Bruxismo. Abordaje fisioterápico


Beatriz Macipe Gascón, Natividad Losada Estella y Raquel Carneiro Lázaro. Fisioterapeutas del Servicio de Rehabilitacion del Hospital Clinico Lozano Blesa. Paula Esteruelas Cuartero. Fisioterapeuta del Servicio de Rehabilitacion del Hospital Nuestra Señora de Gracia

Print Friendly, PDF & Email
En situaciones de alta carga emocional o estrés, nuestro cuerpo busca una manera de liberarse de esa sobrecarga. Una de las formas que tiene nuestro cuerpo de eliminar ese estrés es por la noche, mientras dormimos, que aparece una contracción máxima de los músculos de la mandíbula, llamado bruxismo.

Esto provoca una sobrecarga en la articulación y sus correspondientes molestias.
Aunque es normal que el bruxismo dé la cara mientras duermes, éste también puede aparecer cuando estamos despiertos.
Se define el bruxismo como un trastorno del movimiento del sistema masticatorio, caracterizado por el apriete y rechinamiento dentario, tanto durante el sueño como durante la vigilia. Se trata de un hábito que no persigue ninguna funcionalidad y que es realizada de manera inconsciente e involuntaria por las personas que lo padecen.
El bruxismo diurno puede producirse de manera aislada o concomitante con el nocturno, aunque suele caracterizarse más por el rechinamiento provocado por contracciones que conllevan a una lateralidad en la articulación temporomandibular (ATM); mientras que, en el bruxismo nocturno, se observan ambos fenómenos tanto el apriete (contracciones isométricas) como el rechinamiento.
El bruxismo nocturno, se caracteriza por intensos episodios con una duración de hasta 5 minutos y en una periodicidad de 90 minutos a lo largo del ciclo del sueño, coincidiendo, normalmente, con el paso de una fase más profunda del sueño a una más superficial.

Signos y síntomas

La clínica del bruxismo es muy variada y puede cambiar en función del paciente, aunque los signos y síntomas más frecuentes son los siguientes:
• Dolor: tanto en los músculos masticatorios como cervicales, produciendo dolores referidos de cabeza en forma de cefaleas, migrañas, dolor de ojos o problemas de vista, dolor o pitidos en los oídos y mareos.
• Hipertrofia muscular de los masticadores:  por hiperactividad de los maseteros, pterigoideos y temporales.
• Disfunciones temporomandibulares: dolor o dificultad al masticar, parálisis en la mandíbula o limitación de movimientos en la misma, chasquidos o sonidos crepitantes al abrir y cerrar la boca, mala mordida.
• Desgaste dental.
• Hipersensibilidad dental.
• Trastornos del sueño, estrés, ansiedad y depresión: estos síntomas son frecuentes en los pacientes con bruxismo, aunque, no se sabe con exactitud si son la causa o el síntoma del trastorno.

Etiología

Actualmente, se desconoce la etiología principal que provoca el bruxismo, considerándose de origen multifactorial. Entre las diferentes hipótesis que se plantean como causa de la patología, destacan:
• Factores anatómicos: se refieren a las alteraciones en la oclusión dental y a anormalidades articulares y óseas de la ATM y a nivel cervical. A pesar que tradicionalmente, se consideraba esta causa la principal generadora del bruxismo, en la actualidad, se le atribuye menor importancia, dándole más rigor científico a los siguientes factores.
• Factores patofisiológicos: se refieren a una química cerebral alterada o a la reacción adversa al uso de ciertas sustancias y medicamentos como la nicotina, el alcohol, consumo excesivo de cafeína, los neurolépticos, antidepresivos, antidopaminérgicos, catecolaminérgicos (como la Levodopa en pacientes con Parkinson), inhibidores de la serotonina y anfetaminas entre otros.
Así mismo, se ha observado que existen otros factores que influyen en la aparición del bruxismo como son: alteraciones cardíacas, infarto de los ganglios basales, parálisis facial, síndrome de Down, epilepsia, enfermedad de Parkinson, enfermedad de Huntington, síndrome de Rett, posición supina durante el sueño en personas con reflujo gastroesofágico alterado (tienden a salivar más por cambios en el PH), trastornos del sueño y trastornos alimenticios.
• Factores psicológicos: se refieren a desordenes psicosomáticos que influyen en la aparición del bruxismo como son la ansiedad, el estrés, la agresividad, problemas de personalidad, depresión y manía.
Hoy en día, se considera la principal causa del origen del bruxismo.
• Factores genéticos: se ha observado que entre el 20-64% de los pacientes con bruxismo puede tener un familiar con la misma patología, por lo que es otra de las hipótesis que se manejan y que está en la actualidad en estudio.

Tratamiento

Dado que no existe un consenso cobre la etiología del bruxismo y es considerada un desorden multifactorial, no existe un único tratamiento específico, para el abordaje de la patología, por lo que el tratamiento debe ser multidisciplinar entre odontólogos, médicos, fisioterapeutas y psicólogos entre otros.
Los objetivos, a grandes rasgos, van encaminados al tratamiento sintomatológico de manera conservadora, para evitar en la medida de lo posible los efectos adversos que se han mencionado anteriormente.
Tradicionalmente, el bruxismo se ha venido tratando por parte de odontólogos con el uso de férulas oclusales, las cuales han demostrado ser eficientes para evitar el desgaste dentario, disminuir el dolor y la fatiga muscular de los músculos masticatorios.
A nivel psicológico, se ha demostrado que técnicas de asertividad para la tolerancia del estrés, técnicas cognitivas-conductuales, ejercicios de relajación y cambios de hábitos de vida (no consumir alcohol, tabaco y cafeína), pueden favorecer la reducción de la sintomatología.

Tratamiento fisioterápico

A nivel fisioterapéutico, se buscará principalmente, reducir los síntomas de los pacientes, provocándoles un restablecimiento del flujo sanguíneo local, una mejora en la función músculo-articular y disminuir su grado de dolor. Así mismo, se busca, aumentar la autoconciencia de los factores predisponentes y evitar la recidiva del proceso. Entre las técnicas más empleadas destacan:
• Técnicas de terapia manual y osteopática de la ATM y de la región cervical: se incluyen dentro de este grupo, la masoterapia tanto en la zona externa de la mandíbula como dentro de la boca para profundizar más, la terapia miofascial, las movilizaciones y las manipulaciones. Se ha demostrado que estas terapias mejoran considerablemente los síntomas de los pacientes con bruxismo, provocándoles una mejora en la movilidad de la articulación y una relajación de los músculos implicados.  (Ver Figura 1)

• Estiramientos: provocan un aumento del rango mandibular, disminuyendo a su vez, el grado de dolor y permitiendo un mejor posicionamiento de la mandíbula. Es importante enseñar al paciente a realizar los estiramientos por sí solo, para incrementar los resultados positivos de la terapia.
• Punción seca: donde conseguimos llegar más profundamente a los músculos pterigoideos.
• Terapias de relajación muscular progresiva: consisten en una serie de procedimientos que involucran la implementación de ciclos controlados de contracción y relajación de diferentes grupos musculares. Estas técnicas buscan promover la autoconciencia de la tensión muscular en actividades que son relevantes en la vida diaria.
• Entrenamiento de la respiración diafragmática: una buena respiración, facilitará la relajación y evitará la tensión y el estrés, por lo que es importante que el paciente tenga un buen control sobre su respiración.
• Reeducación postural: es importante que el paciente tome una conciencia biomecánica tanto a nivel postural como muscular para evitar, en la medida de lo posible una recidiva. Para ello diseñaremos un método de Reeducación Postural para corregir la postura del paciente y realizar una reeducación neuromuscular lo más completa posible, incluyendo técnicas de restauración de la función normal.

Conclusiones

En muchos estudios realizados a lo largo de los años sobre el tratamiento de la articulación temporomandibular, se llega a la conclusión de que el mejor tratamiento para paliar el dolor y disminuir la tensión es combinar las técnicas de fisioterapia mencionadas anteriormente junto con férulas de descarga (preparadas por un odontólogo), que se utilizan durante la noche para evitar la máxima tensión de los músculos al apretar los dientes.