Deporte y alergia


Dr. Alfredo Resano Lizaldre . Médico Alergólogo Hospital San Juan de Dios y Clínica San Miguel

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El ejercicio físico constituye un aspecto muy importante en la educación global del niño y una actividad saludable para el adulto. El deporte está considerado como uno de los fenómenos sociales más importantes y con el paso del tiempo sigue en auge, no sólo por la publicidad que hoy en día tiene al formar parte de un estilo de vida saludable, sino por constituir también una fuente de ocio en la población con la repercusión económica que ello conlleva, así como por ser fuente de relaciones interpersonales y, en algunos casos, estar profesionalizado.

Las enfermedades alérgicas afectan en la actualidad a más de una cuarta parte de la población en nuestro continente y se estima que este porcentaje continúe incrementándose en los próximos años. El padecimiento de ciertas enfermedades alérgicas como la rinitis alérgica, la dermatitis atópica o el asma bronquial pueden interferir en el rendimiento deportivo. Y a su vez, con la realización de ejercicio físico algunas enfermedades alérgicas pueden empeorar, fundamentalmente tres: el asma bronquial, la urticaria (sobre todo la denominada colinérgica) y la anafilaxia. Así que el deporte y la alergia cada vez más a menudo van a tener que coincidir en las próximas décadas.

La urticaria colinérgica

La urticaria colinérgica es más frecuente en adolescentes y jóvenes adultos del sexo masculino. Aunque existen diferentes tipos de urticaria colinérgica la más frecuente es la de tipo generalizado. Se caracteriza por el desarrollo de pequeños habones, asentados sobre un área de enrojecimiento cutáneo de predominio en tronco, cara y cuello y que se pueden extender por todo el cuerpo, acompañados de picor en la piel. Se desencadena por el aumento generalizado de la temperatura del cuerpo debido principalmente al ejercicio físico. También puede aparecer con el sudor, el calor, las situaciones de estrés y ansiedad y, en algunos casos, se presenta tras la ingesta de ciertos alimentos. El cuadro tiende a resolverse espontáneamente entre 30 minutos y 4 horas, con un período refractario de 12 a 24 horas. En los casos graves puede también asociarse rubefacción, palpitaciones, cefalea, dolor abdominal, hipotensión y broncoespasmo. Su prevención debe intentar realizarse mediante un precalentamiento adecuado, evitando la exposición a temperaturas elevadas y tomando la medicación antes del ejercicio o bien de forma continuada.

La anafilaxia

La anafilaxia, es el proceso de mayor gravedad. La reacción anafiláctica es fácil de identificar por su rápido desarrollo y por la aparatosidad de sus manifestaciones: picor generalizado, lesiones diseminadas de urticaria, hinchazón facial (angioedema), tos, pitos y fatiga en el pecho e incluso con afectación del sistema gastrointestinal. En los casos más graves (shock anafiláctico) se produce una caída brusca de la tensión arterial, palpitaciones, edema de la laringe y/o obstrucción de la vía aérea alta o baja, que puede conllevar finalmente a la pérdida de conciencia. Se trata de una urgencia vital, habitualmente mediada por un mecanismo inmunológico, pero no siempre, de liberación sistémica de mediadores de mastocitos y basófilos. La anafilaxia inducida por ejercicio se trata de una forma de alergia física, aunque se asocia con frecuencia a otras causas como alimentos (pescado, marisco, trigo…) y medicamentos (ácido acetil salicílico o antiinflamatorios no esteroideos).

Cuando en la anafilaxia por esfuerzo el agente causal es una alergia alimentaría, la prevención deberá realizarse evitando la ingestión de los alimentos implicados. Estos pacientes deben abstenerse de realizar esfuerzos físicos hasta dos horas después de comer. Si el paciente detectase inicio de síntomas y sobre todo en caso de presentar sensación de mareo debe suspender el ejercicio, sentándose o tendiéndose en el suelo. Cuando aparece algún signo de gravedad (dificultad para tragar o respirar, lipotimia…) el tratamiento de la reacción anafiláctica debe ser inmediato; en muchas ocasiones es necesario administrar adrenalina inicialmente subcutánea y que está disponible incluso en formatos autoinyectables. El paciente o los monitores/entrenadores, deben adiestrarse previamente en el manejo de estos medicamentos. En el caso de no disponer del tratamiento, se actuará como en otros casos de urgencia vital con aviso previo a los servicios de Urgencias y traslado inmediato a un Centro de Salud. Si el paciente realiza cuidadosamente todas las medidas preventivas, la realización del ejercicio físico es una actividad segura.

El asma bronquial

El asma bronquial es una enfermedad caracterizada por la aparición de episodios de estrechamiento de las vías aéreas, principalmente de los bronquios, con carácter transitorio y reversible. Esta constricción de las vías aéreas compromete el paso del aire produciendo dificultad respiratoria, accesos de tos y ruidos en el pecho. Numerosos niños asmáticos ven limitada su actividad física porque cuando ejercitan algún deporte o efectúan ejercicios, aquejan dificultad respiratoria, sibilancias o tos aunque suelen revertir a los 20 o 30 minutos de cesar la actividad.

La alergia constituye el factor ambiental de mayor riesgo para desencadenar asma que, junto con la susceptibilidad genética del paciente, interactuarán como mecanismos principales en el desarrollo de la enfermedad. No debemos olvidar que existen otros factores ambientales que se deben tener en consideración, como el tabaco, la obesidad, factores neonatales, la contaminación o el tipo de alimentación. En un sujeto con un sustrato genético proclive, las probabilidades de aparición de asma bronquial se verán incrementadas ante la existencia de factores ambientales favorecedores y la concurrencia de factores desencadenantes que son capaces de provocar exacerbaciones asmáticas en aquellos individuos que ya han desarrollado la enfermedad: infecciones víricas, irritantes ambientales, ejercicio, clima, reflujo gastroesofágico, fármacos…

Alergia y deporte de élite

En el ámbito del deporte de alto rendimiento, es significativo observar en la práctica clínica diaria que un elevado porcentaje de deportistas de élite acuden manifestando síntomas distintos a los de la población general. La sintomatología clásica del asma bronquial consiste en disnea o ahogo, sibilancias o “pitos en el pecho”, tos seca o productiva que empeora por la noche y opresión torácica. El deportista profesional puede únicamente referir alguno de estos síntomas en el momento de la realización del esfuerzo físico y llevar una vida cotidiana completamente normal. En otras ocasiones la sintomatología “clásica” pasa muy desapercibida, siendo las manifestaciones clínicas más habituales: la disminución del rendimiento físico en una determinada temporada del año, la elevación de las pulsaciones de reposo sin más justificación, la imposibilidad de alcanzar la frecuencia cardíaca máxima en el esfuerzo o el abotargamiento de las extremidades inferiores sobre todo en ciclistas (“se me hinchan las piernas o todo el cuerpo y cuando se me pasa puedo perder entre 1-2 kg”). Además de ello, como el deportista de élite suele realizarse controles analíticos periódicos, no es raro que en la primera consulta médica ya existan algunos signos indirectos de posible etiología alérgica como aumento de eosinófilos o elevación de IgE en sangre periférica. No obstante, es muy importante destacar que no siempre estas alteraciones analíticas van asociadas a patología alérgica e incluso, sus valores normales, tampoco excluyen dicha etiología.

Algunos autores como Drobnic han dado una serie de recomendaciones para la prevención de síntomas en el deportista asmático:

  • Considerar el tratamiento ante la posible presencia de un estímulo provocador.
  • Controlar y tratar el asma basal en el deportista que lo presente.
  • Evitar la actividad física en períodos de asma no controlados.
  • Evitar la actividad física en situaciones ambientales propicias a provocar una crisis (polución, contaminación, aire frío, etc.) y que no sean controlables o modificables.
  • Utilización de medicación preventiva (broncodilatador y/o cromona).
  • Calentamiento intenso y duradero previo al ejercicio.
  • Si es posible:
    • Ejercicio en ambiente caliente y húmedo.
    • Deportes cuya acción se desarrolle a intervalos (deportes de equipo).
    • Deportes donde el trabajo sea submáximo y no muy mantenido.

Sin embargo, estas recomendaciones son complicadas de llevar a cabo en el ámbito profesional, donde se exige la realización de ejercicio físico según un programa de entrenamiento a diario, y sobre todo en aquellos deportes que se realizan al aire libre independientemente de las condiciones climáticas, y que por su condición (movilización de grandes grupos musculares, exigencia cardiopulmonar…) tienen una mayor capacidad de manifestar el asma bronquial subyacente. Es por ello que el control del asma en dichos deportistas es un gran reto tanto para el médico como para el propio profesional del deporte, que vive de su trabajo y para quien no rendir en buenas condiciones físicas, puede llegar a suponer una merma en su rendimiento deportivo y una repercusión para su futuro profesional.

El manejo de dichos pacientes exige un mayor esfuerzo para el médico, no solamente en cuanto al diagnóstico se refiere, por las pruebas específicas a realizar y que están recogidas en la propia página web del Consejo Superior de Deportes en el apartado de Deporte y Salud, como por la documentación que se nos pide cumplimentar (autorizaciones de uso terapéutico en el caso del CSD o pasaporte biológico para asociaciones internacionales como la WADA). Afortunadamente, desde el año 2010 no es necesaria la realización de dichas pruebas con frecuencia anual, ya que las autorizaciones médicas están siendo concedidas con una caducidad de 4 años, sino que además, desde este año 2011 el paciente asmático no necesita solicitar autorizaciones de uso terapéutico (los conocidos AUT) para el empleo de medicaciones como salbutamol, salmeterol o corticoides inhalados. También cabe reseñar que esta medida tiene su pequeño peligro de caer en la tentación de “falta de necesidad” que tienen ahora algunos deportistas en acudir a las revisiones médicas, ya que se autoconsideran buenos conocedores de su patología e intentan autocontrolarse la medicación de mantenimiento y/o de rescate según necesidades… Sin embargo, para un adecuado seguimiento y control de la funcionalidad respiratoria y del tratamiento etiológico con inmunoterapia antígeno-desensibilizante, así como para optimizar al máximo el rendimiento deportivo, una revisión médica anual con el especialista puede ser factible en los apretados calendarios deportivos.