Alimentos transgénicos


Amelia Marti del Moral, PharmD, PhD

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Los alimentos transgénicos son aquellos en cuya producción (o en la de sus ingredientes) se han utilizado técnicas de ingeniería genética. Se llaman también alimentos recombinantes o modificados genéticamente (MG). Con estas técnicas se pretende introducir nuevos genes en células animales o vegetales, para que realicen nuevas funciones mediante la síntesis de nuevas sustancias o bien para modificar e incluso suprimir la expresión de un gen propio. La ingeniería genética representa un gran potencial, ya que se pueden intercambiar genes de distintas especies.

Por ejemplo, podemos tener tomates transgénicos a los que se le introduce un gen para que maduren sin ablandarse o fresas transgénicas capaces de crecer a bajas temperaturas, etc. Estos alimentos deben ser iguales en todo a los convencionales, excepto en la característica nueva que han adquirido por la introducción o supresión de un gen con una función propia.

Novedad de los alimentos transgénicos

El hombre ha actuado como un verdadero biotecnólogo de alimentos desde casi el principio de su existencia. Mucho antes de que las bases científicas fueran comprendidas, el hombre se ha aprovechado de la variación genética para seleccionar por técnicas de cruce y selección, especies de plantas y animales mejoradas y ha utilizado microorganismos y enzimas para la elaboración de diversos productos fermentados. De manera que, las técnicas tradicionales de selección y cruce también se basan en el intercambio de material genético, aunque dicha transferencia es al azar y sólo se da entre individuos de la misma especie. Por ejemplo: cruces entre variedades de plantas similares o de árboles frutales.

Desarrollo de la biotecnología

La biotecnología es una herramienta nueva que permite agilizar y canalizar la transferencia de genes de manera que no sea al azar, sino altamente específica. Permite elegir qué genes se transfirieren y dónde se insertan. Su mayor potencial estriba en que permite una transferencia de genes incluso entre organismos de especies diferentes, esto es por ejemplo entre vegetales y animales. Ejemplo: a plantas de fresas se le pueden insertan genes de peces del Ártico. Esta propiedad conlleva que esta nueva tecnología sea algo revolucionaria en términos de los beneficios potenciales que puede aportar; aunque también produce preocupación desde el punto de vista ético, con relación al medioambiente, a la seguridad y estabilidad biológicas, etc.

Los avances en la biotecnología han sido graduales produciéndose fundamentalmente a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. En primer lugar, el descubrimiento de la estructura de los ácidos nucleicos (ADN): hebras que contienen la información genética y explican y/o dirigen el comportamiento de las células, a mediados de los años 50. En 1960 se descubren los plásmidos, secuencias de ADN circular, fáciles de manipular y de replicación independiente al ADN genómico. A partir de los años 70 se sigue progresando y se obtienen las ligasas y las enzimas de restricción, el ADN recombinante y los plásmidos de transferencia. Estos se utilizan como vehículos (vectores) para la transferencia de genes obteniéndose en los años 80 las primeras plantas transgénicas con genes de origen bacteriano. Además de conseguirse importantes avances en el cultivo de células in vitro así como en la regeneración de plantas enteras a partir de diversas partes.

Aplicaciones al sector de producción alimentaria

Las aplicaciones de la biotecnología en la obtención de alimentos se pueden agrupar en tres grandes áreas: agricultura, industria alimentaria y producción animal. Con los alimentos transgénicos se buscan soluciones a problemas antiguos tales como aumentar la calidad y el valor nutricional de nuestros alimentos, sin olvidar la importancia de disponer de un aporte de los mismos en cantidades adecuadas y a unos precios razonables. Los alimentos transgénicos no son la panacea ni van a sustituir a los productos tan variados presentes en nuestra gastronomía.

Tras una década de investigaciones y desarrollo de nuevas variedades con propiedades interesantes se empezaron a cultivar a gran escala diferentes tipos de plantas modificadas genéticamente. A escala mundial la superficie cultivada aumentó entre 1996 y 1999 de 1.7 millones de hectáreas a casi 40 millones (20 veces). En los países asiáticos del Sur de América y EE.UU. la producción se esta incrementando de forma muy significativa. A modo de curiosidad se puede señalar que en EE.UU. la extensión de terreno sembrado con maíz modificado genéticamente equivale a la superficie total que la Unión Europea dedica al cultivo de maíz tradicional. La producción mundial más abundante corresponde al cultivo de soja, seguida de maíz y canola.

En Europa las primeras especies aprobadas para su comercialización hasta 1999 fueron diferentes tipos de maíz, soja, colza y achicoria. En el entorno de UE el maíz ocupa el primer lugar en cuanto a liberación de especies transgénicas seguido de colza, remolacha y patata.

Riesgos para la salud

A pesar de los numerosos beneficios derivados del uso de la biotecnología en la alimentación, los alimentos transgénicos tienen riesgos potenciales para la salud de diversa índole y que han despertado gran alarma social. Entre los que se encuentran:

  • Interacciones entre genes inesperadas, por ejemplo algunos estudios encuentran pesos algo inferiores en animales alimentados con plantas transgénicas.
  • Riesgo de cáncer, por ejemplo si contienen mayores niveles de residuos –pesticidas- que los alimentos convencionales.
  • Potencial alergénico debido a la presencia de nuevas proteínas. Se debe examinar con rigor.
  • Transferencia horizontal de genes puede darse entre miembros de la misma especie o diferente o incluso de reinos distintos.
  • Resistencia a antibióticos, que pueda trasferirse de unos organismos a otros, debido a que en algunos procesos tempranos de la modificación genética se usan genes de resistencia a antibióticos. No hay evidencias de que haya sucedido.

Riesgos medioambientales

Aparte de los riesgos para la salud humana están los riesgos medioambientales y además de las cuestiones científicas, sociales y todas las relacionadas con el medio agrícola.

Conviene señalar que el riesgo biológico más importante es la llamada “fuga de genes”, que depende de la especie vegetal (silvestre) y del gen transferido. La contaminación biológica es difícil de medir y tiene mayor importancia en relación con genes selectivos como la resistencia a herbicidas. Puede llevarse a cabo de tres maneras:

  • A través de la persistencia vegetal en suelos de semillas o restos de plantas transgénicas que pueden quedar en el campo tras la cosecha, o inclusos ser transportadas a largas distancias. El peligro estriba en la aparición de “supermalashierbas” –hierbas transformadas con resistencia genética a herbicidas.
  • A través del polen, de plantas transgénicas que puede fertilizar a otras que no lo sean. Este proceso depende de la compatibilidad reproductora entre dichas plantas. Si las especies vegetales fueran parecidas se podrían formar “supermalashierbas”.
  • Otros riesgos potenciales estarían en relación con la reducción de la biodiversidad silvestre, de la biodiversidad agropecuaria, la contaminación de suelos o acuíferos a través de bacterias MG que expresen ciertas sustancias tóxicas, etc.

Por todo ello aunque la ingeniería genética representa un gran potencial deberemos ser cautelosos en su aplicación al sector alimentario puesto que debe primar la salud y seguridad alimentaria del consumidor. Además, se deberían premiar las actuaciones respetuosas con la naturaleza de los alimentos y con el medio ambiente.