Arritmias cardíacas y ejercicio físico


Dr. Antonio Asso. Jefe Unidad de Arritmias, Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza

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En el momento actual es sobradamente reconocido, tanto por los profesionales sanitarios como por el público general, la asociación entre una buena forma física y la salud cardiovascular. Sin embargo, no todo el mundo sabe que elevados niveles de entrenamiento predisponen a ciertos trastornos del ritmo cardíaco.

Dejando de lado el ejercicio como causante o desencadenador de arritmias de potencial compromiso vital en individuos que presentan alguna enfermedad subyacente –sea ésta reconocida o no- vamos a centrarnos en este artículo solamente en las arritmias auriculares o “benignas” que se relacionan con el entrenamiento y la búsqueda de un alto rendimiento deportivo.

Sabido es que la práctica del deporte recreacional ha crecido exponencialmente en los últimos años. En tan solo una década muchos fabricantes de material deportivo para este tipo de actividades han duplicado sus ventas. En la misma proporción viene aumentando desde hace años la incidencia de ciertas arritmias como la fibrilación auricular en determinados grupos de población. A qué se debe?, como prevenirla? y como tratarla?

La arritmia más frecuente

La fibrilación auricular es la arritmia más frecuente en la población general en su conjunto y sus costes directos e indirectos representan más del 1% del total del gasto sanitario en los países desarrollados. La arritmia es consecuencia de una desestabilización de la activación eléctrica en una cámara cardíaca (la aurícula izquierda) que se traslada a la aurícula derecha –lugar donde se inicia el impulso eléctrico normal o ritmo sinusal. Como consecuencia, el ritmo cardíaco normal secuencial y sincrónico se transforma en un ritmo de cadencia irregular. La arritmia clásicamente se presenta en episodios de minutos u horas durante los que el pulso se hace irregular y rápido sin justificación alguna. Clásicamente la arritmias se presenta durante el reposo especialmente nocturno y se asocia con clínica de palpitaciones, molestias torácicas inespecíficas, etc. En otros casos el paciente es completamente ajeno a la existencia del trastorno y está asintomático. Cuando la arritmia se presenta en episodios autolimitados (que se interrumpen espontáneamente) se denomina fibrilación auricular paroxística. Cuando la arritmia se mantiene durante más de una semana se denomina persistente, y cuando se cronifica se denomina permanente.

La fibrilación auricular en cualquiera de sus tipos puede presentarse en cualquier grupo de población. La edad es un factor determinante, así como la coexistencia de ciertos factores de riesgo como la hipertensión, obesidad, sedentarismo, etc. Así, en personas de más de 80 años podemos asegurar que 1 ó 2 de cada diez presentan este tipo de arritmia en alguna de sus formas. La identificación de la arritmia en estos individuos es fundamental ya que cuando se asocia a la presencia de factores de riesgo predispone al desarrollo de embolias cerebrales o sistémicas que deben prevenirse convenientemente mediante tratamiento anticoagulante.

Consecuencias clínicas

El otro aspecto fundamental son las consecuencias clínicas de la arritmia tanto en lo referente a síntomas asociados como al potencial de agravar patologías cardíacas subyacentes acentuando por ejemplo la insuficiencia cardíaca en pacientes cardiópatas.

Como se ha mencionado antes, la arritmia puede ser asintomática incluso en jóvenes. Esta presentación, no obstante, es infrecuente de forma especial en este grupo de edad. La ausencia de sintomatología es especialmente preocupante en personas mayores en quienes típicamente concurren riesgos embólicos elevados por la coexistencia de factores de riesgo cardiovascular. Esto debe obligar a una búsqueda proactiva de la arritmia en los mayores ya que la ausencia de síntomas no exime de los riesgos embólicos. Es un hecho constatado en los servicios de urgencias que muchas veces se detecta la arritmia por vez primera en un anciano que acude por un ictus (embolia cerebral) y que al no haberse reconocido la arritmia no estaba anticoagulado.

En individuos jóvenes la arritmia recibe el mismo nombre pero en realidad se trata de una patología en cierto modo diferente. El principal problema de la fibrilación auricular en estos sujetos de entre 30-60 años suele ser la sintomatología y la consiguiente afectación de su la calidad de vida y productividad laboral. Habitualmente, dado que no suelen existir factores de riesgo asociados, los riesgos antes mencionados en pacientes mayores y cardiópatas pasan a un segundo plano.

Arritmia y ejercicio

La mayoría de los pacientes entre 30-60 años que consultan por fibrilación auricular son o han sido deportistas con un alto nivel de entrenamiento de resistencia (atletismo, ciclismo, etc) en su juventud, con un claro sesgo de afectación en el varón, mucho más propenso que la mujer a desarrollar la arritmia. Varias son las hipótesis que correlacionan el entrenamiento de resistencia con el desarrollo de fibrilación auricular décadas más tarde pero ninguna ha sido definitivamente validada. Lo que si es cierto que la práctica de un riguroso programa de entrenamiento de resistencia durante años quintuplica (al menos) los riesgos de desarrollar más tarde esta arritmia, lo que no contradice con los beneficios netos innegables para la salud cardiovascular de la práctica deportiva y de un alto nivel de ejercicio.

¡Cuál es la dosis adecuada del ejercicio?

Esta es la cuestión clave. La vida sedentaria se asocia con ciertas patologías cardíacas a través de un conjunto de factores de riesgo como la obesidad, la hipertensión, diabetes, etc. Estos factores favorecen el desarrollo de arritmias, y entre otras, la fibrilación auricular. La práctica de ejercicio moderado y moderado-intenso es muy beneficioso para la salud cardiovascular al prevenir tales factores de riesgo. Las personas físicamente activas, por tanto, tienen una menor incidencia de fibrilación auricular respecto a los sujetos sedentarios. El problema surge en el siguiente escalón de intensidad: el ejercicio de resistencia con arduas sesiones de entrenamiento de resistencia a lo largo de los años condiciona mediante diversos mecanismos cambios en la estabilidad eléctrica de las aurículas y mediatizan el eventual desarrollo de fibrilación auricular en episodios paroxísticos años más tarde, cuando el deportista se encuentra en la cuarta o quinta década. Debe aclarase aquí, que si se ha practicado deporte de resistencia en la juventud y décadas después abandona la actividad física y lleva una vida sedentaria el resultado es todavía peor, ya que estos sujetos tienen en conjunto más arritmias que quienes siguen practicando deporte a nivel moderado toda la vida.

La biología no ha tratado de igual manera en este campo tampoco al hombre y a la mujer, favoreciendo a ésta última. Estudios recientes confirman que esa curva en forma de “V” entre la relación ejercicio e incidencia de fibrilación auricular se cumple en el varónpero no es válida para la mujer, en quien el ejercicio de elevada intensidad y resistencia mantenido durante años seguiría siendo beneficioso y no favorecería el riesgo arrítmico, al menos en la relación documentada en el hombre. Los datos estadísticos actuales sugieren esta afirmación pero probablemente haya que corroborarla para descartar factores externos que la condicionan. En cualquier caso, debe insistirse de nuevo que el beneficio neto de la práctica del deporte de intensidad es innegable y que aunque la fibrilación auricular es cinco veces más frecuente en estas personas existen intervenciones terapéuticas eficaces para su tratamiento. Eso sí, debe tenersepresente también aquí que no siempre “más” de algo bueno es necesariamente “mejor”.

¿Si el deporte es bueno, cuanto más deporte mejor?

El ejercicio de moderada intensidad es el más conveniente desde un planteamiento de salud; el ejercicio de intensidad sigue siendo bueno pero conlleva una mayor incidencia de ciertas arritmias –tratables por otro lado.

¿La influencia del deporte en la salud cardiovascular es equivalente en ambos géneros?

Aparentemente no, mientras que en el varón el ejercicio de alta intensidad y resistencia se asocia con una incidencia aumentada del desarrollo de arritmias como la fibrilación auricular, en la mujer ese incremento de riesgo no se está observando a similares cargas de entrenamiento.

Finalmente, debe insistirse que una valoración médica rigurosa es uno de los requisitos para todo aquel que desea realizar ejercicio físico intenso, sea a nivel competitivo o recreacional.

¿Debe realizarse una revisión cardiológica antes de iniciar una práctica deportiva intensa?

Sí. Aunque debe tenerse presente que:
– Carece de sentido indicar pruebas indiscriminadas a individuos de bajo riesgo cuya interpretación será dificultosa y sujeta a errores.
– La mejor valoración suele incluir una historia clínica personal y familiar, la realización de un electrocardiograma y ecocardiograma, y en su caso otras exploraciones como prueba de esfuerzo, etc.

¿Excluye el riesgo de muerte súbita una revisión cardiológica exhaustiva?

No. Lamentablemente ciertas patologías que predisponen a una arritmia maligna pueden ser imposibles de detectar con antelación.