Ya estamos en verano, la época del año más ansiada por casi todos. Llegan las vacaciones, la playa pero también el calor y el exceso de sudoración. En esta estación, el cuerpo agradece comidas y bebidas ligeras como frutas y verduras de temporada, zumos naturales y mucha agua. Así, además de saciar el hambre y la sed, se contribuye a mantener la piel hidratada y nutrida.
Proteger la piel desde dentro
Cuidar y proteger la piel del sol no sólo es cubrir la capa más externa con crema, es igual de importante prevenir problemas desde dentro. Tomar alimentos ricos en vitaminas, especialmente A, C y E junto con una buena hidratación, además de proteger al cuerpo de las radiaciones del sol va a favorecer el retraso del envejecimiento celular.
Los alimentos ricos en betacarotenos (provitamina A) ayudan al organismo a producir más melanina que es la protección natural del cuerpo frente a las radiaciones solares. Alimentos ricos en betacarotenos son las zanahorias, albaricoques, mangos
en general, aquellos de color anaranjado o amarillo.
La vitamina C ejerce un papel antioxidante y regenerante sobre la piel además de mantener su luminosidad. Esta vitamina está presente en frutas y verduras, especialmente en los pimientos rojos y las frutas cítricas como la naranja o el kiwi.
La vitamina E es sobre todo antioxidante. Esto hace que retrase el envejecimiento de la piel y, además, combate los radicales libres que actúan sobre el deterioro. La vitamina E está presente en los aceites de semillas y en los frutos secos.
Hidratación
Es importante beber líquidos, incluso antes de que aparezca la sensación de sed. La mejor opción es el agua. Además, se pueden tomar infusiones frías, leche, sopas frías o zumos de frutas.
Cuidado con el alcohol, ya que favorece la eliminación de líquidos por orina y aumenta la sudoración.
Practicar ejercicio
El descanso y el sol no deben ser excusa para dejar de hacer ejercicio físico, y sí una invitación para que quien no tiene costumbre empiece a practicarlo.
El ejercicio más practicado y más apetecible para el verano es nadar. Es excelente para fortalecer los músculos y mejorar la capacidad tanto pulmonar como cardiovascular. Es una actividad que puede ser practicada por la mayoría de las personas, el agua permite realizar un sin fin ejercicios que tienen un bajo impacto sobre las articulaciones.
Si se quiere practicar ejercicio en verano sin correr un alto riesgo, es importante tomar algunas precauciones como:
Salir a practicarlo a primera o última hora del día, evitando la franja horaria de más calor.
Llevar ropa clara y holgada que favorezca la transpiración y utilizar protección solar en las zonas del cuerpo expuestas al sol.
Hidratarse antes, durante y después del ejercicio para recuperar los líquidos perdidos a través del sudor.
Los alimentos y el calor
Con el objetivo de evitar las intoxicaciones alimentarias por el consumo de alimentos que no están en buen estado se recomienda:
• No romper la cadena de frío.
• Descongelar los alimentos dentro de la nevera. No volver a congelar una vez descongelados.
• Organizar la compra, adquirir los productos perecederos frescos o congelados en el último momento antes de ir a casa para no romper la cadena de frío.
• En caso de consumir salsas o cremas, elaboradas con huevo fresco, consumirlas inmediatamente y desechar los restos.
• Mantener una higiene estricta del frigorífico.
• Observar el color y olor de los alimentos antes de prepararlos, cualquier cambio constituye una señal de alarma.
• Cuando se preparen comidas para su consumo fuera de casa elaborarlas con la mínima antelación posible. En la nevera colocar en la parte más baja los alimentos que se consumirán al final de la comida y aquellos de consumo frecuente, como líquidos y refrescos, en la parte alta de la nevera junto con las placas generadoras de frío. Evitar alimentos con huevos, salsas o cremas y llevar agua envasada.
• Desechar los restos que hayan sobrado.