Aproximadamente el 60% de los adultos no hace ejercicio de forma regular y el 30% es totalmente sedentario. La inactividad física es el 4º factor de riesgo de mortalidad.
El nivel de actividad física desciende con la edad, siendo especialmente significativo después de los 65 años.
La evidencia disponible demuestra de forma contundente, los distintos beneficios en la mejora de la función muscular, cardiorespiratoria y neuropsicológica, la salud funcional, la composición corporal y una disminución del riesgo de caídas.
Así como también, la disminución de la tasa de mortalidad, cardiopatía coronaria, hipertensión arterial, accidente cerebrovascular, diabetes mellitus tipo II, cáncer de colon y de mama.
Con todo lo anterior expuesto, se puede establecer que el ejercicio físico, disminuye la morbimortalidad, y en consecuencia, incrementa la longevidad.
¿Quién debe motivar y aconsejar la realización de un plan de ejercicio regular?
Desde Atención Primaria, los Médicos de Atención Primaria deben fomentar la realización de ejercicio y derivar a la Unidad de Fisioterapia, cuando consideren necesario, para que podamos indicar:
Tipo de ejercicio: Aeróbico, de fortalecimiento, de equilibrio o flexibilidad con previo calentamiento.
Frecuencia: ¿cuántos días a la semana debe realizar ejercicio?
Duración: tiempo de realización de la actividad o repeticiones.
Intensidad: con la que se debe realizar la actividad.
La prescripción debe ser individualizada y adaptada, en función de la presencia de enfermedades asociadas. Los objetivos serán realistas y a corto-medio plazo.
¿Cuáles son las recomendaciones mundiales sobre la actividad física para la salud? OMS 2010
La prescripción de un programa de ejercicio terapéutico en personas mayores de 65 años debe consistir en:
Un aspecto importante para empezar a practicar ejercicio es que la persona este motivada y concienciada de que, con la práctica de ejercicio físico mejorará su calidad de vida. Disfrutar del ejercicio es un factor positivo que influye en la continuidad de su práctica.
La práctica de ejercicio físico no debe implicar situaciones que pongan al límite, por lo que es necesario tener en cuenta aspectos que puedan ocasionar malestar en el organismo para poder adaptarlos al realizar la actividad.
Se debe practicar el ejercicio con ropa deportiva transpirable y de secado rápido, cómoda y adecuada al tipo de actividad a realizar.
El calzado deportivo debe ser flexible, con suela de goma para evitar el sobreimpacto, transpirable y bien sujeto.
Debemos adecuar el horario al que realizamos la actividad al aire libre según sea invierno empleando las horas centrales del día (11 a 14horas), cuando la temperatura es más elevada y en verano con precaución, evitando las horas centrales del día (12-16horas), y eligiendo las que corresponden a las más tempranas de la mañana (7-10horas) o las últimas de la tarde (19-22h) para proteger la salud de posibles golpes de calor.
Es fundamental ingerir líquidos para evitar la deshidratación y mejorar el rendimiento. Debemos hidratarnos antes, durante y después del ejercicio. Y también hay que tener en cuenta la nutrición y no realizar ejercicio en ayunas, esperar entre 30-60 minutos tras la ingesta de comida y no comer durante el ejercicio a menos que existan mareos o debilidad.
El estilo de vida activa tiene beneficios en una triple esfera: física, mental y afectivo-relacional.
AUTORES:
Susana Sánchez Navarro, Gema Galindo Morales, Diego Calavia Sarnago y Cristina Rodríguez Escuredo. Fisioterapeutas. Atención Primaria. Sector III Zaragoza
Marina de la Llana Corral. Fisioterapeuta en Zaragoza