Cómo afecta a los adultos el virus respiratorio sincitial


Mª Jesús Igúzquiza Pellejero, Adriana Ger Buil y Susana Clemos Matamoros. FEA Medicina Interna Hospital Reina Sofía. Tudela. Tina Herrero Jordán. FEA Neumología Hospital Reina Sofía. Tudela

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En estos meses invernales asociados al descenso de las temperaturas, resurgen los esperados y temidos virus respiratorios estacionales responsables de la gran mayoría de las infecciones respiratorias. Dentro de los virus responsables de dichos cuadros respiratorios, el principal protagonista ha sido durante largo tiempo el de sobra conocido por todos como virus de la gripe; a este se han ido añadiendo otros grupos de virus, como el no menos famoso Coronavirus causante de la pandemia que se inició en 2019. En estos últimos años, a ellos se suman otros tantos gérmenes causantes de múltiples cuadros respiratorios en distintos grados de afectación que son predominantes en esta época del año. Aunque cabe destacar el protagonismo que ha estado adquiriendo en estos últimos meses el virus respiratorio sincitial (VRS).

Tradicionalmente este virus ha sido popularmente conocido por ser el causante de la bronquiolitis en la infancia, convirtiéndose en una de las primeras causa de hospitalización por problemas respiratorios en niños menores de cinco años en la época invernal.

Es importante recalcar que aunque es típico de la infancia, afecta a todos los grupos de población. Anteriormente gran parte de las infecciones producidas por este virus eran atribuidas erróneamente al virus de la gripe, por ello ha sido un virus que no ha adquirido protagonismo hasta tiempo recientes. Esto se ha debido en parte a la escasa diferenciación clínica entre ambos cuadros virales, la baja sospecha diagnóstica que se produce en la edad adulta, así como la ausencia hasta hace poco tiempo de técnicas rápidas y accesibles que permiten la detección de forma rutinaria.

En los últimos años, gracias a su detección sistemática en muchos hospitales por medio de la PCR junto al virus de la gripe y COVID-19, se ha podido conocer mejor sus efectos en población adulta.

El Virus Respiratorio Sincitial (VRS)

El VRS es un virus RNA envuelto que pertenece a la especie Orthopneumovirus y a la familia Pneumoviridae. Típicamente causa brotes estacionales en todo el mundo. En el hemisferio norte, estos suelen ocurrir desde octubre o noviembre hasta abril o mayo, con un pico de incidencia entre los meses de enero y febrero. La infección por VRS se trasmite al entrar en contacto las partículas virales con las membranas tanto oculares como de la nasofarínge. Esto se produce o bien por vía directa, a través del contacto con secreciones respiratorias, o por vía indirecta a través del contacto con manos u objetos contaminados en los que permanece el virus durante unas horas.

Por todo ello, el lavado de manos y las precauciones de contacto son medidas importantes para prevenir su propagación. El período de incubación suele ser habitualmente de cuatro a seis días. La infección por VRS una vez superada deja una inmunidad únicamente transitoria, por lo que las reinfecciones a lo largo de la vida son frecuentes.
La infección por VRS constituye una causa frecuente de infección respiratoria aguda que suele cursar como un cuadro leve-moderado y autolimitado en la mayoría de las ocasiones.
Los cuadros que se presentan se pueden dividir en:
• Enfermedad de las vías respiratorias superiores: los síntomas incluyen tos, rinorrea y conjuntivitis. En comparación con otros virus respiratorios, es más probable que provoque afectación de los senos paranasales y los oídos.
• Enfermedad de las vías respiratorias inferiores: causando traqueobronquitis, neumonía, bronquitis, exacerbación del asma o de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, especialmente en adultos mayores con comorbilidades cardiorespiratorias. Cabe destacar que la presencia de hiperreactividad bronquial con aparición de sibilancias y dificultad para respirar secundaria.

Poblaciones de riesgo

No obstante, en algunos casos puede llegar a producir cuadros graves en poblaciones de riesgo. Se consideran sujetos de riesgo para VRS dos franjas de edad fundamentalmente. Por un lado, los lactantes y niños menores de 5 años y por otro los adultos de edad superior a 65 años que presentan comorbilidades a nivel cardiorespiratorio o inmunodepresión. En estos casos la morbilidad y la mortalidad se eleva pudiendo producir complicaciones graves como:
• Neumonía vírica o por sobreinfección bacteriana.
• Cuadros extrapulmonares con fallo en otros órganos o sistemas.
• La necesidad de ventilación mecánica no invasiva.
• La necesidad de intubación orotraqueal con ingreso en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
• Así como exacerbación de enfermedades previas como la insuficiencia cardíaca congestiva y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC.

Diagnóstico

En cuanto al diagnóstico, podemos indicar que se realiza principalmente por sospecha clínica ante la aparición de los síntomas previamente descritos durante el periodo estacional correspondiente. También mediante la confirmación microbiológica pertinente. En los niños pequeños mediante la detección de antígeno en muestra respiratoria ya que presenta una sensibilidad superior al 80%, y en los niños mayores y adultos con técnicas de PCR ya que en estas poblaciones la carga viral en el tracto respiratorio es menor y los test de antígenos no aportan una fiabilidad elevada. Existen otros métodos menos extendidos y escasamente utilizados al ser menos rentable para su aplicación clínica como los test serológicos o mediante cultivo microbiológico. Esto es debido a su elevado coste tanto económico como del tiempo de incubación que precisan.

Tratamiento

Respecto al tratamiento de la infección por VRS es principalmente mediante control sintomático. Dentro de las recomendaciones que encontramos:
• Mantener una buena hidratación mediante administración de entre 2-3 litros de agua al día para contrarrestar las pérdidas respiratorias y secundarias a la hipertermia.
• Llevar a cabo unos días de descanso y reposo para la recuperación progresiva.
• El uso de antitérmicos y analgésicos como el paracetamol o los antiinflamatorios.
• Según los síntomas asociados se pueden administrar mucolíticos para facilitar la expectoración asociados o no a antitusivos.
• En los casos de reactividad bronquial, adquirirán un papel predominante los glucocorticoides y los broncodilatadores tanto en niños mayores y adultos, particularmente en aquellos con asma, en quienes la infección por VRS puede haber desencadenado una exacerbación.
• Los fármacos antivirales como la rivabirina tanto en su forma inhalada como oral, debido a su elevado precio junto a su eficacia no ampliamente probada en pacientes in vivo, se reserva únicamente para pacientes seleccionados e inmunocomprometidos en casos graves.

Medidas preventivas para frenar el contagio

Por otro lado, hay que considerar no solo el tratamiento una vez instaurada la infección. No menos importantes son las medidas generales preventivas para evitar su propagación y frenar el contagio protegiendo especialmente a la población vulnerable frente a la infección por VRS. Estas medidas incluyen:
• Lavado de manos frecuente y adecuado.
• Practicar la higiene de la tos, como cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo desechable, la parte superior de la manga o el codo al toser o estornudar.
• Evitar la exposición al tabaco y otros tipos de humo.
Por todo ello, aunque en los últimos años los virus respiratorios han estado más presentes en nuestras vidas de los que nos hubiera gustado, es importante conocerlos, saber a lo que nos enfrentamos e intentar encontrar un equilibrio para poder convivir con ellos minimizando los riesgos.