Una parada cardiorrespiratoria ocurre cuando la actividad cardiaca cesa de forma brusca e inesperada. En España hay más de 25.000 casos de parada cardiorrespiratoria cada año fuera de los centros sanitarios, lo que supone que una persona sufre una parada cardiorrespiratoria cada 20 minutos. Las causas pueden ser variadas, entre las que se encuentran las enfermedades coronarias (como un infarto agudo de miocardio, por ejemplo), arritmias cardíacas (fibrilación ventricular, taquicardia ventricular…), hemorragia masiva, shock, accidentes, intoxicaciones, hipotermia…
El reconocer esta situación y utilizar un desfibrilador de forma precoz es esencial para la supervivencia de la persona. Según la Fundación Española del Corazón, cada minuto que pasa sin iniciar maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP en adelante) y sin usar un desfibrilador, se reducen un 10% las posibilidades de supervivencia. De ahí la importancia que tiene el que actuemos lo antes posible.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero que debemos hacer al identificar una parada cardiorrespiratoria es asegurar la zona. Eso significa que debemos estar en un lugar seguro (por ejemplo, si la persona a la que hay que atender está tumbada en la carretera la llevaremos a la acera, fuera del alcance de los vehículos). Posteriormente llamaremos rápidamente al 112, teléfono de emergencia sanitaria. Debemos decir claramente dónde nos encontramos y lo que ocurre. Aunque parezca complicado es muy importante mantener la calma y responder a las preguntas que nos hagan. También nos darán unas pautas a seguir, y debemos hacer caso en todo lo que nos digan a través del 112. Los compañeros y compañeras del 112 serán los encargados de avisar a los equipos sanitarios correspondientes, que acudirán sin demora al lugar en el que nos encontramos.
Los ciudadanos jugamos un papel muy importante mientras esperamos a la llegada de la atención sanitaria, ya que las probabilidades de supervivencia aumentan mucho si se empieza a realizar maniobras de soporte vital en los primeros minutos. Debemos localizar un desfibrilador (si estamos con otra persona podemos delegar esta búsqueda a la otra persona) y tenemos que iniciar lo antes posible el masaje cardíaco. Está demostrado que cuanto más tarde se inicie el masaje, más difícil es para esa persona que se recupere y más secuelas puede sufrir. No debemos tener miedo a iniciar el masaje, todos podemos hacerlo. Debemos confiar en nuestras capacidades y saber que al iniciar las maniobras de RCP de forma precoz estamos ayudando a esa persona.
Para realizar un correcto masaje cardíaco debemos colocar las dos manos en el centro del pecho del paciente (en el esternón) y hacer compresiones hacia abajo con los brazos extendidos y en ángulo recto respecto al cuerpo de la persona. Hay que hundir el tórax de la persona unos 4-5 cm y hacerlo a una frecuencia de 100 veces por minutos aproximadamente. Debemos intentar que las compresiones sean regulares, sin interrupciones. Si tenemos dudas podemos preguntar al 112, nos las resolverán.
El uso de los desfibriladores automáticos es sencillo. Lo más importante es mantener la calma y seguir las indicaciones que nos dará el propio desfibrilador. Puede resultar difícil en esta situación, pero la calma será una gran aliada para actuar correctamente.
(Ver Figura 1).
La conclusión de estas palabras es que con nuestras manos podemos hacer mucho para ayudar a una persona que ha sufrido una parada cardiorrespiratoria. Podemos aumentar su supervivencia. Solo debemos quitarnos el miedo, llamar a la calma y actuar.