¿Cuál es el impacto general del acoso escolar?


Esperanza Bausela Herreras. Profesora Titular de Universidad de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Universidad Pública de Navarra. Experta online en Psicooncologia por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Investigadora principal del Grupo de Investigación “Funciones Ejecutivas: Psicología, Música y Salud mental”. Departamento de Ciencias de la Salud. Universidad Pública de Navarra

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El acoso escolar tiene un impacto claro, evidente y negativo en el desarrollo cognitivo, emocional y social, en el rendimiento de las funciones ejecutivas y en el logro académico de niños y adolescentes. Estos efectos están mediados tanto por variables psicológicas como neurobiológicas, lo que resalta la importancia de la prevención e intervención temprana, con impacto a largo plazo tanto en la víctima como en el acosador.

El acoso escolar se asocia con bajo funcionamiento ejecutivo y rendimiento académico en niños y adolescentes, tanto en las víctimas como en los agresores.
Las víctimas suelen mostrar déficits más pronunciados en las funciones ejecutivas “frías” (tareas lógicas, razonamiento que no implican emocionales), como la flexibilidad cognitiva y la memoria de trabajo, mientras que los agresores pueden presentar dificultades en las funciones ejecutivas “cálidas” (toma de decisiones).
Un funcionamiento ejecutivo deficiente puede dificultar que los niños manejen situaciones sociales, respondan ante la agresión de sus pares y desarrollen estrategias de afrontamiento efectivas, aumentando su vulnerabilidad a ser objeto de acoso.

Víctimas y agresores

Diversos estudios y metaanálisis muestran que tanto las víctimas como los agresores del acoso escolar tienden a presentar puntuaciones más bajas en funciones ejecutivas, particularmente en control inhibitorio, memoria de trabajo y flexibilidad cognitiva.
Un bajo control inhibitorio es considerado un factor de riesgo para la conducta de acoso y está más fuertemente asociado con el acoso que otras funciones ejecutivas. Los problemas de inhibición son un factor de riesgo especialmente fuerte para la victimización en ambos sexos, mientras que las dificultades en memoria de trabajo y organización aumentan aún más el riesgo, especialmente en niñas.
Son comunes los déficits en la memoria de trabajo entre niños y adolescentes involucrados en situaciones de acoso, particularmente entre las víctimas. Los problemas en la memoria de trabajo están relacionados e impactan además en el rendimiento académico y en el funcionamiento cotidiano.
Las víctimas de acoso escolar suelen mostrar una menor flexibilidad cognitiva, lo que afecta su capacidad para adaptarse a nuevas situaciones y cambiar entre tareas. Este déficit es menos pronunciado en los agresores, pero aún está presente, especialmente en aquellos que son tanto agresores como víctimas.

En la Tabla 1 presentamos una síntesis de las funciones ejecutivas más afectadas.

Estos déficits en el funcionamiento ejecutivo se asocian con un aumento de los problemas comportamentales, pobre control de los impulsos, dificultades en las relaciones interpersonales y en el rendimiento académico.

Acoso escolar y suicidio
Ser víctima de acoso escolar se asocia con bajo rendimiento académico, conlleva peores calificaciones, retraso en la adquisición de las habilidades de lectura y escritura, un peor desempeño en pruebas estandarizadas y una baja autoestima. Estas dificultades académicas pueden verse agravadas por la presencia de trastornos internalizantes como depresión y ansiedad.
El acoso escolar no causa directamente el suicidio, pero sí aumenta la probabilidad de que niños y adolescentes desarrollen ideación suicida y conductas autolesivas, sobre todo cuando existen factores de riesgo que pueden precipitarlo (por ejemplo, falta de apoyo en el contexto escolar y/o familiar, presentar algún tipo de necesidad especifica de apoyo educativo).
Recientemente Eunate Ortega egresada del Doble Grado de Educación Infantil y Primaria – a quien tuve el placer de dirigir su doble Trabajo Fin de Grado – abordaba el tema “Los adolescentes con dificultades de inclusión sufren más acoso escolar”.
Los estudios longitudinales indican que los efectos negativos sobre la cognición y el rendimiento académico pueden persistir incluso después de que el acoso haya cesado, especialmente en el caso de las niñas. La exposición crónica al acoso escolar se asocia con cambios en la estructura cerebral (corteza prefrontal y giro fusiforme) y con niveles elevados de biomarcadores de estrés (cortisol), que median el impacto en las funciones ejecutivas y el desarrollo cognitivo, de ahí la importancia de una detección y actuación rápida.

Iniciativas antiacoso
Los docentes desempeñan un papel central en la reducción del acoso escolar mediante la intervención activa, el fomento de relaciones positivas y la promoción de un clima escolar de apoyo. Así, por ejemplo, las estrategias que involucran a toda la clase, que fomentan la empatía y promueven la cooperación tienen más éxito a corto y largo plazo que los métodos punitivos o autoritarios. El desarrollo profesional continuo y el apoyo son fundamentales para fortalecer estas competencias.
La comunicación abierta entre docentes, estudiantes y familias, así como la colaboración con otros miembros del personal escolar, mejora la eficacia de las iniciativas antiacoso.

Los planes de convivencia escolar deben incluir medidas para prevenir, detectar y abordar el acoso, constitución de comisiones de convivencia, protocolos de actuación, formación docente y acciones de sensibilización. El objetivo es garantizar un entorno seguro para todos los escolares y promover valores de respeto, empatía, tolerancia, respeto a la diversidad y cooperación entre toda la comunidad educativa.
La identificación temprana y el apoyo a los escolares con dificultades en el funcionamiento ejecutivo y la detección de factores de riesgo pueden ayudar a reducir la vulnerabilidad al acoso (ser víctima o ser agresor).

Ver Bibliografía: zonahospitalaria.com