Terapia acuática


Maitane Garde Erro, Saioa Redín Garralda. Fisioterapeutas. Complejo Hospitalario de Navarra. María Graz Zugasti. Fisioterapeuta. CREENA (Centro de Recursos de Educación Especial de Navarra)

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La terapia acuática es una técnica terapéutica de rehabilitación, en la que se combinan las propiedades mecánicas del agua y las técnicas de tratamiento realizadas por un terapeuta especializado. Se realiza en unas instalaciones específicamente diseñadas para ello, con el fin de conseguir unos objetivos terapéuticos y mejorar la calidad de vida del paciente.

Habitualmente se utilizan materiales de apoyo como objetos que flotan (churros de colores, planchas, flotadores, etc) u objetos que se hunden (escalones, pesos, etc).

¿En qué se diferencia de la Hidroterapia?

La Hidroterapia es el tratamiento de todo el cuerpo o parte de él, aplicando agua en diferentes condiciones. Se puede variar la temperatura, la presión, las propiedades del agua (dulce, salada), etc.
La Terapia Acuática debe realizarse junto con un profesional preparado para ello, como por ejemplo, un fisioterapeuta o un terapeuta ocupacional. Que estará en todo momento dentro del agua con el paciente asistiéndole en el tratamiento y en todo lo que necesite.

Condiciones adecuadas

• Las instalaciones deben ser de fácil acceso para los pacientes, sin barreras arquitectónicas y con los recursos materiales necesarios para poder entrar dentro de la piscina, como grúas, sillas de ruedas que se puedan sumergir, etc.
• Los vestuarios deben ser espaciosos y deben estar adaptados para personas con movilidad reducida.
• Antes de entrar en el agua será obligatorio ducharse.
• La temperatura del agua debe ser de 32-350C.
• El suelo y las paredes deben ser antideslizantes.
• La profundidad máxima debe ser de 1,40 metros, con diferentes áreas de profundidad, debidamente señalizadas.
• Las paredes deben estar provistas de barras a lo largo de toda la piscina.
• Será obligatorio un bañador, un gorro y un calzado adecuado antideslizante para entrar y salir del agua. Tanto para el paciente como para el terapeuta.
• Se controlarán periódicamente las condiciones del agua y del aire de las instalaciones para que sean las adecuadas.

¿Cuándo está indicada la terapia acuática?

Está indicada en todos los ámbitos de la rehabilitación y es una técnica que cada vez se utiliza más. Por ejemplo:
• Afecciones traumatológicas.
• Afecciones de columna vertebral.
• Tras cirugías.
• Afecciones neurológicas, tanto en adultos como en niños.

Casos en los que está contraindicada

• Procesos infecciosos o febriles.
• Enfermedades de la piel contagiosas.
• Heridas abiertas o sin terminar de cicatrizar.
• Brotes de enfermedades reumáticas o enfermedades degenerativas.
• Problemas cardiacos y respiratorios graves o inestables que puedan empeorar con el esfuerzo
físico y las condiciones ambientales de las instalaciones.
• Insuficiencia renal grave.
• Hipotensión o hipertensión grave.
• Presión arterial no controlada.
• Alteración grave de la regulación de la temperatura corporal.
• Incontinencia urinaria o fecal (aunque existen bañadores con forro interior impermeable para niños y para adultos).
• Epilepsia.
• Colostomías, gastrostomías y sondas vesicales.
• Tener miedo al agua.
• Alergia a desinfectantes y materiales utilizados.

Efectos psicológicos del tratamiento dentro del agua

• Ayuda a romper la rutina en la que están muchos de los pacientes que acuden a rehabilitación durante un largo periodo de tiempo, ya que salen de su lugar habitual, salen del gimnasio y salen de la camilla.
• La sensación de ingravidez y de libertad de movimiento es muy gratificante, influyendo en la autoestima y la autoconfianza.
• Muchos pacientes con grados altos de discapacidad logran desplazarse y realizar algunas habilidades de forma autónoma, que fuera del agua les resulta muy difícil o imposible de realizar. Esto aumenta su autoestima y autoconfianza, ayudando a adoptar una actitud de autosuperación.
• Se utiliza el juego como recurso para el tratamiento, se convierte en un ambiente lúdico. Favoreciendo que el paciente participe muy activamente, disminuyendo el miedo a fallar y aumentando la tolerancia a la frustración.