Atención dietética en geriatría


Dña. M. Iosune Zubieta Satrústegui. Graduada y Diplomada en Nutrición Humana y Dietética. Master en Nutrición Clínica. Colegiada NA056 Coordinadora del Certificado on-line Alimentación de las Personas Mayores (Título propio de la Universidad de Navarra). Web: http://www.unav.edu/web/facultad-de-farmacia/alimentacion-personas-mayores

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El envejecimiento puede definirse como el conjunto de modificaciones y alteraciones morfológicas, funcionales, psicológicas y biológicas que el transcurrir del tiempo causa en los seres vivos.

En mayor o menor medida, el proceso de envejecimiento se acompaña de una pérdida gradual de la capacidad funcional. Esta pérdida de capacidad funcional, en ocasiones puede no ser notoria en aquellos sujetos que conservan una capacidad de reserva funcional más allá de las necesidades comunes. Sin embargo, en otras ocasiones unido a determinados factores, y aun incluso cuando se haya proporcionado las máximas intervenciones preventivas primarias y secundarias, implica un mayor riesgo de incapacidad, morbilidad y mortalidad. Los factores asociados más destacados son: la propia fisiología y genética, secuelas de enfermedades, secuelas quirúrgicas, accidentes, estilo de vida y ambiente.
Sumado a todo ello, conviene señalar que la disminución de la vitalidad condicionada por el envejecer contribuye al mismo tiempo a aumentar la vulnerabilidad del anciano a padecer enfermedades e incapacidades.
Desde el punto de vista dietético y nutricional, las alteraciones propias del envejecimiento unidas o no a patologías, a alteraciones o a diferentes situaciones clínicas, afectan al proceso de alimentación y nutrición de la persona mayor, pudiendo provocar cambios en el consumo de alimentos, tanto cualitativos como cuantitativos, así como modificaciones en las necesidades y aprovechamiento de energía, agua, nutrientes y otros componentes de la dieta.

Interdisciplinariedad

Respecto a la atención de las personas mayores, conviene subrayar que la base de la geriatría lo constituye el concepto de interdisciplinariedad, es decir el trabajo conjunto de diferentes profesionales: médicos/as, enfermeros/as, dietistas-nutricionistas, farmacéuticos/as, fisioterapeutas, asistentes sociales, terapeutas ocupacionales, psicólogos/as, etc., que hace posible la realización de la Valoración Geriátrica Integral (VGI), verdadera herramienta básica e imprescindible para la atención geriátrica.
La VGI se define como un “proceso diagnóstico multidimensional e interdisciplinario diseñado para identificar y cuantificar los problemas físicos, funcionales, psíquicos y sociales que pueda presentar la persona mayor, con el objeto de desarrollar un plan de tratamiento y seguimiento de dichos problemas, así como la óptima utilización de recursos para afrontarlos”.
La VGI al igual que en resto de ámbitos de intervención y tratamiento, en el abordaje dietético junto con la valoración del estado nutricional (es decir, la determinación del nivel de salud y bienestar de un individuo o población desde el punto de vista de la alimentación mediante la medición de indicadores de la ingesta y de la salud) y la práctica basada en la evidencia constituye el proceso de diagnóstico primordial en geriatría en el que se deberían basar todas las actuaciones en un paciente concreto y que permite adoptar actitudes terapéuticas diferenciadas, con la utilización de medidas adaptadas a las características de cada persona.

Un aspecto fundamental en el cuidado del anciano es la realización de un buen consejo alimentario personalizado. Para ello, conviene tener en cuenta que es preciso mantener una comunicación eficaz y adaptada, así como acompañar el consejo alimentario personalizado de una adecuada educación nutricional. No se puede olvidar tampoco que se ha de realizar una reevaluación y seguimiento continuado, intentando lograr que el plan de cuidados se adapte a los posibles cambios que puedan presentarse, así como comprobar la efectividad de las actuaciones llevadas a cabo. Además, resulta fundamental mantener una actualización continua ya que la experiencia, los avances en investigación y, en definitiva, el mayor conocimiento, contribuya a una mejora en la atención. Un buen profesional requiere formación específica que ayude a mantener y actualizar la competencia profesional basada en la evidencia científica disponible, sometida a avances continuos.

Bibliograría

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