante muy utilizado en la elaboración de alimentos, que tras ser metabolizado puede dar fructosa.
Malabsorción e intolerancia hereditaria a la fructosa
¿Y cuál es la diferencia entre la Intolerancia hereditaria a la fructosa (IHF) y la malabsorción o intolerancia a la fructosa?
La malabsorción a la fructosa se da cuando las células del intestino no son capaces de absorber total o parcialmente la fructosa, generando molestias intestinales como gases, dolor abdominal, diarrea, naúseas, pesadez de estómago… Puede ser reversible o irreversible.
El tratamiento nutricional en este caso será evitar alimentos que contengan fructosa, sacarosa o sorbitol según tolerancia individual, según el grado de intolerancia, evitando los que más los contengan.
Teniendo en cuenta que los alimentos que contienen sacarosa o sorbitol no nos interesan tanto a nivel nutricional, no habría tanto problema, pero sí algunos alimentos que contienen fructosa cuyo valor nutricional es muy importante, como son las frutas y verduras, por lo que habría que ir probando como van sentando los diferentes alimentos, siempre eligiendo aquellos con menos cantidad y elegir la fruta menos madura, de esta forma el azúcar no está tan disponible.
La Intolerancia hereditaria a la fructosa se da cuando la persona que la padece no contiene la enzima necesaria para metabolizar la fructosa, es decir, son capaces de absorberla pero no de metabolizarla, la enzima deficiente es la fructosa-1-fosfato-aldolasa. Al no poderse metaboliza se acumula un metabolito tóxico en el organismo, con numerosas repercusiones como: disfunción hepática, naúseas, vómitos, bajo peso en niños, hipoglucemia, ictericia… Así pues en este caso se restringen los alimentos que contengan fructosa, sacarosa o sorbitol para siempre.
Leer el etiquetado nutricional
Tanto para una patología como para la otra es muy necesario conocer la composición de los alimentos, y saber cuáles contienen fructosa, sacarosa y/o sorbitol, y en qué cantidad. De forma natural lo contienen frutas, verduras, hortalizas, miel y azúcar. Pero de forma añadida puede estar presente en numerosos productos como son las bebidas edulcoradas, zumos, chocolates, caramelos, chicles, galletas, bebidas azucaradas, fruta en almíbar, alcohol, embutidos, pates… Muchos medicamentos y jarabes para niños también lo contienen, así como en numerosos alimentos para diabéticos… En estos casos aprender a leer el etiquetado nutricional de cada alimento es vital.
Tras un buen diagnóstico por el médico, se debería planificar una dieta variada y equilibrada adecuada para cada una de estas patologías en manos de un profesional cualificado, como es el dietista-nutricionista, ya que al eliminar alimentos tan importantes como la fruta y la verdura pueden desarrollarse carencias nutricionales.