La caída tal como la define la Organización Mundial de la Salud, es la consecuencia de cualquier acontecimiento que precipita a la persona al suelo en contra de su voluntad.
Las caídas son un verdadero problema sanitario en la comunidad, que supone todo un síndrome en el paciente anciano. Detectar personas con déficit de equilibrio dinámico ayudará a un correcto abordaje del riesgo, individualizando en cada caso la mejor opción terapéutica, desde un trabajo activo por parte de la persona hasta la indicación de necesidad de ayuda externa para la marcha.
Se han desarrollado distintas herramientas para valorar el riesgo de caídas, que son el resultado de la conjunción de múltiples causas: factores intrínsecos (hipertensión arterial y uso de hipotensores, alteraciones visuales, artrosis…) y extrínsecos (mobiliario en mal estado, suelos desnivelados o irregulares e iluminación deficiente, ente otros).
La estandarización en la atención es la clave para un diagnóstico a tiempo, que evite que se produzcan. En este caso no hay evidencia sobre qué test es más adecuado para el cribado, pero cualquiera de ellos es una herramienta validada en nuestro país.
A continuación se exponen tres de las más utilizadas.
1. Test de Tinetti para el equilibrio:
Se considera positivo si existe 3 o más anomalías en las tareas que representa el equilibrio.
(Ver tabla CALIFICACIÓN)
2. Test Timed up and go cronometrado:
Se le pide al paciente que se levante de la silla sin ayuda y camine 3 metros, lo más rápido que pueda, gire después y vuelva a sentarse, cronometrando el examinador el tiempo que utiliza el sujeto.
Se considera que la persona tiene riesgo de caerse si tarda más de 10 segundos en recorrer la distancia y volver a sentarse.
3. Índice Dowton:
Se tienen en cuenta varios ítems respecto a la situación clínica y estado previo del sujeto a estudio. Se considera alto riesgo de caídas si obtuviera 3 o más puntos.
(Ver tabla Escala de Riesgo de Caídas)