Deporte y Arritmias: los efectos dependen de la “dosis”


Dr. Antonio Asso Jefe Unidad de Arritmias. Hospital Universitario Miguel Servet. Director Unidad de Arritmias, Hospital QuironSalud, Zaragoza. www.arritmiascardiacas.es

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Hay un dicho en Irlanda respecto al whisky según el cual: beber un vaso de whisky es poco, dos vasos es mucho, y tres vasos vuelve a ser poco. Algo análogo sucede en ciertas personas que practican deporte recreacional: el aumento del bienestar que el entrenamiento confiere, la mejoría de forma física y la innata aspiración a superar retos personales sitúa al individuo en una espiral de entrenamientos cada vez más intensos y prolongados que pueden acabar siendo perjudiciales para la salud cardiovascular. La práctica específica de ejercicio físico no sólo es beneficioso, sino que resulta imprescindible en la sociedad actual. La clave, por tanto, está en la “dosis” de deporte que se practique.

Indudablemente, los efectos favorables del deporte practicado con adecuación a la edad y al estado de salud cardiovascular son enormes. A través de un programa regular de ejercicio podemos reducir la mayoría de los factores de riesgo que inciden sobre el desarrollo de muchas enfermedades cardíacas: reducción de niveles de colesterol, control de hipertensión arterial, etc. Adicionalmente, otras circunstancias como el cambio en estilo de vida que suele asociarse con la práctica deportiva, el abandono de tabaquismo, etc. contribuyen a lograr esos mismos efectos.
Diversos estudios han confirmado la importancia del “efecto dosis” del deporte respecto a la cantidad total de ejercicio y la intensidad de éste, de forma que la práctica de ejercicio en niveles moderados previene arritmias y por el contrario el sobre entrenamiento de resistencia e intensidad mantenido en el tiempo durante años sería facilitador de estos trastornos del ritmo cardíaco.

La fibrilación auricular

La arritmia más frecuente en la población general es la fibrilación auricular. Se trata de un trastorno que origina un ritmo cardíaco irregular que cursa en episodios recurrentes que se prolongan durante horas o días y que el individuo habitualmente refiere como palpitaciones. Este tipo de arritmia es más frecuente conforme avanza la edad, especialmente en sujetos hipertensos o con problemas cardíacos.
A lo largo de las dos últimas décadas –y coincidiendo con el auge del deporte recreacional- estamos asistiendo a un incremento en el número de casos de individuos jóvenes con esta arritmia (fibrilación auricular) y que se relaciona con la práctica de deporte de resistencia de forma habitual con entrenamientos prolongados, mantenidos durante años. En este grupo de deportistas se multiplica por cinco las probabilidades de padecer la arritmia respecto a la población general. Hay que reconocer, sin embargo, que en términos absolutos, el riesgo sigue siendo muy bajo. Podemos concluir al respecto que aunque los efectos netos del deporte son beneficiosos para la salud cardiovascular en su conjunto la incidencia de esta arritmia está claramente aumentada en los deportistas de alto nivel que realizan entrenamiento de resistencia con cargas elevadas durante más de 5 horas semanales. En concreto, se ha demostrado que una carga total acumulada a lo largo de la vida de más de 2.000 horas de entrenamiento intensivo de resistencia constituye el principal factor para el desarrollo de fibrilación auricular en el deportista sano.
Cuando el ejercicio se realiza en un grado menor de intensidad y duración, es decir, en términos moderados, la práctica deportiva no sólo no aumenta el riesgo de arritmias, sino que la reduce. Tal afirmación se ha visto confirmada en una serie de publicaciones que han analizado la incidencia de fibrilación auricular en grupos de población seguidos a lo largo de años. En estos estudios, aquellas personas que practicaban ejercicio ligero o moderado en su juventud exhibían años más tarde una menor incidencia de fibrilación auricular pero aquellos que habían practicado deporte de resistencia en grado elevado a los 30 años tenían más riesgo de esta arritmia. Las probabilidades aumentaban todavía más si quienes eran muy deportistas en su juventud se habían vuelto sedentarios a los 60 años.
La obesidad es también un factor de riesgo para sufrir fibrilación auricular, y de nuevo el ejercicio moderado incide favorablemente en estos sujetos. Un estudio reciente ha demostrado que la reducción de peso implica una disminución del número de recurrencias de la arritmia –algo que era previsible y se intuía. Pero cuando el individuo además de reducir su peso mejoraba su forma física tal reducción en la carga arrítmica era especialmente llamativa.

Relación cantidad de ejercicio y arritmias

En resumen, todos los datos disponibles apuntan actualmente en la misma dirección: si dibujamos en un gráfico la relación entre cantidad de ejercicio y arritmias obtenemos un trazado que no es una línea recta sino una curva en forma de “U”. Es decir, la vida sedentaria conlleva un aumento de la incidencia de diversas arritmias, en especial la fibrilación auricular. Las personas que practican ejercicio físico en grado ligero o moderado reducen el riesgo de sufrir esta arritmia, pero aquellas personas que practican deportes de resistencia en grado intensivo incrementan de nuevo el riesgo de sufrir arritmias de este tipo.

La ablación con catéter

En el plano terapéutico, hay que señalar que la fibrilación auricular cuando se da en episodios frecuentes puede alterar la calidad de vida del paciente que la padece pero que la Cardiología actual ofrece opciones de tratamiento eficaces para resolver esta arritmia mediante una intervención denominada Ablación con catéter.
Además de aumentar la probabilidad de sufrir episodios de fibrilación auricular el deporte de resistencia practicado con intensidad a lo largo de años durante varias horas semanales y las pruebas deportivas de resistencia extrema pueden favorecer el desarrollo de arritmias ventriculares en ciertos sujetos predispuestos. Este tipo de trastornos pueden representar un compromiso de riesgo vital, a diferencia de la fibrilación auricular cuya principal consecuencia para el deportista es la sintomatología clínica asociada de palpitaciones.
Tales arritmias ventriculares suelen originarse en el ventrículo derecho ya que esta parte del corazón es la que mayor carga soporta durante el ejercicio de resistencia intenso y prolongado. En los últimos años una serie de avances en nuestro conocimiento de la adaptación del ventrículo derecho al ejercicio están permitiendo conocer mejor la fisiopatología de estos procesos y establecer métodos diagnósticos para identificar tales alteraciones, ayudando a prevenir estas arritmias ventriculares graves.
¿Tengo más riesgo de desarrollar ciertas arritmias si practico deporte de alta intensidad y resistencia durante años?
Sí.
¿Qué deportes se asocian especialmente con arritmias del tipo fibrilación auricular?
Ciclismo, atletismo de fondo…
¿Si practico deporte en grado moderado, disminuyo o aumento mi riesgo arrítmico?
Lo disminuyo.
¿Existen opciones de tratamiento en caso de desarrollar estas arritmias?
Si, ablación con catéter.
El ejercicio físico tiene claros y oscuros: ¿compensa en términos netos de salud?
Si, realizar ejercicio físico es imprescindible.

Ejercicio físico con la dosis adecuada

Para finalizar, debe insistirse que antes de iniciar un programa de entrenamiento, cualquier persona y en especial aquellos por encima de los 40 años, deben someterse a una valoración médica rigurosa que habitualmente incluirá una detallada historia clínica (indagando antecedentes familiares), la exploración física, un electrocardiograma, y en su caso un ecocardiograma y/o otras pruebas complementarias como el test de esfuerzo. Carece de sentido indicar pruebas indiscriminadas a individuos de bajo riesgo cuya interpretación será dificultosa y sujeta a errores. De esta forma podemos estar seguros que el ejercicio físico nos aportará salud, siempre que –como el whisky- utilicemos la “dosis” adecuada.