La dislipemia es la elevación anormal de grasas (lípidos) en sangre (colesterol, HDL y LDL, triglicéridos):
Informes recientes, reconocen la importancia de realizar modificaciones en el estilo de vida, como son la reducción de peso y/o mantenimiento de un peso saludable y el aumento de la actividad física, sobre todo ejercicio aeróbico, ya que los beneficios de este ejercicio en la dislipidemia son muy positivos, demostrando una mejora en el perfil de lípidos en sangre, con elevación del HDL en el tratamiento de la enfermedad y también muestra beneficios en los triglicéridos y el LDL. (Nota: el HDL alto es predictor de una larga esperanza de vida).
Altos niveles de lípidos en sangre suponen un factor de riesgo cardiovascular.
Hay evidencia científica que demuestra que la práctica de ejercicio actúa positivamente en aquellas personas afectadas de dislipidemia, con lo que en la gran mayoría de los casos, la práctica de ejercicio esta recomendada. Las limitaciones para realizar dichas prácticas vendrán determinadas, sobre todo, por enfermedades asociadas como pueden ser la cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca o la obesidad.
El ejercicio disminuye el riesgo cardiovascular
Vemos pues, el ejercicio como técnica para ayudar a mejorar el control de cifras de lípidos en sangre y disminuir el riesgo cardiovascular.
Dentro de este ejercicio, concretamente, el ejercicio aeróbico es la modalidad clave para pacientes con dislipidemia.
Con una frecuencia mínima de 5 días para potenciar el máximo gasto calórico.
Con una intensidad entre el 40-70% de la Frecuencia Cardiaca.
Con una duración del ejercicio mínimo de 30-60 minutos/día. Recomendando aumentar hasta un mínimo de 50-60 minutos/día para aquellas personas que necesiten perder peso o mantenerse en un peso saludable.
En cuanto al tipo de ejercicio, se recomiendan actividades que involucren grandes grupos musculares como por ejemplo: marcha con bastones, bicicleta..
Aunque las conclusiones sobre las modalidades de ejercicio más adecuadas en esta enfermedad han venido siendo contradictorias, una revisión de 13 artículos concluye que el ejercicio de resistencia y su combinación con ejercicio aeróbico tiene efectos positivos sobre el nivel de colesterol y lípidos en sangre, al igual que sucede con el aeróbico únicamente.