El sexo en la vejez


Cristina Caballero García, Piedad Fleta Cubero, Mercedes Alonso Bueno, Cinthia Cosialls Cristóbal, Raquel Arilla Gil y Ana Isabel Sesma García.

Print Friendly, PDF & Email
Los beneficios de la práctica de sexo en general son muchos y, en la tercera edad, también. Libera endorfinas, ayuda a reducir el estrés, mejora la autoestima, y podrían seguir enumerándose. Cumplir años no debe ser un motivo para dejar de disfrutar de las relaciones sexuales y privarse de todos sus beneficios.

Desarrollo

La sexualidad es una motivación básica que dirige e intensifica la conducta de los seres humanos y que se encuentra basada en el deseo sexual, el cual es un impulso personal influido tanto por estímulos externos (estímulos asociados con la sexualidad) como internos (pensamientos). Los seres humanos somos seres sexuados, por lo que a lo largo del ciclo vital presentamos excitación, placer sexual y deseo. De esta manera, aunque no se tenga actividad sexual, la tendencia motivadora de la sexualidad se mantiene en el individuo.

Por lo tanto, en la tercera edad no se presenta una pérdida del deseo sexual y a pesar de ciertos cambios fisiológicos, la sexualidad no pierde su complejidad. Durante esta etapa, la actividad sexual puede tener particulares contenidos afectivos y motivaciones sin descartar el deseo. Con ello, las relaciones sexuales en la tercera edad se encuentran relacionadas con el encuentro interpersonal y que se puede explicar a partir de una de las tres necesidades interpersonales características de esta etapa, la necesidad sexual. Se entiende por necesidad sexual aquella necesidad, en la que se buscan las manifestaciones de afecto (besos, caricias, abrazos), la intimidad corporal, la excitación, el deseo, el sentirse deseado y el placer sexual y de intimidad emocional. Así, no se reduce el sexo a la genitalidad, sino es importante entender la necesidad de contacto en la actividad sexual.

No obstante, los adultos mayores pueden atravesar ciertas dificultades para satisfacer esta necesidad, ya que muchos de ellos pueden perder a su pareja, por lo que también se podría dar la pérdida de su compañero o compañera sexual. De esta manera, se puede presentar una soledad sexual-amorosa, es decir la falta de la necesidad de excitación, placer e intimidad corporal y emocional con otra persona. Así, el adulto mayor debe esperar nuevos vínculos para poder satisfacer la necesidad. La espera puede ser larga, ya que teniendo en cuenta que el encuentro interpersonal es fundamental en el acto sexual, se puede dar una búsqueda de la satisfacción de la necesidad a partir un vínculo significativo. No obstante, esto no significa que el adulto mayor no pueda gozar nuevamente de su sexualidad.

A partir de cierta edad el sexo parece convertirse en un tema tabú. Una vez que tanto hombres como mujeres llegan a cierta edad dejan a un lado la práctica sexual por diversos motivos:

Sin embargo, los especialistas en Andrología recomiendan mantener relaciones sexuales en la tercera edad, y explican la multitud de beneficios que tiene.

El sexo en la vejez previene enfermedades cardiovasculares, del corazón y de la piel

Practicar sexo en la tercera edad puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares y disminuir el riesgo de problemas de hipertensión. En los hombres, además, puede ayudar a reducir las probabilidades de cáncer de próstata, ya que la actividad sexual hace aumentar el flujo sanguíneo.

Pero el sexo no deja de ser una actividad física, por lo que puede afectar positivamente al corazón, sobre todo al mejorar el flujo sanguíneo. Dicha mejora del ritmo cardíaco puede reducir las probabilidades de sufrir problemas cardiovasculares, como taquicardias o infartos de miocardio, así como reducir riesgos de hipertensión.

Además, la práctica de sexo ayuda a liberar un gran número de hormonas, como las endorfinas o las hormonas del crecimiento. Estas últimas afectan a la piel, dándole más elasticidad y haciendo que se vea más joven.

El sexo entre mayores calma el dolor y ayuda al descanso

Esa liberación de hormonas, como las endorfinas o la oxiticina, tienen beneficios también en el cuerpo. Y es que dichas sustancias producen efectos de felicidad y bienestar, así como anestésicos, de manera que el sexo puede mitigar dolores corporales, ayudar a relajarse y, por lo tanto, a descansar y dormir mejor.

Los problemas de impotencia pueden solucionarse y no tener que renunciar al sexo

Algunas personas encuentran especialmente difícil la actividad sexual a cierta edad, sobre todo los hombres que sufren disfunción eréctil. Sin embargo, es un problema que, en la mayoría de casos, tiene solución. Son muchos los tratamientos que pueden solucionarlo sin tener que renunciar al sexo:

  • Medicación oral, como los inhibidores de la fosfodiesterada.
  • Inyecciones peneanas en la base del pene, medicamentos que, al igual que los orales, facilitan el flujo sanguíneo.
  • Tratamientos innovadores con ondas de choque o el PRP, que se basa en la regeneración de tejidos con factores de crecimiento contenidos en las plaquetas del paciente.
  • Bombas de vacío o, como último recurso, la implantación de una prótesis de pene.

El sexo en la tercera edad debe disfrutarse. No debe dudarse en contactar con un especialista que, con la máxima discreción, encontrará la mejor solución y los resultados esperados.

Fisiología sexual

En las personas de tercera edad, la fisiología sexual se divide en cambios anatómicos y fisiológicos como tal, figura corporal y respuesta sexual.

En las mujeres

Los cambios fisiológicos y anatómicos en las mujeres de tercera edad comienzan con el fenómeno de la menopausia, debido al envejecimiento de los ovarios y la disminución en la capacidad de respuesta a los mensajes del eje hipotalámico-hipofisario a nivel cerebral. La edad normal del comienzo de la menopausia oscila entre los 45 y los 55 años​ y se confirma cuando ha pasado un año sin menstruación. Asimismo, los ovarios comienzan a producir menor cantidad de estrógenos y la pérdida de la capacidad reproductora involucran, específicamente, a la vagina y la vulva, debido a que los labios mayores y menores pierden tamaño y elasticidad, el introito vaginal se estrecha, lo que ocasiona molestias y dolores en las mujeres, además la disminución en la capacidad de defenderse frente a infecciones.
No obstante, los cambios más significativos para las féminas son los que involucran la figura corporal, lo cual tiene sentido debido a la gran presión social por favorecer la juventud. Los cambios en la figura corporal se evidencian en las mujeres en la piel envejecida, la disminución de la turgencia de las mamas, en la notoria distribución distinta de la grasa (figura menos juvenil), pérdida parcial y cambio de color del cabello lo que las lleva a realizar conductas que encajen en la sociedad como teñirse el cabello, utilizar cremas, acudir a servicios de cirugía plástica, entre otros.
En cuanto a la respuesta sexual, los cambios más sobresalientes son una respuesta sexual más lenta y una menor frecuencia e intensidad en las contracciones orgásmicas.
Por todo lo anterior, cabe resaltar que todos estos cambios no implican razones fisiológicas para dejar de tener conductas sexuales coitales, ser acariciadas o masturbarse y, en general, disfrutar de una sexualidad plena.

En los varones

Los varones, si bien presentan claros cambios a nivel de su sexualidad, se diferencian en varios aspectos respecto a las mujeres, especialmente, en que en ellos no se produce un cambio fisiológico equivalente a la menopausia.
En cuanto a los cambios fisiológicos y anatómicos, en los hombres se evidencian en la disminución de hormonas masculinas como la testosterona, menor tamaño de los testículos y, por lo tanto, menor producción de esperma. Además, en la tercera edad, los hombres comienzan a perder vigor en la erección.

En cuanto a la figura corporal, los hombres de tercera edad manifiestan envejecimiento generalizado, especialmente de la piel y el cabello.
Por su parte, los cambios más significativos son en cuanto a la respuesta sexual, ya que se produce un mayor intervalo de tiempo para conseguir la erección y el orgasmo, para lo cual es necesario mayor estimulación táctil directa y continuada, menor vigor y estabilidad en las erecciones. Asimismo, la eyaculación es menos vigorosa y el período refractario es más largo para producir una nueva erección. Esto último podría resultar en una ventaja, ya que hace más fácil el entendimiento con las mujeres al favorecer el interés por la estimulación no necesariamente genital y disminuir la urgencia a eyacular.
Por último, es necesario recalcar que, al igual que las féminas, estos cambios a nivel fisiológico en los varones de tercera edad no impiden una satisfacción sexual plena.

Factores sociales y culturales

El cuerpo en la especie humana no solo es significativo a nivel personal, sino que también involucra una representación que es interpretada por cada cultura, cada sociedad y cada momento histórico a partir de los cánones de belleza determinados por la misma sociedad. Los cánones de belleza son definidos, actualmente, por las industrias de belleza y moda, los productos culturales cosméticos, farmacológicos y quirúrgicos, tanto para hombres como para mujeres; sin embargo, las personas mayores pueden sufrir debido a su alejamiento por la figura corporal estética predominante en su respectiva cultura y sociedad, generándoles baja autoestima, angustia y miedo a envejecer cada vez más.

La jubilación laboral, uno de los cambios sociales más generales, debido a la avanzada edad o a las limitaciones involucradas en diversas enfermedades pueden alterar la vida social de las personas. En el caso de que la pareja de adultos tardíos vivan juntos, la jubilación laboral de uno de los miembros o de ambos los obliga a restablecer sus relaciones, a realizar cambios en ellas, debido a que pasan a estar más tiempo juntos, a estar todo el día pendientes del otro, lo cual podría significar consecuencias tanto positivas como negativas, ya que si bien, por un lado, el pasar más tiempo juntos favorecería la relación, por otro, podría significar sentimientos de atosigamiento. Por otra parte, la jubilación puede dejar aisladas a las personas de tercera edad solteras, separadas o viudas, para quienes es importante ofrecerles actividades sociales que les permita salir de su apartamiento.

Por otra parte, los afectos sexuales y amorosos como el deseo, la atracción y el enamoramiento están también determinados por la sociedad y la cultura en la que se vive. Estos efectos sexuales cumplen la consigna de impulsar a buscar a otra persona, a encontrarse a uno mismo corporal, mental y afectivamente, no obstante, es necesario especificar que la sexualidad no implica solamente actividad sexual coital, sino que hay otros afectos que la significan.

En cuanto al deseo, en la especie humana, a diferencia de los animales, representa un factor cualitativo y, por lo tanto, no involucra únicamente una actividad sexual procreadora. En cuanto a la atracción, esta se mantiene activa a lo largo de la vejez, aunque los modelos sociales predominantes estén más asociados a la juventud.

El enamoramiento, por su parte, supone el deseo y la atracción sexual a la vez y cambia aún dentro de la misma sociedad, cada cierto tiempo.

Finalmente, el rol de género y el rol sexual asignados por la sociedad a las personas, sobre todo, a las mujeres perjudican y crean dificultades para vivir una sexualidad plena y sentirse satisfechas. Entre esos factores se encuentran que las mujeres han sido educadas de forma más represiva y limitada en términos de moral sexual que los hombres, en donde el matrimonio es una causa obligatoria para poder tener relaciones sexuales. En ese sentido, las mujeres que se toman libertades sexuales son peor vistas que los varones que harían lo mismo. Las mujeres, además han aprendido a que deben de tomar menos la iniciativa en términos de sexualidad, incluso por temor a ser catalogadas de manera negativa.

BIBLIOGRAFIA:

1 [Internet]. Disponible en  https://www.wikipedia.org

2 [Internet]. Disponible en   https://www.fundacionpass.org

AUTORAS:

Cristina Caballero García. Auxiliar Administrativo. Hospital Nuestra Señora de Gracia

Piedad Fleta Cubero. Celadora. Hospital Nuestra Señora de Gracia

Mercedes Alonso Bueno. TCAE. Hospital Nuestra Señora de Gracia

Cinthia Cosialls Cristóbal. TCAE. Hospital Nuestra Señora de Gracia

Raquel Arilla Gil. TCAE. Hospital Clínico de Zaragoza.

Ana Isabel Sesma García. Celadora. Hospital Nuestra Señora de Gracia